El cartel de este año del Resurrection Fest. pintaba muy bien ya desde la fiesta de presentación gratuita que tendría lugar el miércoles, con dos principales atractivos de altura como eran Pro-Pain y Biohazard. Así que, en contra de lo que hizo mucha gente, que llegó directamente el jueves, a primera hora de la mañana poníamos rumbo a Viveiro para poder llegar con tiempo, preparar todo con tranquilidad, disfrutar del bello entorno y entrar en faena con un festival que iba a dar mucho de sí.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

Tras un viaje sin sobresaltos llegamos a tierras gallegas pasado el medio día y nos dirigimos a la entrada del ResuCamp, lo que sería nuestro hogar durante las cuatro jornadas siguientes. Fue la mayor espera que tuvimos que soportar en todo el evento, una escasa media hora hasta que nos dieron la pulsera y nos asignaron nuestra parcela, entre las calles Cliff Burton y Johnny Ramone. Tras montar nuestra humilde morada nos dirigimos a recoger nuestras acreditaciones, donde pensábamos que igual habría más lío. Nada más lejos de la realidad, diez minutos después estábamos listos para comenzar a disfrutar de la décima edición del Resurrection Fest. No sin antes, eso sí, degustar la gastronomía local, admirar las vistas y relajarnos un poco de cara a lo que se nos venía encima.

Pasadas las seis de la tarde accedíamos al recinto, sorprendidos por la amabilidad de la seguridad, que, como muchos de vosotros sabréis, en este tipo de eventos muchas veces su carácter no es el más deseado por los asistentes.
Siendo la fiesta de presentación gratuita solo estaba disponible la primera zona del lugar, la que rodeaba al Ritual Stage, pero fue más que suficiente, con una barra bastante amplia donde no se formaron demasiadas aglomeraciones, variados puestos de comida y los servicios pegados a la entrada. Tras cambiar nuestro dinero por Tokens, la moneda del festival, ya no nos quedaba nada más que hacer que dirigirnos a nuestra primera parada de la tarde/noche: Mutant Squad.

   

Los de Santiago salieron al escenario a por todas. Pla, Dean en mano, exhortaba a la audiencia con un “¡¿Qué pasa Viveiro?!” antes de dar comienzo a “Overdose”, corte que abre también su álbum “Titanomakhia” y que desató el entusiasmo y los primeros pogos de este Resurrection Fest.
Fue un buen comienzo, con algún fallo de ejecución sin ninguna importancia, que hizo que los más distraídos se acercaran rápidamente hasta el Ritual Stage, aumentando rápidamente la audiencia.
Con “Remember” echaron la vista a atrás hasta su primer lanzamiento, y se formaron constantes circle-pits que daban un gran ambiente a la actuación, que mejoró notablemente, en cuanto a sonido, en este segundo tema.

Con “The Third Eye” y “The Machine” llegaron quizá los mejores momentos del concierto. Entregados y muy contundentes, con Campi al bajo haciendo una gran labor y un público bastante entusiasta. Nada como jugar en casa. Estaban sonando bien, aunque ciertos finales algo dubitativos y pequeños fallos en los parones me hicieron pensar en que quizá no se oían bien o que pudiesen estar algo nerviosos. Aún así nada que empañase su actuación.

   

Pla se dirigía al público para contarle cierta polémica surgida con Mastodon y acto seguido atreverse con el “Crystal Skull” de los americanos.
Tras una buena ovación atacaron con “Rage of Ohms”, para mí de sus mejores temas, y que estaba sonando realmente bien hasta que tuvieron algún problema por el cual tuvieron que parar en medio de la canción para retomarla poco después. Cosas del directo, aún así actuaron con total naturalidad y no se acusó demasiado el breve parón.
Tras avisar que íbamos a viajar a los 70, y que quién no conociese el tema que iba a sonar debería irse a casa a estudiar, se arrancaron con otra versión: en este caso fue un “Supernaut” de Black Sabbath muy bien ejecutado y adaptado a su estilo.

