Cuando una iniciativa nace desde la pura pasión y es llevada a cabo por y para fans, uno no puede hacer más que quitarse el sombrero. Este es el caso del Calella Rockfest, que este año llegaba a la tercera edición con un cartel que supone un salto de calidad y caché considerable respecto a las dos anteriores. Artistas consagrados como Glenn Hughes, Dan Baird, Junkyard, House of X o The Quireboys se unían a jóvenes valores como Jared James Nichols y Albany Down o talento local como La Banda del Yuyu para conformar un cartel muy apetitoso a un precio imbatible.

Texto: Ingrid Carreras, Edko Fuzz
Fotos: Edko Fuzz

Por suerte, el público respondió (especialmente el segundo día) y creo que nadie quedó defraudado. El amplio espacio de la Fàbrica Llobet permitía estar por allí sin demasiados agobios (aunque con Glenn Hughes se tuvo, por vez única en todo el festival, sensación de llenazo), incluyendo un apartado con mesas y minitienda de discos que permitía alejarse un poco de los decibelios del escenario si así lo deseabas. Por si fuera poco, los precios de comida y bebida eran más que adecuados, con lo que aparte de ciertos items de merch de algunas bandas a precios un poco irreales, se podría afirmar que quien no va al Calella Rockfest es porque no quiere.

Con este panorama, era imposible que Metal Symphony no se acercara a la ciudad costera a disfrutar de uno de los dos o tres eventos rockeros más importantes del año en Catalunya.

SÁBADO, 10 DE OCTUBRE

La tercera edición del Calella Rockfest fue inaugurada por los jóvenes Albany Down, una interesante banda de Londres que cuenta ya con dos discos en el mercado. La primera toma de contacto con el festi confirmó que el sonido era bueno y todo parecía presagiar que íbamos a disfrutar de un buen fin de semana rockero. Los cabezas visibles de Albany Down son el vocalista Paul Muir y, especialmente, el sorprendente guitarrista Paul Turley. La sección rítmica formada por el bajista Billy Dedman y la batería Donna Peters se mantiene en un discreto segundo plano, aportando las dosis justas de lucimiento para que el show salga adelante.

   

La banda desgranó algunos temas nuevos combinados con temas de sus dos discos, primordialmente el segundo, "Not Over Yet" de 2013. Especialmente bien sonaron "Back Again" y "You Ain’t Coming Home" aunque hay que reconocer que la actitud y presencia escénica de la banda no son ideales si pretenden subir un par de peldaños más en la escala de bandas a seguir. Es cierto que Turley y sus solos tienen madera, pues el tipo sabe lo que hace con su guitarra, pero es insuficiente como reclamo único. Albany Down ofrecieron un buen show que se fue diluyendo cuando hubo pasado la sorpresa inicial, pues faltó algo de ritmo. De todas maneras, no nos podemos quejar en absoluto como plato de apertura del festival. Una lástima que no tocaran "Man Like Me".

Los siguientes en asaltar el escenario de la Fàbrica Llobet fueron los ingleses House of X, una nueva banda formada por auténticas instituciones del hard n’heavy. A saber, Danny Peyronel (ex- Heavy Metal Kids, UFO, Tarzen), Laurence Archer (ex-UFO), Rocky Newton (ex- MSG, Lionheart) y Clive Edwards (ex- UFO). La noche prometía revisiones a su primer disco como banda y, por supuesto, versiones seleccionadas de temas de UFO. Y no hubo lugar para las sorpresas.

   

Los temas clásicos de UFO como "Shoot, Shoot", "Lights Out" o "Rock Bottom" se fueron intercalando con temas del disco de House of X como "No More Tequila", pero no hay duda de que fueron los clásicos los temas que mejor recepción tuvieron. La banda en sí, pues hizo lo que pudo. El pedigree de los integrantes de House of X está fuera de toda duda, y Peyronel se mostró muy simpático y comunicativo, pero hay que reconocer que esta gente quizá ya no está para estos trotes. Por muy clásicos que sean, se hace difícil disfrutar la actuación porque, simplemente, ya no tienen lo que hay que tener para ofrecer una actuación de gran calibre. Claro, si cierras un concierto con "Doctor Doctor" pues ya tienes mucho ganado, pero, sintiéndolo mucho, House of X no dieron la talla. Una lástima.

