Apetecible velada de Power Metal la que nos esperaba en el Espacio San Miguel del Palacio de Vistalegre de Madrid. La gira del 25 aniversario de Gamma Ray, uno de los puntales históricos del género, acompañados por los jóvenes y prometedores Neonfly y la “superbanda” (luego explicaremos las comillas) Serious Black, no era como para perdérselo.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

La tarde se presentaba realmente fría, así que aprovechamos el tiempo de espera para guarecernos en un bar y ver un rato de fútbol, algo que, como estaba cantado, quitó bastante público a los dos primeros grupos, ya que una buena cantidad de gente no entró hasta que el clásico no acabó. Tras los sucesos de París, tanto en el exterior como en el interior del recinto se notó el refuerzo de seguridad, y es que no es habitual ver tanto policía y tan armado en estos eventos. Aún así el acceso fue fluido, quizá gracias al fútbol, que hizo que la gente fuese entrando poco a poco. Ironías de la vida.

A las 19:30 en punto hacían acto de presencia los británicos Neonfly. Con su guitarrista Frederick Thunder como líder visible, ataviado con una especie de brazalete de plumas, empezaron sin miedo y con mucha entrega a pesar del aspecto un poco desangelado que tenía la sala en aquellos momentos. “Whispered Dreams” sonó bien, con un buen estribillo que a buen seguro se coreará en lugares donde sean más conocidos, ya que el “Fire, fire…” se nos quedó metido en la mente un buen rato.

 

“The Enemy”, de su primer álbum, fue la siguiente en caer, con un buen juego de guitarras dobladas y la voz Willy Norton en buen estado y facturando buenas melodías. La parte más pausada y pesada tras el estribillo enfrió algo el asunto, pero se recuperaron bien con los solos. Es una banda joven y en algunos aspectos se les notaba todavía algo verdes, como tomarse con algo más de tranquilidad los cambios de ritmo de “The Revenant”, dándoles la dinámica que merecen. Les pudo algo el ansia, o esa impresión me dio. Con los reconocibles y alegres teclados de “Heart Of The Sun” continuaron. Corte muy clásico de Power Metal que consiguió mover al escaso público allí presente y que gustó.

Nos estaban dejando un buen sabor de boca. Sin estar dando un grandísimo concierto, poseen buenas melodías, una ejecución correcta y lo único que se les podía echar en cara era esa pequeña falta de madurez, que a buen seguro irán puliendo en la gran cantidad de fechas que tienen en esta gira.

 

“Highways To Nowhere”, la que fue elegida para grabar el video single de su más reciente trabajo, sonó con una potencia que no habían sonado sus predecesoras. Las plumas deben ser muy del gusto de Frederick Thunder, ya que en este caso apareció con una especie de casco guerrero coronado por una cresta de plumas de lo más vistoso. Un Frederick, por cierto, que se mostró de lo más activo, que se dirigió al público en perfecto Castellano (su madre es Española), y que tras el concierto nos concedió su atención y mandó un saludo a todos los lectores de este medio. Un tipo de lo más agradable.

Había llegado el momento de terminar, y lo hacían con “Morning Star”, de su primer lanzamiento, que con ese comienzo casi arabesco y su posterior desarrollo más Heavy que Power puso un buen broche a su actuación. Cierto es que deben pulir cosas, pero dejaron buen sabor de boca y tienen futuro por delante.

Tras un breve cambio de escenario llegaba la hora de Serious Black, catalogada por muchos como la nueva “superbanda” del metal centroeuropeo. Bueno, vayamos por partes. Para empezar el grupo está compuesto por Roland Grapow (Masterplan, ex – Helloween) y Dominik Sebastian (Edenbridge) a las guitarras, Thomen Stauch (ex – Blind Guardian) a la batería, Mario Lochert (Emergency Gate, ex – Vision Of Atlantis) al bajo, Jan Vacik (ex – Dreamscape) a los teclados y Urban Breed (ex – Tad Morose) a la voz. Tras comenzar el concierto se sucedieron miradas de extrañeza, algunos de los que estábamos más retrasados nos acercamos a posiciones delanteras para observar mejor… ¿Cuál fue nuestra sorpresa? Pues que por allí ni rastro de Roland Grapow ni de Thomen Stauch, precisamente los dos grandes nombres que se anuncian al publicitar a la banda y que son el mayor reclamo que utilizan.

