El honor para abrir el Death Holy Death Tour no lo tendrían otros que los franceses Aosoth. Si bien su debut homónimo y su "Ashes of Angels" me habían encantado, su manera de llevarlos al directo me pareció más bien horrible. Por todos es sabido que la sala Mephisto no es famosa por su buen sonido, el caso es que los siguientes grupos sonaron, sorprendentemente, muy bien, hecho que me hace pensar que el problema era de Aosoth. Durante todo momento me pareció estar escuchando una maqueta grabada dentro de un cuarto de baño. Ojo, no quiero decir que el grupo sea malo, ni mucho menos, en estudio me encantan, pero es que sonaron terriblemente mal. Además, ¿alguien me explica la puesta en escena del cantante? Tenía un tic extraño en el que iba enroscando el cable del micro en su brazo izquierdo y luego se acercaba dicho brazo y hacía como que se peinaba. Por lo que si a esto le sumamos el corpse paint que llevaban… pues en fin, queda una mezcla poco resultona que me dejó un sabor agridulce.

Tenía yo muchas ganas de volver a ver a Shining. Me entusiasma la forma en que están consolidando su estilo y siento mucha curiosidad por comprobar cómo lo llevan a escena. Aunque tampoco negaré que el principal atractivo de sus espectáculos tiene que ver con las venturas y desventuras de su malogrado ideólogo, Niklas “Kvarforth” Olsson.

Días antes del concierto ya soy testigo de numerosas especulaciones, por parte de personas relativamente cercanas al músico. Que si ha dejado la bebida, que si se ha casado con una muchacha cristiana, que si ya no se auto mutila en directo… Todo ello contribuye a estimular mi curiosidad al respecto. En un tono menos sensacionalista, tengo que admitir que “VI. Klagopsalmer” me ha parecido un trabajo muy decente y compacto, si bien la carga emocional inherente me parece mucho más diluida que en su anterior LP. Tras el concierto, una fuente más que fiable me revelará que el álbum fue compuesto y grabado en su totalidad en tan sólo una semana, por motivos contractuales con su anterior discográfica Osmose.

Con todo ello en mente, me presento en una Mephisto abarrotada de blackers, tanto más sorprendente por el hecho de que es lunes y fin de mes. Shining están a punto de aparecer en un escenario en el que reposa la escenografía ritual de Watain. Los músicos se sitúan en posición y el concierto empieza con un extracto de “Besvikelsens dystra monotoni”, una gran elección a mi juicio. Niklas viste su habitual pañuelo en la cabeza y acusa incontables costras en los antebrazos, así como algunos kilos de más en la región abdominal. Algunos dirán que es a causa de la medicación y otros, de la falta de la misma, pero dos cosas son seguras: está de buen año y la bebida no sé, pero la automutilación sigue siendo uno de sus pasatiempos favoritos.

Desde el principio nos vemos obligados a padecer las carencias acústicas de la mítica sala barcelonesa, hecho que juega totalmente en contra de los suecos. La música de Shining puede llegar a ser endiabladamente monótona y contundente, y es un placer disfrutarla mientras mantenga ambas características. Desgraciadamente, hoy a las guitarras les va a faltar pegada y los platos van a oírse demasiado, así que la propuesta se quedará a menudo en únicamente monótona. Además, los intérpretes se apoyan demasiado en las habilidades escénicas de su frontman para captar la atención del público, permaneciendo estáticos e inexpresivos. No es sorprendente que la audiencia se muestre fría y distante, reduciendo el intercambio energético al mínimo.

El recital prosigue con una sucesión de temas pertenecientes a sus dos últimos trabajos, con una banda eficiente aunque más bien poco entusiasmada. Llegados a este punto, muchos nos preguntamos cuándo empezará la orgía autodestructiva. Y no se hace esperar mucho. Niklas exhorta al público a dar palmas mediante unos simpáticos insultos y segundos más tarde, desaparece del escenario para regresar con los cortes de los antebrazos abiertos y sangrando. Poco a poco, el muchacho se va animando y empieza a engullir Jack Daniels y a escupir vino sobre el público (así que la bebida tampoco la ha dejado), amén de obsequiar a sus compañeros de banda con algún furtivo ósculo. Si me preguntáis a mí, me parece todo un poco impostado y desganado. No dudo que este señor sufre y siente en sus tripas lo que canta, pero ha llegado un punto en que el público exige de él este tipo de espectáculo, convirtiéndole en un esclavo de su personaje escénico. Con todo, lo más espontáneamente maligno que ha hecho esta noche ha sido pedir fuego al respetable para fumar en un recinto público.