Con el horario un poco desacompasado pero siguiendo los timings sin descanso, saltaron al escenario una de las bandas más esperadas de todo el festival, Dan Baird and Homemade Sin. El tema que abre el último disco de la banda, "Get Loud", se encargó también de abrir el set en Calella. Con un sonido poderoso hilvanado por las guitarras de Baird y Walter E. Hodges más la apisonadora que es la batería de Mauro Magellan, la banda salió a matar. Con temas como "Crooked Smile" o perlas del repertorio de The Georgia Satellites como "Mon Cheri" o un celebrado "Keep Your Hands to Yourself" no se puede negar que la banda se erguió en triunfadora de la noche ante unas 500 personas.

   

Estos Homemade Sin suenan engrasadísimos y montan un buen jaleo del rock and roll más puro que uno pueda encontrar, sin embargo el selist en Calella quizá adoleció de monótono, quedándose perlas tan icónicas, a la vez que dotadoras de cierta variedad sonora, como "Shelia" en el tintero. La propuesta de Dan Baird y los suyos para esta gira es rock and roll puro de oliva sin florituras y muchas veces (demasiadas) perdiéndose en orgias guitarreras que un servidor puede celebrar con un Tom Petty y unos Heartbreakers o un Neil Young y unos Crazy Horse, pero Dan Baird and Homemade Sin no consiguen nunca llegar a los niveles que los anteriormente mencionados, y es por ello que el tempo del concierto de Calella llegó a ser tedioso por momentos. No se me malinterprete, fue un muy buen concierto y estoy seguro que los fans salieron extasiados, simplemente, la banda no logró mantener el interés del que suscribe todo el tiempo.

La primera jornada llegaba a su final ya entrada la madrugada con las ratas de cloaca de Hollywood por excelencia, Junkyard, tomando el escenario. David Roach y los suyos asaltaron el escenario de la Fàbrica Llobet con "Life Sentence" y el torbellino ya no paró hasta el final. En esta nueva visita, Junkyard se presentaban con ánimos renovados y un nuevo single bajo el brazo del que interpretaron ambos temas, "Faded" y "The River", pero el grueso de su repertorio se sigue basando en su maravilloso disco de debut.

    

Con un volumen ensordecedor que, todo hay que decirlo, perjudicó de manera notable nuestro disfrute de la actuación, Junkyard seguían a lo suyo desgranando temazos como "Blooze", "Shot in the Dark", "Misery Loves Company", "Back on the Streets" o "Simple Man" y que Roach defendía de manera más que digna. Desde que el hombre se ha pasado a la vida sana parece que sus cualidades se han visto potenciadas y vocalmente está mejor que cualquiera de las otras veces en que nos ha visitado la banda. El sitio de Brian Baker en esta gira está siendo ocupado por Marc Diamond (The Dwarves) de manera discreta y competente, mientras que Todd Muscat, Pat Muzingo y Tim Mosher se encargan de cubrirle las espaldas a Roach cuando hace volar la sala en pedazos con dos temas que no fallan jamás, "Hollywood" y "Hands Off". Después de una pequeña pausa, la banda vuelve por sorpresa y cierra la primera noche del festival con una inesperada versión de "Nice Boys" de Rose Tattoo que nos mandó a la cama con una sonrisa. Gran concierto de los angelinos, aunque muy mermado por el excesivo volumen.

DOMINGO, 11 DE OCTUBRE

Tras una primera jornada agotadora, llegamos a la segunda un poco más tarde para lograr aguantar hasta el final, y ello hizo que nos perdiéramos a La Banda del Yuyu.Lo primero que saltó a la vista era que el domingo había mucha más gente que el sábado, y es que el tirón de un nombre franquicia como Glenn Hughes se tiene que notar. La primera actuación que vimos fue la del rubio bluesman Jared James Nichols, que desde el primer momento cautivó a todos los allí presentes. El guitarrista vino acompañado por su trio para presentar su último trabajo, "Old Glory and the Wild Revival" e interpretó buenos temas del blues más musculoso como "Crazy", "Get Down" o "Playin’ for Keeps" con una facilidad pasmosa. Estéticamente, Nichols recuerda bastante a Ted Nugent, pero carece del salvajismo desatado de este último. Por contra, Nichols tiene más clase y un estilo muy particular de tocar la guitarra con sus dedos desnudos que llama la atención.

   

El setlist se vio aderezado con un par de versiones canónicas como "Rock ‘n’ Roll, Hoochie Koo" de Johnny Winter y "Mississippi Queen" de Mountain que deleitaron a un público que nunca dejó de prestar atención y dedicó una merecida ovación a la banda al finalizar el concierto. Nichols y su banda tienen los ingredientes necesarios para convertirse en algo grande, algo que probablemente conseguiran si logran dotar a sus temas propios de algo más de gancho y personalidad. Grata sorpresa.