 

No fue hasta después del concierto, y tras una buena búsqueda por internet, que llegué hasta la información de que Roland Grapow no viajaba para cuidarse su tinnitus y que Thomen Stauch también se quedaba en casa por una hernia discal. Problemas, ambos, que justifican sobradamente su ausencia. Y aunque los sustitutos que vinieron, Bob Katsionis de Firewind y Alex Holzwarth de Rhapsody Of Fire, cierto sentimiento de estafa nos sobrevino a muchos, pero decidimos disfrutar del concierto, o por lo menos intentarlo, ya que ahí vino el siguiente problema: el directo que cada vez tiene menos de directo. Y me explico: como todos sabréis el Power Metal quizá sea uno de los estilos en el que los coros grandilocuentes y las orquestaciones están más presentes.

Bien, después de la sorpresa inicial de la formación, de discutir si este era Tal o Pascual, nos pusimos a escuchar. “Akhenaton” ya había sonado e íbamos por el estribillo de “Trail Of Murder”, con un Urban Breed mostrándose en muy buena forma apoyado por unos grandísimos coros, pero… un momento… miro a un lado del escenario, al otro… observo con atención a cada uno de los integrantes no fuese a ser… Pues efectivamente, los coros de la voz principal, tanto en la octava aguda como en la octava grave, así como otras segundas voces y ciertas orquestaciones y colchones de teclado estaban siendo disparados, es decir, reproducidos desde una fuente externa, pregrabados. Lo peor de todo fue que no se molestaron en ocultarlo, no había ni un solo pie de micro en el escenario, muchas veces Urban se quitaba el micro de la boca y seguían sonando voces… En fin, lo que a mi juicio es una auténtica vergüenza. Una cosa es llevar ciertas cosas disparadas y otra eso. Aunque no sé que me dio más pena, si que músicos tan reputados tiren de esos “recursos” o que siga habiendo mucha gente que ni se dé cuenta de lo que ocurre en el escenario.

 

A raíz de aquí mi interés por el concierto se diluyó al mínimo y el sentimiento de estafa aumentó. Bien es cierto que musicalmente ejecutaron muy bien su repaso a su primer y único disco hasta el momento y que el medley entre” I Was Made For Loving You” de Kiss y “Rock You Like A Hurricane” de Scorpions divirtió bastante al público. Poco más que decir queda. Que si esta es su forma de proceder conmigo que no cuenten. Espero, por el bien de la música y de su reputación, volverles a ver actuando como verdaderos profesionales.

Pero quedaba lo bueno, por lo que realmente estaba todo el mundo allí. Ya con un ambiente mucho más caldeado, nos disponíamos a presenciar el 25 aniversario de una banda que ha marcado la historia del género. Y con un hecho histórico, y es que desde que en 1994 Ralf Scheepers abandonó la banda, Kai Hansen se había hecho cargo de las voces a tiempo completo. Para esta gira anunciaban que contarían con un nuevo cantante, Franck Beck, para apoyar vocalmente a Kai, quien no aguanta ya al 100% la totalidad del concierto.

Esto planteaba un avivado debate previo al show: por un lado le honra reconocer que ya no da tanto de sí y le pone remedio, por otro… pues podría haberse cuidado más y no haber llegado a este punto. Como digo, opiniones para todos los gustos se comentaban por allí hasta que empezó a sonar el “Bad Reputation” de Joan Jett y se apagaron las luces. El mencionado clásico sirvió como intro de la intro, el habitual “Welcome”, con el que dieron paso a “Heaven Can Wait”, como no podía ser de otra manera, y comenzó el delirio. La gente desde un primer momento estuvo entregada, cantando brazos en alto cada estrofa y, sobre todo, cada estribillo, donde la sala se convertía en una única voz que bien servía a Hansen de apoyo, mucho más que eso, mientras mantenían la formación clásica, todavía sin Franck Beck sobre las tablas.

 

Tras un breve “¡buenas noches, Madrid!”, sorprendieron con “Last Before The Storm”, de la época Scheepers, que llevaban varios años sin llevar al directo. Sonó fresca y potente, con un Dirk Schlachter inconmensurable al bajo, y un Henjo Richter haciendo el trabajo en la sombra. Si Kai es la diversión y el alma del grupo, Henjo es el trabajo y la música de los germanos. Llegó el momento de presentar en sociedad a Franck, y Kai lo hizo con unas palabras que revelan lo que se le pasa por la mente. Lo presentó como el cantante de apoyo en esta gira y quién sabe si el futuro cantante de Gamma Ray. Y es que por todos es sabido que, ya desde tiempos de Helloween, Kai Hansen se encuentra mucho más cómodo si solo tiene que estar pendiente de la guitarra. Y lo comprobamos, ya que desde que salió Franck, en los momentos en lo que se alejaba del micro y se subía a la tarima de la batería con su clásica pose, se le vio disfrutar mucho más.

