Avantasia – 27 de Abril’19 – Palacio de Vistalegre (Madrid)

Avantasia ya habían conseguido grandes hitos en Madrid, como llenar dos noches seguidas La Riviera, por lo que decidieron ir a por el siguiente paso y comprobar como son un fenómeno creciente, ya no solo en nuestro país. Venían de reventar la Santana 27 en Bilbao y la Razzmatazz en Barcelona, pero esto ya era otro asunto. La jugada les salió redonda, y es que desde horas antes del comienzo del show el ambiente estaba caldeado. Finalmente rozaron el lleno absoluto, metiendo casi 15.000 persona en un Vistalegre que se veía prácticamente abarrotado.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

Sin duda el espectáculo que ofrecieron mereció la pena. Toda la banda, más 3 coristas, más otros cinco vocalistas invitados de primer nivel y todo esto rodeado de un escenario que sin ser algo extremadamente novedoso, sí que cumplió perfectamente la función de sumergirnos en el mundo de Avantasia.A las 21:00 comenzó a sonar el “You Shook Me All Night Long” de AC/DC a un volumen considerable, tras lo cual cayó el telón mientras sonaba “Symphony No. 9, Op. 125 (Ode to Joy)” de Beethoven, más conocido mundialmente como “Himno de la alegría”, y los músicos iban saliendo a escena.

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“Ghost In The Moon”, con Tobias comenzándola desde la plataforma tras la batería desato oleadas de júbilo entre los asistentes, con ese rollo Meat Loaf que tan bien les ha quedado. “Starlight” y “Book Of Shallows” continuaron el repaso a su disco más reciente, con un Ronnie Atkins como primer cantante invitado de la noche comiéndose el escenario e interactuando con todos, público incluido, desde el primer momento. Cabe destacar también la primera aparición seria de una de las coristas, más concretamente de Adrienne Cowan, que demostró su gran voz haciéndose cargo de las partes que en el disco corresponden a Mille Petrozza, cantante de Kreator. Más tarde seguiría dando lecciones, así que no es de extrañar que esté próximo un disco suyo en solitario con la ayuda de Sascha Paeth, quien, junto a Oliver Hartmann, hizo un gran trabajo a las seis cuerdas.

“The Raven Child” supuso la primera aparición de Jorn Lande sobre las tablas. Espectacular en quedarse corto, fuerza y técnica sin igual la que aporta el noruego. Desde donde yo me encontraba el sonido no estaba siendo del todo bueno. Mucha bola de graves que a veces se comía detalles de voces y guitarras. Esto fue mejorando paulatinamente hasta que a mitad de concierto todo terminó sonando bastante más decente. Nada achacable a la banda, simplemente sabemos que Vistalegre con la cubierta cerrada, y dependiendo de donde te encuentres, no tiene el mejor de los sonidos.Con Jorn todavía sobre el escenario afrontaron el primer tema que no correspondía a “Moonglow”. “Lucifer” continuó la intensidad con la que terminó la anterior, ante una audiencia totalmente entregada en cada canción.

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Era hora de presentar al tercer cantante invitado de la noche: Geoff Tate. Demostró seguir en un estado de forma envidiable, regalándonos su maravillosa voz, y toda su clase, en “Alchemy” e “Invincible”, continuando así el repaso a “Moonglow”. Esta última la cantó junto al teclista Miro Rodenberg mientras Sammet disfrutaba del espectáculo y nos decía que aquel era “¡el jodido Geoff Tate!”.A continuación, tocaba echar la vista muy atrás, hasta 1602 y la historia de Gabriel Lymann, con “Reach Out For The Light”. Las estrofas corrieron a cargo de Sammet y Hartmann, dejándonos los estribillos a nosotros, un público totalmente entregado que se dejó la voz emocionado ante unos de los cortes clave de la historia de Avantasia. Enorme.

Después de tal subidón, “Moonglow” quizá quedó un poco deslucida, pero enseguida remontaron con la versión de Michael Sembello, “Maniac”, para la que contaron con el cuarto invitado de la noche: Eric Martin. Seguramente fue el que menos nivel demostró en toda la noche. Bien es cierto que cumplió, pero durante “Dying For An Angel”, la siguiente en caer, se le vieron las costuras en más de una ocasión. Cabe mencionar uno de los momentos cómicos de la noche, y es que antes de la interpretación de “Moonglow” Tobias le pidió a un repartidor de cerveza un mini. Cuando se enteró del precio exclamó “Ten fuckin’ euros?!!”, desatando las risas y aplausos del personal. Una reivindicación que pasó como una coña más del lenguaraz de Tobias, pero que deberíamos empezar a reclamar verdaderamente en serio, ya que los precios de las bebidas en general son de auténtico escándalo ya en casi cada concierto.

