Behemoth + At The Gates + Wolves in the Throne Room. 18/01/2019. Razzmatazz, Barcelona.

La semana pasada pasó por nuestro país la gira de Behemoth, At The Gates y Wolves in the Throne Room, tres titanes en sus terrenos que llenaron la grande de las Razzmatazz a su paso por Barcelona, haciendo de éste el primer gran evento del año.

Texto y fotos: Quim Torres

Con extrema puntualidad, arrancó el primer grupo, con la sala medio llena, algo que suele ser poco habitual para la primera de tres bandas, pero es que Wolves In Thre Throne Room han generado mucha expectación en los últimos años, situándose a la cabeza de la escena Black del momento. Empezaron fuertes con una de mis canciones favoritas, “Angrboda”, de su último trabajo, que, gracias a su magnífico pasaje intermedio creó una atmósfera que se mantendría durante todo el concierto. La presencia del ritual es una parte fundamental de este grupo y del ambiente que pretenden crear y consiguieron hacer que el público estuviese atento y más o menos callado, respetando los momentos más delicados -incluso cuando uno de los guitarras encendió un incienso- dejándonos disfrutar de toda la magia de este grupo, de los detalles a tres guitarras y las dos voces desgarradoras. Sin embargo, considero que el sonido no estuvo a su altura, y es que ecualizar a tres guitarras sin bajo no debe ser nada fácil, pero hacia el final la cosa mejoró bastante. Tan solo tocaron media hora, lo que les permitió tocar solo tres canciones, todas de su último disco, y muchos de los asistentes se quedaron con ganas de más, despidiéndolos con un gran aplauso tras “Born From the Serpent’s Eye”.

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A los 20 minutos se alzaba sobre el escenario las grandes puertas de At The Gates, y tras cuatro golpes a la caja de Adrian Erlandsson, empezaban a saco con el d-beat crustie de “To Drink from the Night”. Salió a por todas Tomas Lindberg, que fue realmente el mejor de la noche, con una voz alucinante, potente y expresiva, y una actitud imparable, que no cesó de moverse por el escenario e interactuar con el público, por no hablar de su irónica gorra de “TRVE”, que le dio un pequeño toque de humor a la noche.

A esta le siguieron la canción que le da nombre a su disco más conocido, “Slaughter of the Soul”, y “At War with Reality”, empezaron fuertes los suecos y con canciones bien conocidas por el público, continuando así con uno de los temazos de su último disco, “A Stare Bound in Stone”, enlazada por un emotivo solo por parte de Jonas Stalhammar acompañado del contundente bajo de Jonas Björler, que dejó de ser un auténtico cañón por un momento para ponerse tierno, antes de volver a la turra con otro de sus temazos: “Cold”. Siguieron con temas más nuevos como “Daggers of Black Haze”, “Death and the Labyrinth” o “Heroes and Tombs”.

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Su setlist no fue de los más variados, pues solamente se compuso de tres discos: su obligado último trabajo, el anterior y el gran álbum que sacaron en 1995. Siguiendo esta tónica, cerraron sus 50 minutos de actuación con “Suicide Nation”, The Boo of Sand”, “Blinded by Fear” y, finalmente, la conocidísima y oscura “The Night Eternal”. Pese a que no tocaron ningún tema de sus primerísimos inicios, me sorprendieron gratamente y, para mí, hicieron el concierto de la noche.

Acabado At The Gates, bajaba otra vez el telón y empezó a sonar “Solve”, la introducción que abre el último disco de Behemoth, y que nos acompañó durante toda la espera, algo que encontré bastante acertado, porqué fue creando cierto ambiente. Con el telón aun bajado empezaron a sonar los instrumentos mientras se proyectaban imágenes sobre el telón, que entremezclaban el mapa de la península ibérica con una cruz invertida, finalmente se destapó el escenario y empezó “Wolves ov Siberia” que nos presentaba a unos Behemoth enmascarados envueltos de fuegos y humo. Este fue un gran inicio, que provocó temor, mucha inquietud e interés, además de dejarnos a todos boquiabiertos con un sonido atronador.

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Con las máscaras ya fuera, “Daimonos” fue la próxima en caer, junto con “Ora Pronobis Lucifer”. Volvieron a su último disco con “Bartzabel”, y en este caso Nergal salió al escenario con una tiara papal negra (lo cual recordaba un poco a un mago oscuro de Yu-Gi-Oh). El espectacular escenario volvía a encenderse con luces y fuego con “Ov Fire and the Void” y “God = Dog”, pero eso fue lo único que podía ser, un espectáculo, porqué la atmósfera que se había creado al principio fue desapareciendo poco a poco, entremedio de tantas distracciones, una actitud que no casa precisamente con el Black Metal y una música que no acaba de llegar, cosa de la que me di cuenta cuando tocaron “Conquer All”, uno de sus temas más conocidos, sino el que más, y que, sin embargo, sonó vacío además de raro. La nueva voz de Nergal me gusta, es más desgarrada y expresiva, pero no es para las canciones antiguas y, su destreza en los solos deja bastante que desear para un grupo de este nivel, preferiría que el de este tema también se lo hubiera dejado a su compañero Seth, que sí que estuvo impecable en todo momento.

Continuaron con otro de su último trabajo, “Ecclesia Diabolica Catholica”, y luego con la gran “Decade of Therion”, bajo la atenta mirada de Aleister Crowley en el fondo del escenario. Aun así el público, aunque animado, no estaba ya enloquecido como debería ser, y es que Behemoth no acababan de transmitir. Técnicamente son casi perfectos, sobre todo la batería de Inferno, igual que su sonido, aunque un poco plano, pero no son creíbles y abusan de parafernalia.

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Dejaron a un lado su último trabajo, el cual, pese a lo dicho, me gustó bastante en estudio, y continuaron con canciones algo más antiguas y conocidas como “Blow your Trumpets to Gabriel”, “Slaves Shall Serve”, “Chant for Eschanton 2000” y “Lucifer”. Finalmente volvieron a I Loved You at Your Darkest con “We Are the Next 1000 Years”, con un final épico acabado con una timbalada llevada a cabo por los cuatro músicos, que cerraba una actuación de cerca de hora y media.

Así pues, aunque para los fans de Behemoth debió ser un gran espectáculo, me reitero en esta palabra, yo me fui más que contento de haber disfrutado de unos interesantes Wolves in the Throne Room, que espero volver a ver con un set completo, y unos sorprendentes At The Gates.

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Texto y fotos: Quim Torres