“Fight” fue la prueba para Beck y el público se enfrió un poco, por un lado por estar pendiente del nuevo miembro y por otro porque, seamos realistas, muchos de los que estábamos allí no habríamos metido ese tema en un set list de grandes éxitos de Gamma Ray ni de lejos. A raíz de ahí la cosa fue viento en popa, con Franck y Kai alternándose en las voces, unas veces cantando diferentes estrofas cada uno, otras simplemente apoyándose el uno al otro en ciertos tonos. La verdad es que el experimento no cuaja mal, aunque Franck tuvo algunos momentos en los que flojeó, que de momento no se le tienen en cuenta dada su tan reciente incorporación a la banda.

 

“One With The World” nos devolvió a lo que todos queríamos, los auténticos clásicos de la banda. Gozaban de un buen sonido y la interpretación estaba siendo notable, así que no había nada en contra para disfrutar de canciones con las que muchos, los más jóvenes del lugar, hemos pasado nuestra adolescencia. Y llegó uno de los momento esperadísimos por buena parte de los presentes. Y es que puede estar trilladísima, puede sonar a todas horas en los bares, pero “I Want Out” sigue llevándose la palma en directo. A pesar de que, para mi gusto, la parte del parón, en la que Kai se arranca con el reggae, sobre. Bien es cierto que le da un nuevo aire al clásico de Helloween, pero como broma de 4 compases queda gracioso, como desarrollo de 2 minutos no tanto. Ni que decir tiene que fue uno de los temas más coreados de la noche y que puso la sala patas arriba.

“Valley Of The Kings” y la preciosa “The Silence” supusieron una dupla que enamoró a todo el mundo y dio paso a los ya consabidos solos. El de batería a cargo de Michael Ehré fue bastante normalito, y, a mí por lo menos, me hizo echar de menos a Dan Zimmerman, mientras que el de Dirk al bajo tuvo bastante más nivel. Mientras sonaba esa intro que casi se ha convertido en un cántico sagrado más que es “Induction” fueron volviendo todos al escenario (¡Illuminati, you’ve come to take control!…)

 

Era obvio que lo siguiente sería “Deathrone Tyranny”, que tuvo una gran acogida, pese a que para muchos aquel “No World Order” no fuese muy de su agrado. Cosas de la vida, presentando aquel disco, como teloneros de Iron Maiden, en el mismo Palacio de Vistalegre (en el coso completo), les vi dar el mejor concierto que les recuerdo, llegando casi a comerse a los cabezas de cartel, tarea realmente difícil tratándose de quien se trataba, en apenas media hora. En esos recuerdos andaba yo mientras sonaban “Empathy” y “Master Of Confusion”, otros dos cortes que jamás habría elegido para un set list de grandes éxitos, y más a la postre viendo las que quedaron fuera. Pero quisieron dar presencia a todos sus discos, que le vamos a hacer.

Aunque les perdonamos en seguida, ya que el medley que nos ofrecieron a continuación fue casi de infarto: “Rebellion In Dreamland” casi entera, “Heavy Metal Universe” y sus reminiscencias a Manowar, “Ride The Sky” y “Somewhere Out In Space” sonaron concatenadas en más de 10 minutos de disfrute máximo.Con esto se despedían momentáneamente y volvía con otro medley, esta vez con el “Heading For Tommorrow” casi en su totalidad unido al final de “Avalon”. Enorme.

 

Con la gente extasiada comenzaron a sonar las primeras notas de “Send Me A Sign” y la locura se apoderó de la sala hasta el final, ya que Kai había anunciado que sería la última. Pensábamos que sería broma, pero no, fue la última, así que ahí terminó un gran concierto de celebración de su 25 aniversario, que podría haber sido apoteósico y por lo que alguno salió con un pequeño sabor agridulce en la boca. Que en una celebración tal no sonasen “Land Of The Free”, “Man On A Mission” o “Lust For Life” clama al cielo.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López