Siempre que oímos ‘rock sureño’ nos vienen inevitablemente a la cabeza los nombres de siempre, esas grandes bandas que han marcado a fuego los cimientos del género, ZZ Top, The Allman Brothers, Molly Hatchet, Blackfoot y por supuesto Lynyrd Skynyrd… Sin embargo eso es sólo la punta del iceberg, el southern esconde mucho más, muchas bandas más y justo a estas últimas le debemos el nacimiento de Skinny Molly, a quien gracias a R.M. Concerts/Sun On Concerts tuvimos el privilegio de disfrutar este 14 de octubre y que durante un par de horas convirtió Madrid en Nashville.

Texto: David Aresté
Fotos: Susana Manzanares

Una vez más, se volvieron a alinear los planetas y nos encontramos en la encrucijada de tener que elegir entre un puñado de buenos conciertos esa noche en la capital y para más inri en pleno corazón de uno de los puentes más deseados del año para salir de la ciudad. En definitiva, un cúmulo de circunstancias que propiciaron que estos auténticos monstruos sureños no tuvieran todo el público que se merecían.

  

Ahí es donde está el privilegio como decíamos, en que Skinny Molly lejos de desinflarse visto el panorama lo que hicieron fue todo lo contrario, nos dieron un concierto sobresaliente, espléndido, digno de un aforo de 1000 personas, así de grandes son, así de señores. La formación encabezada por Mike Estes, el que fuera guitarrista y miembro fundador de los legendarios Lynyrd Skynyrd y Blackfoot, dio buena muestra toda la noche de aquello de quien tuvo retuvo, además de mantener el tipo ante escasas 30 personas como si fueran 300.

Esas veces es ahí también donde se ve de qué pasta están hechos los músicos y si dan la talla, porque ante un panorama tal, lo más fácil sería caer en la desgana y dar un concierto justito para cumplir. Lejos de eso, su opción fue entregarse 200% a esas 30 personas que se merecían lo mejor sólo por estar ahí entregados, porque eso si, poco público pero dándolo todo y bien conscientes de la suerte de llevarse un bolazo así para ellos solitos. Un lujo y a la vez una pena… extraña sensación.

  

Puntualísimos y sin teloneros, los Skinny abrieron la noche con ‘Here for a Good Time’ de su último trabajo, mensaje casi premonitorio de la noche que ibamos a pasar y ya desde los primeros segundos aquello empezó a vibrar. Era nuestra primera vez, la anterior ya se nos escaparon y había que ponerle remedio, no podíamos dejar pasar otra vez semejante LECCIÓN de rock genuino, profesional y electrizante.

Estos maestros no dejaron de ilustrarnos con temas de toda su discografía, no muy extensa pero extraordinaria, y cómo no, de lo que todos estábamos deseando escuchar no nos engañemos, temas de siempre de Lynyrd, de Blackfoot y hasta de Free, llevándonos por el delirio musical hasta llegar a dos horas completas de reloj que no se nos hicieron ni la mitad, y no, no es una forma de hablar. Ya firmamos porque cada concierto fuera así, sin tregua sin pestañear, sólo dejándonos llevar por los maestros al son de una cascada de temas que levantan la fibra capilar hasta al más pintado y coronar con ese Free Bird que nos regalaron no tiene precio.

  

Texto: David Aresté
Fotos: Susana Manzanares