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La más absoluta elegancia vino con el único cantante que todavía no había subido al escenario. Como no podía ser de otra manera, Bob Catley dio una auténtica lección. Primero en “Lavender”, última concesión de la noche a “Moonglow”, pero sobre todo con “The Story Ain’t Over”, otra de las más esperadas, celebradas y coreadas por el público. “The Scarecrow” fue uno de los puntos más álgidos de la noche. Una canción que demuestra a la perfección lo que es Avantasia y que Tobias y Jorn interpretaron soberbiamente. Llegados a este punto hay que decir que prácticamente todos los invitados que lleva el bueno de Sammet se lo comen con patatas, vocalmente hablando, algo que no parece preocuparle y que suple con su carisma y entrega, aparte de con más volumen que el resto en su micro. Consciente sus limitaciones, Tobias sabe afrontar a la perfección sus canciones sin que estas jueguen en su contra.

Dicho esto, llegó el momento en el que Tobias necesitó descanso, retirándose durante dos temas, que corrieron a cargo de Eric Martin, junto a Jorn Lande primero y con la compañía de Geoff Tate después. No fueron otros que “Promise Land” y “Twisted Mind” en la que se corearon los acordes de guitarras como si no hubiese un mañana. Geoff se quedó sobre el escenario para acompañar a Tobias en lo que es ya un himno absoluto para toda una generación. “Avantasia” sonó simplemente genial, con todo el respetable coreando eso de “We are the power inside, we bring you fantasy. We are the kingdom of light and dreams. Gnosis and life… ¡Avantasia!”. “Let The Storm Descend Upon You” sonó brutal, de lo mejor de la noche también, con Jorn Lande y Ronnie Atkins, quien salió a mitad de tema, sobre el escenario, donde se quedó para encarar lo que sería “Master Of The Pendulum”.

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Habíamos superado ya las dos horas y media de concierto, pero todavía quedaba más y sobre el escenario nadie parecía acusar el cansancio, como pudimos comprobar con “Shelter From The Rain”, donde Bob Catley volvió a demostrar su maravillosa clase mientras que Ina Morgan, otra de las coristas, se postraba de rodillas, extasiada, ante Oliver Hartmann y su solo. Ahora si se iba acercando el momento del punto y seguido, pero antes de retirarse para volver a encarar los bises todavía nos regalaron dos grandes temas como “Mystery Of A Blood Red Rose”, coreadísima, y “Lost In Space” que, pese a ser de las más esperadas y cantadas, a mí me sonó especialmente descafeinada. Tras esto se retiraron momentáneamente para volver al poco con un Tobias radiante, encantado con el recibimiento que le había dado Madrid y lanzando varias coñas al público, que las recibió con risas y aplausos.

“Farewell” fue el primer bis de la noche. Normalmente habría sido cantando por la gran Amanda Somerville, pero ante su ausencia fue Adrienne Cowan quien la cantó a dúo con Sammet, dando todo un recital y sorprendiéndonos de nuevo con su pedazo de voz.

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El principio de “Sign Of The Cross” sonó, para acto seguido parar y que Tobias presentara a la banda. Palabras especiales para Sascha Paeth, por sus labores de producción, y para el gran Miro Rodenberg, a quien introdujo como el Hans Zimmer de la banda, al encargarse ya no solo de los teclados sino de todo el entramado de orquestaciones de las que se sustenta Avantasia. Oliver Hartmann presentaría a Sammet como el hombre que iba a velar porque no pagasen más de 5 euros por una cerveza, algo que volvió a desatar las risas entre el público. Con todos ya sobre el escenario terminaron el tema enlazándolo con el final de “The Seven Angels” y lanzando una lluvia de confeti sobre el público como colofón final.

Fueron más de 3 horas de concierto, para mi gusto algo excesivo, pero sin duda mereció la pena y, pese a ausencias como la de Kiske o Somerville, fue un grandísimo espectáculo donde primó la música por encima de lo visual.

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Texto: Alberto López
Fotos: Mario López