La velada alcanza uno de sus puntos álgidos en “Ohm”, una muy acertada versión de los noruegos Seigmen, en la que Shining en conjunto demuestran sin problemas la versatilidad de su registro. La recta final se desarrolla con un público que no ha llegado a entrar en calor y un Kvarforth cada vez más desinhibido. Durante la ejecución del que será el último tema, “Låt oss ta allt från varandra”, éste pide a sus atónitos compañeros que paren de tocar, para retomar inmediatamente la canción en otro punto, aduciendo que ese riff en particular parece estar gustando mucho en las primeras filas. Acatan, acaban y desaparecen.

Pudiera parecer que estoy dejando a los suecos en mal lugar; no es así. Es sólo que esta noche no me han resultado especialmente brillantes, pero sigo creyendo que son una de las propuestas más personales y originales de la escena extrema contemporánea y tienen todavía mucho que ofrecer en el plano artístico. A fin de cuentas, la afición de Niklas por la teatralidad escatológica únicamente lo define como simpatizante de una larga tradición de intérpretes, desde GG Allin a Marilyn Manson, y en este sentido no deja de ser un elemento más del ambicioso proyecto que es Shining. En todo caso, el maltrecho vocalista ha desmentido hoy todas las especulaciones acerca de su posible rehabilitación. ¿Todas? Durante el concierto de
Watain, Niklas se mezclará entre el público luciendo en su camiseta un dibujo de… la Virgen María. Seguiremos informando.

Y tras la crónica en rosa de la relación de Niklas con la Virgen María nos disponíamos a ver a Watain, sin duda, la mejor banda de Black Metal actualmente y no por el éxito que están cosechando sino por la calidad de su música, su actitud y su compromiso con la esencia del género. Quizá muchas bandas deberían replantearse si esa ecuación se ajusta a su esquema de Black Metal.

Como si de un ritual se tratase, Erik Danielson saltó a escena bajo una capa y una capucha para encender las velas que iluminarían el altar para venerar a su majestad. Pocas bandas son capaces de recrear un aura malévola y de misterio tan real como Watain. Me rio yo de los shows de Gorgoroth y Mayhem con las cabezas de cerdo.

Bajo los auspicios de Satán empezaron a desgranar un repertorio que no cesó en intensidad, brutalidad y ejerciendo un deja vú de los maestros de los primeros noventa.
“Lawless darkness” supuso el nexo central de canciones que repasaron una década de historia y desde “Malfeitor” hasta “Total funeral” la banda desgranó el disco que ha copado las listas con los mejores trabajos de 2010.
“Malfeitor” calibró los ánimos del personal mientras que “Storm of the Antichrist” o “Reaping death”fueron fueron solo dos de los mandamientos del quinteto.

El éxito de Watain  no es fruto de un día sino de una trayectoria. Un loco bajito como Erik se ve engrandecido con su actitud sobre el escenario. Es la recreación del mismísimo demonio. Nada de miradas estériles al vacío, de vacilar mediante una pose discordante, de parecer malo sin serlo. Erik es la esencia del Black. Durante 75 minutos se entregó a la causa como si fuera el último día de su vida. Set Teitan, conocido por estar en la última etapa de Dissection y Pelle Fosberg a las guitarras ofrecieron una puesta en escena devastadora y en el caso de Pelle realmente agresiva. Hikkan Jonsson a la batería y Alvaro Lillo al bajo completan una formación espectacular aunque el line up se mantenga estable en tres miembros, cual tridente de neptuno

Lo que vimos sobre el escenario fue a un combo con mucha mala leche y a la que le gusta hacer bien las cosas, con una cuidada puesta en escena y con un sonido demoledor.
El tramo final Con “Sworn to the dark” terminó de exaltar los ánimos del respetable y es que ese disco ya causó sensación y con él giraron varias veces pasando por España en varias ocasiones. “On thorns impaled” puso el broche de oro a una actuación despiadada y que será recordada por ser la mejor actuación de Black Metal que se ha visto en Blackcelona en mucho tiempo.

No se puede pedir más a un concierto. Además el merchandising a un precio asequible, algo de agradecer en los tiempos que corren.
Resultó conmovedor ver a 300 personas en Mephisto por cuanto la asistencia a los conciertos es cada vez inferior y porque siempre se agradece que la gente acuda a los shows en vivo.

Texto: Marc Gutiérrez (Watain), Rider G Omega (Shining) y Xell (Aosoth)
Fotos: Marc Gutiérrez (Watain), Edu Tuset (Shining)

Crónica en colaboración con Empire Magazine ( www.myspace.com/empire_magazine)

WATAIN set list:
Deths cold dark
Malfeitor
Storm of the Antichrist
My fists fire him
Reaping death
The serpent’s chalice
Total funeral
Wolves curse
Sworn to the dark
On thorns impaled