Como quién no quiere la cosa, los noruegos Darkthrone ya llevan publicados dieciocho discos, un hito que no está al alcance de cualquiera. Aunque en sus inicios fueran uno de los máximos abanderados del movimiento black metal procedente del país escandinavo, hace ya unos años que la pareja formada por Fenriz y Nocturno Culto decidió adentrarse por terrenos bastante distintos, con incursiones en el punk, el rock’n’roll, el doom clásico y el speed metal. Este "Arctic Thunder" mantiene aires muy rockeros pero se vuelve a acercar un poco al redil de black metal, y aunque está claro que Darkthrone nunca volverán a ser tan influyentes como lo fueron en su momento no impide que sigan ofreciéndonos álbumes divertidos e interesantes.

Albert Vila

Recuerdo que cuando el black metal noruego estaba en su momento de máximo apogeo a principios de los noventa, Darkthrone eran una banda tirando a misteriosa y de perfil más bajo que muchos de sus coetáneos. Aunque musicalmente fueron uno de los líderes de ese influyente movimiento, tuvieron la sensatez de mantenerse apartados de los episodios de quemas de iglesias y matanzas de homosexuales que pusieron al black metal noruego en boca de todos, con lo que siempre se supo más bien poco de quién estaba detrás del trono oscuro. Con los años, la salud y la higiene de esa escena escandinava ha mejorado muchísimo, y la exposición mediática de Darkthrone también, con el simpático Fenriz convirtiéndose en todo un personaje gracias a su papel protagonista en un par de documentales muy interesantes (particularmente Until the Light Takes Us, de 2008), en los que se ha revelado como un chaval simpático, adorable y campechano, alejadísimo de lo que cabría pensar de uno de los padres de un estilo que se encuentra entre los más maléficos y viciosos que se han creado nunca. En los últimos meses, incluso, el bueno de Fenriz ha saltado a la prensa generalista a raíz de haber sido elegido concejal (sin él quererlo realmente, por lo que parece) de Kolbotn, el barrio de Oslo donde ha vivido siempre.

También es cierto que cuando hablamos de Darktrone hoy en día ya no hablamos de la banda de black metal seminal y agresiva que fueron hace 25 años. La evolución musical del grupo, de hecho, ha sido bastante entretenida, yendo siempre a su bola sin preocuparse por absolutamente nada que ocurriera a su alrededor mientras rehúsaban premios y focos de todo tipo. Su trayectoria musical empezó en el death metal, pero enseguida abrazaron efusivamente el movimiento black noruego, co-liderando el auge de ese black metal rápido, distorsionado, sucio, punkero y repetitivo que, por causas tanto musicales como extramusicales, gozó de gran éxito en su momento. A mí personalmente, siempre me gusto más el black más pesado, bombástico y sinfónico de bandas como Satyricon o Dimmu Borgir pero es imposible negarle el mérito a la propuesta veloz de Immortal, Impaled Nazarene o estos mismos Darkthrone.

Totalmente establecidos como bestias de culto gracias a la potencia de su música y al misterio que les rodeaba, Darkthrone estuvieron muchos discos sin moverse mucho de los parámetros que les definieron en esa primera época, pero a mediados de los dosmiles decidieron dar un súbito y sorprendente giro a su aproximación musical e incorporar elementos puramente punk y, más tarde, toques de heavy clásico. Me imagino la cara de confusión que se les debió poner a los blackmetaleros más trues cuando escucharon cosas como el punk a lo GBH de F.O.A.D. (2007) o el rollo Motörhead de Circle the Wagons (2010) y posteriores, en el que abandonaron prácticamente los guturales e incorporaron hasta algun curioso gorgorito. Su anterior The Underground Resistance (2012), que me parece un discazo, fué ya el desmelene más absoluto, lanzándose hacia un speed metal ochentero con voz mayoritariamente doom a lo Bathory. Yo, como soy menos true que nadie, he disfrutado mucho más de estos recientes y desenfadados Darkthrone que del black metal aspersor que practicaban en sus inicios, así que albergaba cierta curiosidad por saber por dónde nos saldrían en esta ocasión.

Y bien, en Arctic Thunder hay un poco de todo. El dúo formado por Fenriz y Nocturno Culto (que supongo que es un apodo que puede tener su cosa para un adolescente noruego, pero que no sé si ha pasado el test del tiempo con demasiada solvenica) ha apostado aquí por un obvio reacercamiento al black metal en sonido, voces y atmósferas. El punk motorheadiano también sigue bien presente, aunque ya no forma parte de la columna vertebral de las canciones de la misma manera que lo hizo en esta última década. Los que han desaparecido casi totalmente son los elementos de heavy metal tradicional, que tienen aquí una presencia más bien testimonial en contraste con el protagonismo del que gozaron en su último disco. Si hay algo que nunca ha cambiado, y aquí no lo hace tampoco, son el logo y las portadas, siempre oscuras y típicamente blackmetaleras, que seguro que han atrapado más de una vez a algun despistado que no estaba muy al tanto del cambio de dirección musical de la banda.

