Sôber siempre ha sido un grupo que ha levantado grandes expectaciones por donde ha pasado. Y en esta ocasión no iba a ser menos. Con “Letargo” recién salido del horno comparecían en la capital para defender en directo el que es uno de los mejores trabajos de toda su carrera. Venían de llenar tanto en Sevilla como en Málaga y de estar a punto de ello en Zamora o Guadalajara.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

Jugando en casa esperábamos algo similar, y así fue, volvieron a colgar el cartel de “No hay billetes” por segunda vez para el mismo concierto ya que, recordemos, en un principio estaba programado para la sala But y agotaron las entradas, hecho que propició la decisión de moverlo a La Riviera, que posee una capacidad bastante mayor.Las ganas eran palpables en el ambiente según nos acercamos a los aledaños de la sala. Una hora antes de la apertura de puertas ya había una buena cantidad de gente haciendo cola y otros tantos en los bares y terrazas adyacentes. Para tratarse de un solo grupo, las 19:30 parecía una hora excesivamente temprana para la apertura, pero a la gente no pareció importarle. Algo que, por otra parte, garantizó un acceso notablemente tranquilo y periódico ya que el público contaba con hora y media de margen entre la apertura y el comienzo del concierto.

En la entrevista que nos concedieron hace poco la banda nos comentaba que le iban a dar mucha importancia al aspecto visual del show, algo que se dejaba entrever nada más acceder al recinto y comprobar que se habían instalado dos pantallas de video a ambos lados del escenario, por donde más tarde proyectarían imágenes del propio concierto para los que se encontraran más alejados, otras dos escoltando a la batería y una más grande cubriendo toda la parte trasera, donde normalmente veríamos el clásico telón de fondo. Además, presidian los extremos del propio escenario dos llamativas motos que los más tempraneros habían presenciado aparcadas frente a la sala.

Poco antes de las 21:00, la hora prevista para el comienzo, la música se apagó y en la pantalla situada tras el escenario aparecieron imágenes, a modo de documental, de los integrantes de la banda hablando sobre el disco y sobre lo que nos depararía la noche. La gente sabía que quedaba poco y esto no hizo más que caldear el ambiente todavía más. Por si esto no hubiese sido suficiente, minutos después aparecían una vez más los cuatro músicos, pero en esta ocasión se trataba de una conexión en directo con el camerino. El grupo se dirigió a la audiencia y nos informó que en cinco minutos estarían sobre el escenario. Fueron alguno más, los justos para que sonara a un volumen atronador el “Back In Black” de AC/DC, y se apagaran las luces.

La intro comenzó, con el logo de Sôber en llamas en la pantalla trasera, y el público estalló en una sonora celebración. El comienzo era inminente. Manu Reyes fue el primero en aparecer tras los timbales y no tardaron en seguirle Antonio y Jorge. Cuando apareció Carlos la ovación fue ensordecedora y no tardaron en atacar con un potente “Sombras”. La gente estaba entregada desde el primer momento y se sucedían los botes con el pegadizo estribillo. “Bienvenidos al infierno…” reza éste, y por el calor ahí podríamos haber estado.

Hay que decir que el sonido, sin ser en absoluto malo, no estuvo tan acertado como a lo que nos tienen acostumbrados en este comienzo de concierto. La base rítmica era demoledora, pero las guitarras se perdían un poco entre el potente entramado del bajo y el bombo. Pasaron 3 o 4 temas más hasta que esto mejoró. Y es que nos tienen muy mal acostumbrados, ya que con otro grupo quizá nos habríamos conformado, pero sabiendo de lo que son capaces Sôber queríamos la excelencia. Y nos la dieron, aunque con algo de retraso.

Si alguien dudaba de cuál era el riff con el que comenzaron el siguiente tema, lo aclararon rápidamente las imágenes proyectadas de telas de araña y una sombra de un arácnido que las recorría. Además todas las proyecciones y las luces iban acorde al artwork de “Superbia”. “La araña” sonó realmente potente aunque un pelín deslucida por cierta inmovilidad que parecieron contraer los cuatro músicos. Llevaban cámaras por todos lados y quizá si les vi algo distraídos por estas en algún momento.

“Espero que esto no dure ni un día ni un siglo, sino una eternidad”. Esta fue la frase con la que Jorge Escobedo presentó el siguiente tema. Pocas dudas quedaban de que tocaba echar la vista atrás, hasta aquel enorme “Paradÿsso”, para rescatar “Eternidad”. Las luces se tornaron más cálidas con el tranquilo principio y la sala cantó hasta la última palabra. Jorge pidió palmas durante la recta final del tema, y por supuesto no quedó nadie sin darlas.

Tras el comienzo algo dubitativo la cosa fue in crescendo hasta alcanzar las altas cotas de calidad a las que nos tienen acostumbrados. Era la hora de encarar el primero de los temas del nuevo disco que nos ofrecerían. “Mañana” sonó tremendo y tuvo una gran acogida por parte de la audiencia, que coreó hasta la melodía principal de guitarras y electrónica tan pegadiza que posee. Con unas luces en donde predominaba el color rojo, el grupo se encontraba más que a gusto en el escenario. Los grandes arreglos que nos ofreció Bernardini durante todo el tema, y el pequeño cambio en las voces del último estribillo por parte de Carlos, llamaron especialmente la atención.

Llegaba la hora de uno de los temas que más reclama la gente. En otras giras siempre lo dejaban para los bises, pero hace ya un tiempo que lo incluyen en la parte inicial del setlist, dejando a las claras desde el principio que van a por todas. “Diez años”, precedida por tímidos fraseos del “Paranoid” de Black Sabbath mientras afinaban, puso la sala patas arriba. Grupo y audiencia unidos en una sola voz diciéndole si a ser libre. Sobre el final de la canción, tras unos arreglos doblados que no habíamos escuchado hasta entonces, Carlos presentó a la banda desatando aplausos por doquier.