Siguiendo la celeridad, efectividad y puntualidad entre bolo y bolo, cuando el escenario estuvo listo para recibir a Glenn Hughes y los suyos, más de un millar de personas esperaban impacientes en una atmósfera de gran ocasión. Las luces bajaron y ahí estaba The Voice con un guardaespaldas de lujo como Doug Aldrich interpretando "Stormbringer" para disfrute del personal y siguiendo con "Orion" para dejarlo ya todo en su sitio. La vitalidad de Hughes a su edad es digna de elogio, y su voz se encuentra en un grandísimo estado de forma (así como su perfecta dentadura y su permanente). No se puede negar que Hughes es un privilegiado con un auténtico don. A su lado, un Aldrich bastante comedido y aceptando su papel de gregario de lujo, sacando todo el jugo posible de su Les Paul en momentos como "Sail Away", "Mistreated" (con solo de voz incluido) o incluso "Good to be Bad", un tema que el rubio guitarrista escribió en su día para David Coverdale mientras estaba en Whitesnake y que Hughes acierta en recuperar como gesto de respeto y reconocimiento hacia su compañero en esta gira.

    

El concierto avanza con temple y buen ritmo entre viejos temas de Trapeze y concesiones al material más actual de Hughes como "Can’t Stop the Flood" o "One Last Soul" que grabara en su día con Black Country Communion. El único pero que se le puede poner al set son el par de solos (de guitarra de Aldrich y de batería de Pontus Engborg) que, como suele ser habitual en estos casos, se pasaron de la raya con su duración. Por suerte, la banda remontaba el vuelo rápidamente con "Soul Mover". Para el encore final, el trio retomaba el escenario para un par de temas, de nuevo a un volumen excesivamente atronador: "Black Country" y, por supuesto, "Burn" de Deep Purple que desató la locura final con las embestidas de una mula como Engborg que apretaba como una locomotora mientras que Aldrich seguía a lo suyo con las seis cuerdas y Hughes seguía demostrando que no todo el mundo vale para ser un frontman. Y él no solo tiene lo que hace falta para serlo, sino que le sobra: comunicativo, sonriente y simpático, muy lejos de una pose de estrella inalcanzable y de vuelta de todo. Enorme bolazo.

No lo iban a tener fácil The Quireboys tras semejante exhibición, pero Spike y los suyos son perros viejos y saben que en lo suyo no les gana nadie. A pesar de que una buena parte del público desertó tras acabar la descarga de Hughes, Spike tomó el escenario del Calella Rockfest con un vaso de cerveza en una mano, un vaso de vino en la otra y una enorme y sincera sonrisa. Y es que si de algo son capaces The Quireboys es de levantarle el ánimo a cualquiera, y eso fue lo que sucedió cuando la banda atacó con (sorpresón) "Black Mariah", el gran tema que cerraba aquél ya lejano "Well Oiled". Rápidamente empezaron a caer los temas de "A Bit of What You Fancy", no fuera que nos diera un infarto con tantas novedades en el setlist y las cosas ya fueron por los derroteros clásicos.

   

Por primera vez en años, vi a The Quireboys repetir formación al completo desde la última vez que les había visto (vale, no es muy meritorio pues hacía solo 4 meses), pero Paul Guerin, Keith Weir y Guy Griffin ya son como de la familia y suenan perfectos. Solo necesitan una base rítmica mínimamente competente para que perlas como "Sweet Mary Ann", "Tramps and Thieves", "This is Rock ‘n’ Roll" o "Misled" suenen de fábula. Hubo ciertos problemas con el bombo en "Mona Lisa Smiled" (dedicada a Salvador Dalí, WTF) pero lejos de convertirlo en un problema, Spike seguía arrancando "Yeahs!" y "Yee-Haws" al público que, una vez más, lo pasaba en grande con "Hey You" y "7 o’Clock". El ya clásico bis con "I Don’t Love you Anymore" y "Sex Party" puso la guinda final a un festival como está mandado: con fiesta de la buena.

Bonito fin de semana en esta localidad costera de la comarca de El Maresme, disfrutando de buenas compañías y buen rock and roll en una atmósfera amigable. Esta tercera edición del Calella Rockfest ha supuesto un paso adelante en todos los sentidos e imagino que habrá cuarta entrega, pues visto lo visto imagino que los organizadores no pueden más que estar satisfechos con el resultado. Para la próxima vez quizá sugeriría un poco más de control con el volumen que, en ciertos momentos, se hizo casi insoportable (y además mermando la notable calidad del sonido en general), pero por todo lo demás, chapeau para este Calella Rockfest. ¡Hasta el año que viene!

  

Texto: Ingrid Carreras, Edko Fuzz
Fotos: Edko Fuzz