Mucha histeria entre la parroquia que no llenaba, ni de lejos, la sala Razzmatazz 2 para recibir a la más nueva superbanda de rock progresivo. Flying Colors es el proyecto liderado por el incombustible Mike Portnoy y el experimentado teclista y cantante Neal Morse. Para completar la formación, nada más y nada menos que Steve Morse a la guitarra, Dave LaRue al bajo y Casey McPherson de Alpha Rev a las voces y guitarras. Esta combinación de ingredientes ha dado pie a dos discos ya, y la banda empezaba en Barcelona una corta gira de siete conciertos en siete países para presentar ‘Second Nature’, el segundo de esos dos trabajos, recién salido del horno.
Texto y Fotos: Edko Fuzz

Para empezar a calentar motores, el guitarrista y cantante John Wesley, conocido por ser un fiel sideman de Porcupine Tree desde hace años entre muchos otros proyectos, y su banda tomaron el escenario. Wesley acaba de publicar su octavo disco en solitario, ‘Disconnect’, y precisamente con el tema que abre y da nombre al disco, empezó también su concierto. Lo primero que llama la atención es la nula pasión de la banda sobre el escenario. Ian Medhurst a la guitarra, Sean Malone al bajo y Mark Prator a la batería no son precisamente un alarde de simpatía y comunicación con el público. Además, el sonido no parece acompañar demasiado en este set, así que temas como ‘Pretty Lives’ o ‘Take What You Need’ no suenan todo lo brillantes que deberían.

Dos temas más de ‘Disconnect’ como ‘Mary Will’ y ‘Once a Warrior’ se encargan de proseguir con el setlist. Aquí el sonido se enguarra incluso un poco más y a pesar de la calidad de los temas, se hace difícil disfrutar de la experiencia. Siguiendo por estas sendas, el concierto acaba concluyendo con ‘Gets you Every Time’ con buena respuesta, aunque quizá un tanto fría, del público. Posiblemente el amigo Wesley esperara un poco más de su estreno en esta gira, pero ya no hay tiempo para más, puesto que es el turno de Flying Colors.

Con una intro pre-grabada, Neal Morse toma el escenario y ataca con ‘Open Up Your Eyes’, el tema que abre su recién publicado álbum. Los distintos componentes de la banda van tomando las tablas y en poco rato ya están repartiendo cera de la buena. El público aúlla de éxtasis mientras Flying Colors se pierden por los infinitos recovecos del tema. Había ganas de Flying Colors, de eso no hay duda. Siguen ‘Bombs Away’ y ‘Kayla’ sin apenas respiro para los presentes. Con mucho mejor sonido que el bueno de John Wesley, se puede disfrutar mucho más de la música que suena, aunque tampoco es que estemos gozando de algo cristalino. Por lo demás, lo esperado: Portnoy machacando los parches con una facilidad insultante, Steve Morse con pura clase a las seis cuerdas y LaRue una bestia parda que hace rugir su Bongo sin piedad.

La incógnita es un poco McPherson, pues no es muy conocido y es su primera visita a estas tierras. La verdad es que el tipo hace lo que puede. Le pone ganas y canta bastante bien, pero se nota que estos terrenos no son su especialidad. Tiene un tono de voz que a veces me recuerda a Matthew Bellamy de Muse, y el hombre no destaca por su variedad de registros. Además, como instrumentista se queda un poco cojo al lado de los titanes que hay en escena. Es bastante curioso ver como ni siquiera se molesta en rasgar la guitarra cuando la banda se desmelena con los largos desarrollos prog de algunos temas. Revisionamos el primer disco con ‘Shoulda Coulda Woulda’ y luego volvemos a ‘Second Nature’, el gran protagonista de la noche, con ‘The Fury of My Love’ o ‘A Place in Your World’.

El respetable se sabe los temas de pe a pa, y la banda se muestra feliz de estar aquí esta noche. Portnoy lleva la voz cantante entre tema y tema ya que es el más payaso y charlatán de todos con diferencia. Y así, llega el final de la primera parte del concierto con ‘Forever in a Daze’ y ‘One Love Forever’, en la que Portnoy baja a tocar la pandereta en un coro folk que se ha formado en la parte delantera del escenario. Hasta este momento servidor ha visto lo que esperaba: buenos músicos sentando cátedra y unos centenares de fans delante babeando con sus habilidades. Pero todo ello cambia cuando Portnoy presenta a McPherson y nos dice que va a interpretar un tema de su banda, Alpha Rev, solo en el escenario. Y dicho y hecho, McPherson se calza la acústica y nos deleita con una maravillosa ‘Colder Months’ que pone la piel de gallina, y no precisamente por el frío. El público presta atención y muestra respeto, aunque no se pueden dejar de escuchar los murmullos de los típicos que no callan. Imagino que es un milagro que eso suceda nunca.

Pero lo mejor está por venir pues cuando McPherson acaba el tema, empalma sin fisuras con uno de los temas más esperados de la noche, ‘Peaceful Harbor’. El rugido de aprobación del público es ensordecedor y la banda lo agradece con unas de las interpretaciones más bonitas que he visto jamás sobre un escenario. El tema va creciendo musicalmente y se va retroalimentando de la energía de la muchedumbre, que hace lo propio, y todo acaba en el éxtasis épico que es este tema en disco, pero multiplicado por cien. Incluso Neal Morse levanta la mano en los momentos finales para darle más épica al asunto desde su pedestal al fondo del escenario. Y cuando aún no nos hemos recuperado, ataca la banda con ‘The Storm’, una canción exquisita cuayo estribillo es coreado a una por todos los presentes. Ahora sí, se está viviendo la magia que casi todos intuíamos que esta banda podía crear esta noche.

Solo por este último tramo ya ha valido la pena estar en Razzmatazz 2, pero con toda la carne en el asador y el trabajo duro hecho, la banda ya lo tiene ganado y opta por seguir con la fiesta atacando ‘Cosmic Symphony’, el tema dividido en tres movimientos que cierra su segundo disco. Tras otra ración de progresivo en vena, la banda se despide con el single de ‘Second Nature’, ‘Mask Machine’, un tema directo y certero que es de lo más convencional que han parido Flying Colors. Tras una breve pausa, vuelven los cinco magníficos a escena para cerrar, esta vez sí, la noche con ‘Infinite Fire’, el tema que cerrara en su momento su disco de debut y que también hoy encaja perfectamente como colofón final.

Concierto totalmente de menos a más. Un inicio un tanto de manual fue seguido de un momento de comunión total entre banda y público que ya no desapareció hasta la nota final. Una gozada ver a todos estos monstruos darlo todo en un mismo escenario. Todos han tenido su momento de lucimiento sin recurrir nunca a un momento de solo ni nada parecido. Todo siempre bien encajado en los temas y sin necesidad de alargar el setlist porque sí. En Flying Colors hay músicos tocando al servicio de la música en todo momento, sin florituras innecesarias ni virguerías que sobren. Mención especial a las voces de Neil Morse y Portnoy que apoyaban de manera perfecta a McPherson para crear también brillantes paisajes vocales que complementaban a la música. Flying Colors son una banda que, por definición y naturaleza, se va a prodigar poco por los escenarios del planeta. Espero, eso sí, que ésta no sea la única oportunidad de poder disfrutarlos en directo, porque si se puede repetir, repito.

Texto y Fotos: Edko Fuzz