Parón para afinar y para preguntarnos que tal lo estábamos pasando para que acto seguido nos golpeara la línea de bajo que da comienzo a “Letargo”. El Music Man de Carlos fue el auténtico protagonista, con un sonido que hacía retumbar las paredes y que a mí me hizo salivar más de la cuenta.

El set list estaba siendo más que acertado y prueba de ello sería la siguiente sucesión de temas con la que nos iban a deleitar, y que, ya olvidados los pequeños desajustes de sonido, hicieron que disfrutásemos como niños pequeños. “Paradÿsso”, fue, es y será una de sus señas de identidad y de las más celebradas de la noche como no podía ser de otra manera. Sonó con una contundencia, sobre todo en las partes donde tienen más presencia las orquestaciones, como pocas veces se la había oído. Sin tiempo para respirar nos hacían prisioneros del placer. El riff principal fue inmediatamente reconocido y las palmas se sucedieron. El momento en el que entraron bombo y bajo nos golpeó con fuerza contrastando con la frialdad de la iluminación, que sería la misma que con la siguiente de la noche: “Blancanieve”. El que ha sido single de “Letargo”, fue de las más aplaudidas y coreadas, demostrando que su nuevo trabajo ha tenido un gran calado entre los fans. Antes de empezarla Carlos pidió un aplauso para los moteros que les habían acompañado durante todo el día.

Enlazaron con “Encadenado” de la misma manera que en el disco. Fue brutal, y la respuesta de la gente también. En las pantallas pasaban ondas de sonido, mientras la contundencia y la interpretación de toda la banda despejaba cualquier duda que a alguien le pudiese quedar. Curioso fue lo de “Cubos”, y es que me dio la sensación de ser celebrada y coreada por zonas, como si hubiese gente a la que le encanta y otros que pasasen bastante de ella. Sea como fuere sonó muy bien y el aspecto visual seguía siendo muy cuidado y acorde con los temas. En este caso vimos la mencionada figura geométrica de todas las maneras y colores posibles.

“Espero que nadie de aquí se sienta arrepentido” fue la frase de Carlos que dio pistoletazo de salida a otro de los cortes más celebrados de la noche. Toda la sala cabeceo al principio y se dejó la garganta para finalizar los estribillos por Carlos, que dejaba hacer al público para deleite de este. Tras retirarse al camerino y aparecer minutos después para encarar el primer bloque de bises de la noche le tocó el turno al momento más emotivo. “Naufrago” dio comienzo con Carlos sobre el escenario, en formato acústico, para posteriormente terminar todos el tema en eléctrico.

El comienzo de “Insecto” fue totalmente arrollador, con la caja de Manu Reyes taladrándonos y los colores amarillo y negro predominando en el escenario. Se produjo un error, en el que Carlos se coló y no entró a cantar la segunda estrofa, pero quedó subsanado por un público que lo cantaba absolutamente todo. La melancolía de “Vacío” fue acogida con expectación hasta que la fuerza del “¡Mírame! ¡Mírame!” del estribillo sacó a la gente de su ensimismamiento. Fue la única representación que tuvo el disco “Synthesis” en el repertorio.

Con un “¡Hasta siempre!” daban comienzo a “La nube”. Sonó absolutamente perfecta, quizá la mejor de la noche. Alguien me dijo una frase durante el estribillo que debo reproducir: “Lo mejor que le puede pasar a la música, el charles abierto y a la contra”. Increíble.

Tocaba retirarse de nuevo para encarar la que sería la recta final definitiva. Para amenizar la espera volvieron a conectar en directo con los camerinos y en esta ocasión aparecieron en las pantallas junto a Dúo Kie para animar a la peña.

“El hombre de hielo” fue con la que abrieron la segunda parte de sus bises, tras reaparecer en el escenario. Fue impresionante, con toda la sala botando, cantando y dándoles a la banda una ovación tremenda mientras estos alargaban el final con solos y filigranas, como si del final se tratase.

Pero todavía quedaba mucho que ver, y lo siguiente era algo que habían anunciado por todo lo alto. El tema que han facturado conjuntamente a los raperos Dúo Kie. Salieron y animaron bastante, pero para mi gusto no terminaron bien de encajar ambos estilos y se notó en el pequeño bajón que tuvo la respuesta del público, que se quedó algo frío y tampoco terminó de desperezarse con “Tic Tac”, que sonó muy bien, pero que quizá es un tema un tanto soso para unos bises donde el público espera terminar de darlo todo. Que es lo que hicieron, y a base de bien, con la última de la noche, que no podía ser otra que “Loco”. La sala se vino abajo y Sôber cerró el concierto por todo lo alto.

Fue un grandísimo concierto pese a errores y desajustes sonoros, y es que no todo iban a ser alabanzas, en donde la comunión entre grupo y audiencia fue absoluta. Quizá les haya visto conciertos más redondos en lo musical, pero no todo es la perfección más absoluta, y desde luego que aquí ofrecieron un concierto de muy alto nivel, con ciertas imperfecciones que se vieron compensadas por fuerza, ganas y un público entregado.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

Click en las fotos para ampliar

Set List de Sober – 15 de Marzo’14 – Sala La Riviera @Mad

Sombras
La araña
Eternidad
Mañana
Diez años
Letargo
Paradÿsso
La prisión del placer
Blancanieve
Encadenado
Cubos
Arrepentido
Náufrago
Insecto
Vacío
La nube
El hombre de hielo
Sin perdón (con Dúo Kie)
Tic Tac
Loco