Anunciaban la última, que no podía ser otra que “Mutants Will Rise”, con la que se desató un circle-pit de lo más salvaje y el público terminó puños en alto y un buen nivel de entrega. Parecía que se retiraban, pero Pla se volvió para preguntar tras la tarima de la batería y alguien le comunicó que tenían dos minutos más. Ni cortos ni perezosos se arrancaron con un velocísimo “Refuse/Resist” de Sepultura, poniendo, ahora sí, punto y final a una buena actuación.
La calidad la tienen, y lo demuestran, y cuando pulan ciertos aspectos como esos finales y parones a veces dubitativos, tendrán mucho ganado y darán que hablar, seguro.

   

Breve tiempo para respirar, acudir a por un refrigerio y tomar posiciones para presenciar a una de nuestras bandas más internacionales: Killus.
Los de Vila-Real salieron a escena a las 19:40, hora exacta prevista para el comienzo de su actuación. Aquí empezábamos a comprobar que los horarios se cumplirían a rajatabla, salvo contadas excepciones que ya comentaremos, algo que es de agradecer y que vuelve a hablar muy bien de la organización.
Durante la intro y el principio de “Crush Our Minds” no se oyeron las guitarras, problema que fue subsanado rápidamente. Ataviados con su maquillaje y su indumentaria característica tuvieron un comienzo algo dudoso, en el que el sonido no terminaba de cuajar, comiéndose la electrónica a todo lo demás cuando ésta sonaba.

“Bastards”, uno de sus cortes más reconocibles, era la siguiente en caer. Con un sonido mucho más ajustado, aunque con poca presencia vocal para mi gusto, consiguieron levantar al público que se había quedado algo frío. Contundentes y precisos.
La actividad en el escenario era frenética, sin dejar un momento de dar saltos, gesticular, animar al público e intercambiarse posiciones constantemente. “Holy Bible” y “Fuck ‘n’ Roll” sonaron más que decentes, aunque quizá al ser una voz algo lineal, la de Supersixx, y estar tan enmascarada en el entramado sonoro del grupo, había momentos en los que perdían conexión con la audiencia, como quedó demostrado con el “¡Vamos, un poco de movimiento joder! que provino desde el escenario antes del comienzo de “Vehemence”,
“New Army Without Fear” puso de manifiesto algo que ya venía rondando por mi cabeza, y es que con esa magnífica electrónica que llevan, que muchas veces carga con todo el ritmo del tema, es una lástima que la lleven toda disparada y no tengan a alguien sobre el escenario trabajándola a tiempo real. Aún así ellos, instrumentalmente, estuvieron perfectos, sin fisura alguna.

   

Prosiguieron con “Welcome To My Madness” y “Death Gun”, esta última de su primer disco, y seguramente fueron los mejores momentos de los castellonenses sobre el escenario, algo que se transmitió inmediatamente al público, que se entregó en cuerpo y alma, sobre todo con “Death Gun”.
La algarabía continuó con una terna de infarto que les sirvió para dar por cerrada su actuación: “Darkness Of The Crypt”, “Feel The Monster” y “Dead Revolution” sonaron realmente bien y la audiencia los disfrutó tanto como ellos sobre el escenario, donde se sucedían, al igual que en el foso, los empujones, los saltos e incluso los escupitajos.
Buen concierto, a pesar del asunto ya comentado de la voz, que quizá en algunos momentos les hizo pecar de una mayor linealidad de la que realmente tienen. Sin duda Killus son un valor en alza, como así demuestran sus periplos por Europa. En este caso quizá una mezcla un poco más vocal habría ayudado, porque el resto de la banda estuvo realmente bien.

Tras otro breve lapso de tiempo, que la gente aprovechó para sentarse e hidratarse, salían a escena los coruñeses de Bastards On Parade.
Nada más arrancar con “Death Shore Pirates” se desató la locura, controlada, entre el público. Aunque ellos estaban algo fríos y estáticos sobre el escenario, su Folk-Punk de aderezo celta, con su gaita y su acordeón, animó a la gente instantáneamente. “Swallows In The Sea”, de arranque más folkie, mantuvo su enérgica y divertida propuesta, en la que por momentos recordaban a los gran Dropkick Murphys. Me sorprendía que no se sacasen más partido sobre el escenario, pero poco a poco se fueron soltando más y tras “Drunken Haze” y “Old Man Booze”, la primera de raíz más Punk, y la segunda con un comienzo muy guitarrero para luego dejar el peso a la gaita y el acordeón, se les vio mucho más sueltos sobre las tablas.