Este es ya el álbum número dieciocho de la sólida y dedicada carrera de Darkthrone, que sin hacer mucho ruido han ido amasado una cantidad de material considerable. Tal y como siempre ha sido, la música de los noruegos se mantiene en unos niveles de simplicidad evidentes, huyendo de estructuras demasiado complejas. Tampoco es que estemos hablando de una banda de virtuosos, claro, pero aunque esto es algo que ya sabíamos y que forma parte de su gracia, hay momentos en que este disco en particular peca un poco de demasiado simple y, a veces, incluso de descuidado. Tanto algunos enlaces por aquí como algunos finales por allá parecen inacabados, improvisados o provisionales, y el sonido tan primitivo dá cierta sensación de amateurismo que, en este caso, no me acaba de convencer. La producción, como siempre, es sucia, oscura y minimalista, huyendo de sonar modernos o sobreproducidos de ninguna manera. Tampoco tengo ningun problema con esto, pero por un motivo u otro para mí gusto este disco suena algo peor a lo que lo hacían sus últimas entregas.

De buenas a primeras, "Tundra Leach" ya tiene más black metal del que habíamos visto en varios de los últimos discos de Darkthrone. Es verdad que es un black metal algo comedido, y que a pesar ser una canción pesada, oscura y machacona sigue teniendo mucho de rock, como demuestra el riff que aparece hacia el tercio final del tema, con un aire black’n’roll a lo Kvelertak (obviamente me imagino que son Kvelertak lo que han sido influenciados por Darkthrone y no al revés, pero es a lo que suena) y un extraño solo histérico y reverberado. El final en sí, repetitivo y no especialmente inspirado, acaba de forma algo inconexa, dejando un sabor agridulce sobre una canción que en general no está mal.

"Burial Bliss" es punkera y vacilona, más cercana a lo que venían haciendo en estos últimos años, aunque la voz tiene un aire más suicida y desesperado. Podría pasar también vagamente por black metal primigenio en muchos aspectos, aunque el espíritu subyacente sigue siendo más bien punk, con un par de sencillas progresiones de acordes repitiéndose constantemente y un ritmo "rapidillo" sin ser frenético. "Boreal Friends" es, por el contrario, el tema más puramente doom del disco, de largo. Lenta, sencilla y bombástica, incluye algunas voces limpias que recuerdan a bandas como Candlemass o a los mismos Darkthrone de un par de discos atrás. Aunque se mantiene pesado, lento y depresivo durante la mayor parte de su duración, acaba conviertiéndose en un stoner / doom animado y vacilón con un riff muy disfrutable y absolutamente pastado al del "Hopkins (Witchinder General)" de Cathedral, cowbell incluido. Es un tema algo delavazado e irregular por momentos, con otro solo estridente de sonido rarísimo que, una vez más, no sé si me acaba de convencer, pero todo eso no impide que se trate de uno de los cortes más interesantes del álbum.

"Inbred Vermin" es dinámica y rockera, con un riff motorhediano intermedio muy divertido que les hace sonar algo a grupos de blackmetaleros noruegos reciclados como Chrome Division. Acaba con una parte más netamente black, pesada y depresiva que, a pesar de entrar un poco de sopetón, también tiene su qué. "Arctic Thunder" empieza con un riff a lo Kvelertak muy animado y motivante, y aunque se mantenga en un tono parecido durante la práctica totalidad del tema no llega a encontrar de nuevo un momento tan brillante. Por otro lado, la mayor parte de "Throw Me Through the Marshes" tiene un aire general a lo Black Sabbath que está bastante bien, pero otros tramos de la canción son algo más vulgares y de nuevo algunos enlaces me parecen un poco forzados. "Deep Lake Traspass" es mi favorita y me parece probablemente el tema mas redondo de Arctic Thunder gracias al magnífico groove de sus dos sencillos pero resultones riffs black melódicos principales. Una vez más no se complican demasiado la vida, pero en este caso el resultado es molón de principio a fin. Para acabar, tenemos un "The Grand Wyoming" que sigue un poco la línea rockera que hemos ido viendo durante todo el álbum, sin desentonar pero sin volarme tampoco la cabeza.

Los discos de Darkthrone van directos al grano y siempre han sido más bien cortitos, y éste no es una excepción, superando por muy poco los 40 minutos. Arctic Thunder es un álbum entretenido de escuchar, pero no se me antoja particularmente imprescindible para ningun fan de la banda. A medio camino entre el punk rock sucio de sus últimas entregas y el black metal de toda la vida, el resultado final me parece algo menos interesante e inspirado que lo que habían publicado en esta etapa más reciente, con momentos disfrutables pero sin canciones particularmente redondas ni el punto de inventiva curiosidad que tenían obras como F.O.A.D. o The Underground Resistance. En todo caso, estoy seguro que los fans de su época más blackmetalera darán la bienvenida a esta cierta reaproximación a sus raíces, aunque sean pasadas por una gran batidora y manteniendo gran parte de su espíritu rockero reciente.

Darkthrone no tocan habitualmente en directo, y solo han hecho unos pocos conciertos en toda su carrera. Una manera más que tienen Fenriz y Nocturno Culto para hacer exactamente lo que quieran con la dirección musical de la banda con total libertad y sin ninguna atadura en absoluto. Su última aparición sobre un escenario data de 1996, así que la probabilidad de que algun día seamos capaces de verlos es muy muy remota, y menos ahora, que Fenriz estará ocupado tomando decisiones importantes sobre la vida de sus convecinos kolbotonianos.

Albert Vila

Temas:

1. Tundra Leach (5:03)
2. Burial Bliss (4:59)
3. Boreal Friends (5:50)
4. Inbred Vermin (5:50)
5. Actic Thunder (4:42)
6. Throw Me Through the Marshes (5:00)
7. Deep Like Tresspass (4:48)
8. The Wyoming Distance (3:13)

Videos: