Ricky Warwick es una figura indispensable. Sus trabajos con una de las mejores bandas de rock que jamás haya pisado el planeta: los imprescindibles y siempre ninguneados The Almighty. Fueron la banda sonora de una etapa vital en mi vida, en la formación de mis gustos musicales. Idolatro esa banda y venero a Ricky. Así, simple y llanamente. Así es que enfrentarme a un nuevo trabajo suyo me produce placer y dolor. Dolor por no estar escuchando nuevos temas de Alfuckinmighty, placer por tener nuevo material de Warwick. En la vida hay que pasar página, muchos años han pasado desde que desapareciera la banda y, ¿qué mejor compañero de viaje que Scott Gorham para parir nuevo material? Si, bueno, vale… hay algunos, pero el ex guitarrista de Thin Lizzy no es un mal compañero de viaje, ¿no creéis?

Thin Lizzy fue, es y será una banda capital, pilar del rock. Todos añoramos a Phil Lynott pero Black Star Riders no son la banda tributo ni sucedáneo cutre. Es una banda coherente, con su estilo (escorado a las sonoridades de aquellos? Si, por supuesto, pero no solo eso). Cuando quieren girar como Thin Lizzy lo hacen, cuando no, bueno, simplemente son ellos: BSR. Es cierto también que el estilo vocal de Warwick muta hacia el estilo característico de Lynott cuando está al frente de BSR y que no cantaba así con The Almighty ni en sus álbumes en solitario. Aun así, su estilo sigue siendo plenamente reconocible adoptando las inflexiones de voz de Phil fundiéndolas con su reconocible tono en un modelo que funciona y no suena impostado.

Cuatro álbumes le dan cierto respaldo a esta banda. Después de la últimas despedidas en el seno del grupo entraron Chad Szeliga (Black Label Society) como batería y Christian Martucci (Stone Sour)  a la guitarra. Robbie Crane (Ratt/Lynch Mob) sigue en sus funciones como bajista. Después de dos buenos álbumes: All Hell Breaks Loose (2013) y Killer Instinct (2015) el lanzamiento del tercer larga durada Heavy Fire (2017) suponía cierto alejamiento del sonido de la banda madre. Ahora, en 2019, se proponen volver a la carga y seguir con el punch de sus primeros trabajos. Veamos si lo han conseguido.

El inicio del álbum es realmente apabullante: Tonight the moonlight let me down arranca los mimbres del mejor Hard Rock con un todavía comedido Warwick rasgando su voz como él sabe hacer, un inicio prometedor. Sobre la mitad del tema aparece la sección de viento, un saxo que suena sencillamente delicioso.

La banda demuestra una categoría superior desde el primer acorde: todo suena donde debe sonar y ese señor que en los 70s reinaba en el cénit de su carrera aun hoy en día tiene mucho que decir: Gorham tiene cuerda para rato. Buenos riffs, bien ligados con el desarrollo de las canciones.

Los cuatro primeros temas del LP son una gozada y una vez metidos de lleno en el sonido de la banda, en el segundo round, un azote Irish sube las pulsaciones, la energía la adrenalina. Another State Of Grace es eso: un tema en estado de gracia. Podría formar parte de la banda sonora de esa joya cinematográfica llamada The Departed del maestro Martin Scorsese. Si, el aliento a buen destilado de Malta de los magníficos Dropkick Murphies es evidente, como también lo es que Black Star Riders suena de fábula: han parido un tema demoledor. Pero no acaba ahí el inicio fulgurante pues Ain’t the end of the World rememora al buque insignia de los Lizzy, si, correcto: The boys are back in town, ¡ahí es nada! Sin ser clavado, hay algo en su sonoridad que me recuerda terriblemente a ese icono sonoro de la música. Cierra ese círculo virtuoso inicial Underneath the Afterglow: menos hard y más heavy algo más oscura que sus predecesoras.

La buena noticia es que el disco no queda atrapado en este inicio. Hay más temas destacables en él con un pequeño tesoro reservado para cerrar el álbum: Poisoned Heart es probablemente uno de los temas más destacados: sencillo y directo. Rápidamente se filtra en tu cerebro y parece que lo conocieras desde siempre.

Why do you love guns? o What will it take rememora pasajes acústicos que recuerdan a la etapa en solitario del frontman de la banda. Algo de Tom Petty tiene la segunda de ellas, una ejecución precisa y sentida, un gran, gran tema donde se puede apreciar los lazos que unen a estos músicos. Pearl Aday (hija de un tal Meat Loaf) repite colaboración con Black Star Riders jugando con su voz, añadiendo texturasa la sección vocal. Transportación, sentimiento: música, en definitiva, con todas sus letras y todo su sentido.

Pero no solo de caricias al alma vive el hombre: las rugosidades más metaleras también se materializan en In the shadow of the war machine o Standing in the line of fire. Rudeza y furia.

La producción del álbum es muy buena, nítida, directa, con gran pegada en los temas que lo requieren y sencillez y armonía en los más relajados. Detrás de ello está Nick Raskulinecz que cuenta en su currículum nada más y nada menos que haber trabajado en el mítico Sound City Studios(no dudes en ver el documental de Dave Grohl sobre el estudio y la consola Neve ). Su historial como productor es un decálogo del Rock.

Veredicto: teniendo en cuenta las pruebas aportadas podemos declarar y declaramos que Another State Of Grace es un gran álbum de Hard Rock con momentos brutales y que en su conjunto suena muy, ¡muy bien! Puede que sea su álbum más conseguido, lo que es indudable es que el nivel que ofrece es muy alto. Sin correr riesgos, pero sin aburrir en discursos ya repetidos hasta la saciedad los Black Star Riders han grabado un discazo: Amantes del Hard, ¡estáis de enhorabuena!

Marcel Palagós

Temas:

1. Tonight The Moonlight Let Me Down
2. Another State Of Grace
3. Ain’t The End Of The World
4. Underneath The Afterglow
5. Soldier In The Ghetto
6. Why Do You Love Your Guns?
7. Standing In The Line Of Fire
8. What Will It Take?
9. In The Shadow Of The War Machine
10. Poisoned Heart