   

Tras un parón para presentarse encararon “Bootleggers”, muy bien recibida, y “Fighting For Gold”, muy coreada, y es que su magnífico estribillo se presta a ello. A pesar de la diversión generada se empezaba a echar en falta un poco más de variedad entre sus temas, pero al público en general no parecía importarle y al final eso es lo que cuenta: hacérselo pasar bien a tus seguidores. “Stinky Ship”, veloz y guitarrera, sonó en una onda muy Rancid o NoFx, para acto seguido presentarnos un nuevo tema, que lleva por título “Bill Of Goods” y que seguramente forme parte de su próximo disco. “Infamous” y “Shallow Waters”, de su primer y segundo lanzamiento respectivamente, sonaron bien y animaron a la gente a levantar sus bebidas al ritmo de la música.
Tocaba ahora la parte del concierto, que ya encaraba su recta final, más apegada a casa. Y es que enlazaron “Muiñeira de Chantada”, “Pastoriza” y “Quen tenha vino”, en lo que fue toda una oda a su tierra. Entre el público se pudo ver alguna que otra bandera galega y mucho entusiasmo.

Terminaron con “Were Coming Back” un buen concierto, en el que, si bien es cierto que muchos de los temas sonaron muy parecidos, divirtieron mucho al personal y demostraron su personalidad. Algo estarán haciendo bien estos gallegos cuando ya han estado girando por países como Alemania y en la jornada de apertura del Resu contaron con una buena cantidad de gente para verlos. Como sucede en estos eventos muchas veces el cansancio, las condiciones climatológicas, los horarios… o todo junto a la vez hace que no puedas ver todo lo que te gustaría. En nuestro caso tuvimos que perdernos a los franceses The Decline para afrontar con garantías los dos platos fuertes de la noche: Pro-Pain y Biohazard.

Fueron Pro-Pain los primeros en aparecer con muchas ganas y muchos problemas de sonido. Durante los primeros temas el bajo de Gary Meskil no se oyó, en incluso petardeó en varias ocasiones. Todo apuntaba a algún problema con el cable o la caja de inyección, pero tardó varios temas en subsanarse. Mientras tanto la banda actuó como si nada, incluso cuando los asistentes aparecían en el escenario para solucionar el asunto. Muchas tablas demostraron con esto, y es que ya desde el comienzo con “Deathwish” sonaron altamente contundentes y no prestaron atención a nada más que tocar y que el público lo pasase en grande. “Stand Tall” y “Suck To Be You”, aún con problemas, ya que el bajo sonaba intermitentemente, atronaron y la actitud sobre el escenario no decaía en absoluto.

Aún no habiendo dejado traslucir nervio alguno ante las adversidades, cuando encararon “Neocon” y “Un-American”, los dos temas que abrían, pero en orden inverso, aquel “Prophets Of Doom” de 2005, si que se notó que una vez sonando en plenas facultades la banda se soltó todavía más y el concierto fluyó todavía de mejor forma. El movimiento entre el público era incesante, y los pogos y circle-pits se sucedían uno tras otro.
Con “No Way Out” siguieron con temas antiguos antes de presentar el único corte de su reciente lanzamiento, el mes pasado, que ofrecieron en toda la noche. No fue otro que el que da título al disco: “Voice Of Rebellion, el cuál fue muy bien acogido a pesar de llevar poco tiempo en la calle. Quizá fuese esta la razón por la que no presentaron más temas nuevos, o también es posible que estén pensando pasar por aquí con su propia gira y no quisiesen quemar las nuevas composiciones. Sea como fuere, lo cierto es que sorprendió que no hubiese más representación del nuevo disco, pero a la vez hicieron disfrutar a los fans con un set-list prácticamente de grandes éxitos.

