La recién finalizada edición de EtnoSur, en Alcalá la Real, tuvo como producción propia este año un interesante concierto de Guadalupe Plata, al llegar la medianoche del sábado 18 de julio. Sin salir en ningún momento de los sonidos de la banda ubetense, el flamenco de Daniel Navarro, Antonio Campos y Javier Rabadán entró en los conceptos de Perico, Juan y Carlos.

Al llegar la medianoche, cuatro sepultureros comenzaron a desfilar con un ataud entre los miles de seres humanos presentes en el lugar. Desde el escenario, Antonio Campos cantaba martinetes a la comitiva que se abría paso entre la gente. Entre los últimos versos del cante, los sepultureros ponen en pie ese ataud sobre el escenario, con sonidos de yunque comienza a sonar Serpiente Negra, en su denso y rotundo concepto sonoro. De repente, cae la tapa y empieza a andar el muerto, interpretado con gran arte esta noche por Daniel Navarro, y baila una escobilla en la parte final del tema, porque Serpiente Negra siempre fue en el fondo un flamenco jaleo, esta noche se descubrirá ese lado flamenco aparentemente oculto pero rotundamente presente que hay en el fondo de Guadalupe Plata. Serpiente Negra es buen tema para reflejar estas cosas, con su cosa blues de sentimiento rock y flamenca esencia, un tema que podría ser una banda sonora de película de Tarantino, el tiempo en un desierto en New Mexico, el compás por la ruta 66 a la hora de la siesta.

No es una noche para el encuentro del flamenco con el blues, es otro estado de cosas, las variaciones musicales y estéticas de Guadalupe Plata son mínimas respecto a lo habitual en la banda de Úbeda. Es algo mejor que un encuentro forzado, se trata de elementos muy flamencos insertados con naturalidad en los mundos de Guadalupe Plata, descubriendo el carácter flamenco que ya había en lo que es uno de los más interesantes proyectos del blues actual.

Mary no baila el boogie en El Boogie de la Muerte mientras suenan las palmas por tangos entre los conceptos del slide, ritmos convincentes que hipnotizan a las cosas sentimentales. Filo de Navaja seguiriyero, que gran momento al entrar el concreto cante del reniego como lo hacía Tomás Pavón. Parece casi una contradicción conceptual, una seguiriya profunda metida en el tema que quizás más roza aunque sea sutilmente el mundo jazz en el repertorio, pero tiene sentido. Muchas de las cosas que suceden esta noche son contrapuestas, y precisamente el enfrentamiento de conceptos hace posible el sentimiento punk de lo planteado. Porque esta noche, en realidad, es ante todo muy punk en cuanto a las intenciones, y esa actitud punk provoca que todo resulte natural y honesto.

Soy consciente, en apenas tres párrafos ya he nombrado al blues, al punk, al rock, al jazz, martinetes, seguiriyas, y ya puestos hasta el microondas donde calienta Tarantino el café por las mañanas. Puede parecer un puchero muy extraño de cosas, como ese bajo barreña de Paco Luis Martos, pero es que Guadalupe Plata se puede definir como banda de blues porque es a lo que más se acerca. Yo lo dejaría en que Guadalupe Plata es una banda muy propia que hace cosas, y ya. Que pereza estar etiquetando todo el tiempo. Pero hay que seguir etiquetando, siempre que la etiqueta sea para hacer a la idea de conceptos que suceden, nunca para concretar y encerrar en una palabra lo que ellos hacen.

"Maldita rata malnacida, no te comprendo, vengo a escupir sobre tu tumba, zapatearé sobre tus huesos", y el muerto está allí al fondo, suena el sentido percusivo de sus pies en escobilla que alterna con el toque del yunque martillo en mano. La letra de Rata es metafórica como es costumbre en el delta blues, en este tema que en base realmente resulta muy rythm and blues. Que curiosas resultan las cosas mientras avanza la madrugada.

Guadalupe Plata hace un Funeral a John Fahey, del mismo modo pero por otro lado que aquel ser humano criado en Maryland se montó su funeral a John Hurt. Sí, estamos en un funeral y mientras tanto, Antonio Campos toca la guitarra flamenca por rumba.

Llueven Serpientes Negras mientras avanza la noche, entre las cosas entretenidas de Perico con su sonanta eléctrica entra de repente el cante de Antonio Campos por petenera, aquella letra de la bella judía. Por martinete Huele a Rata al compás del martillo antes de llegar al sonido del Esclavo.

Cementerio, en este cementerio hace tanta calor, que hasta el muerto saca sus huesos a la luna para bailar entre un cante por saeta, un momento sobrecogedor. Muere la bonita Milana de aquella escena rural de impotencia, milana protagonista de uno de los momentos más profundos del cine español, y la rabia se traduce en la frenética escobilla del muerto que se resiste a volver a su tumba.

Hueso de gato negro, la mató en agosto afectado por la calor, sin compasión. Sigue el sonido que se mete en el cuerpo como un mantra, esas cosas de Perico, Juan y Carlos. Momentos grandes e intensos, antes de llegar al asesinato en la Calle 24.

Con el diablo en el cuerpo reaparece el muerto sobre el escenario, tiene que hacer su último baile antes de regresar a su ataud para la eternidad del tiempo. Los sepultureros cierran la tapa, el muerto ya no volverá a ser ese zombie que sale de su tumba para realizar sus últimos bailes en densas atmósferas inquietantes. Los sepultureros se llevan el ataud mientras suena un cante seguiriyero, se hace el silencio en la madrugada…

Por Jaci González (cortesía por aireflamenco.com)
Fotos Sitoh Ortega y Ana Pancorbo