“Gone Fishin’”, “In For The Kill” y “Fuck It” no dieron respiro alguno y la gente ya se agolpaba hasta fuera de la carpa del Ritual Stage a pesar de una intermitente llovizna, nada molesta por otra parte.
Sobre el escenario no parecían acusar el cansancio, algo que si pareció entre el público, por momentos, con “Draw Blood”, en los que se percibió algo de frialdad comparado con el resto de concierto. Pero duro poco, porque “Shape Of Things To Come” puso la carpa patas arriba de nuevo, con un bestial circle-pit a petición de Gary que levantó polvareda e inyectó adrenalina a casi todos los presentes allí.
La hora de actuación de Pro-Pain llegaba a su fin y por ello no dejaron decaer el ambiente y cerraron con dos auténticos pelotazos: “Shine” y “Make War (Not Love)”. Gran concierto que se marcaron los americanos, a pesar de los problemas, con el que demostraron su gran estado de forma.

Pero para gran estado de forma el de los otros americanos de la noche: Biohazard. Los ahora liderados por Billy Graziadel salieron a comerse el escenario desde el primer segundo con una actitud, una fuerza y una energía que dejaron a todo el mundo entre boquiabierto y exhausto, ya que fue imposible no moverse con el chute de adrenalina que provenía del escenario. Ya desde el comienzo con el redoble de “Wrogn Side Of The Tracks” nos dimos cuenta que aquellos no iba a ser un concierto cualquiera. Para colmo continuaron con otros tres temas de su celebrado “Urban  Discipline”, que no fueron otros que “Shades Of Grey”, “Urban Discipline” y “Chamber Spins Three”. Cuatro de sus canciones más características para abrir boca, nada más y nada menos.

   

En el escenario la actitud era frenética, con un Billy Grazediel comiéndose literalmente el micro y bajándose entre el público, guitarra en ristre, para cantar “Shades Of Grey” mientras Scott Roberts y Bobby Hambel estaban inconmensurables en sus respectivas cuerdas y le daban a Billy un apoyo brutal en los coros, siendo muchos temas casi a tres voces. El público, como no, enloquecido, saltando y agitando la melena como si no hubiese mañana.
A todo esto, ¿alguien echó de menos a Evan Seinfeld? Está claro que forma parte inconfundible de la historia de Biohazard y que si se piensa… Pues sí, claro que se le echa de menos, pero lo cierto es que salieron tan en tromba y con tanta energía que a nadie le quedaron neuronas para dirigirlas a otra función que no fuese a lo que estaba pasando sobre el escenario.

Tras el repaso a “Urban Discipline” hicieron lo mismo con su siguiente álbum: “State Of The World Addres”, del que cayeron, casi sin darnos cuenta, “Tales From The Hard Side”, “Down For Life” y “How It Is”. Hasta el momento el tema más moderno que había tocado tenía 21 años. Y ellos parecían haberse quitado de encima unos cuantos ya que mientras Billy “agredía” el micrófono, Bobby y Scott no hacían más que dar vueltas sobre sí mismos, saltar y encararse al público, el cuál respondía de la misma forma, creándose una comunión entre banda y fans muy admirable.

  

“Vengeance Is Mine”, de su disco tras la reunión y posterior salida de Evan de la banda, fue la siguiente en caer. Quizá algo peor recibida, habida cuenta de los siete temas con los que habían comenzado, pero aun seguían con el respetable en el bolsillo.
Poco duraron las “moderneces” porque inmediatamente volvieron a echar la vista atrás para acometer “Resist” y “Love Denied”.
Tras un breve respiro atacaron con una versión que llevan mucho tiempo haciendo y que les queda francamente bien. No es otra que el “We’re Only Gonna Die” de Bad Religion. Dos bandas tan diferentes pero con tanto en común unidas en esta versión bajo la carpa del Ritual Stage. Éramos conscientes de que no quedaba mucho, el cansancio de todo el día iba haciendo mella, pero aún quedaba una buena traca final para irnos calentitos: “Victory” y las celebradísimas “Punishment” y “Hold My Own” pusieron punto y final a una actuación para el recuerdo.

Lo comentábamos hacia mitad de concierto y tras finalizar lo teníamos muy claro, Biohazard acababan de poner el listón bien alto para los días venideros.

Y con unas cervezas y un poco de cachondeo en el ResuCamp pusimos fin a una primera jornada muy satisfactoria. Quedaban 3…

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

Fotos Pro Pain: Resurrection Fest