Parecía mentira, pero ahí estábamos, levantándonos para afrontar la última jornada de un festival que estaba dejando grandes momentos para el recuerdo. Los días daban tanto de sí que teníamos la sensación de llevar una semana allí, con un cansancio acumulado importante, pero con un día por delante que tenía mucho ofrecer.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

Nuestra primera cita era complicada, porque coincidían en horario dos valores al alza de nuestro Metal. Y queríamos verlos a los dos. Mientras que Dawn Of The Maya actuaban en el Ritual Stage los valencianos In Mute estarían haciendo lo propio en el Chaos Stage. Así que con nuestro don de la ubicuidad, y alguna que otra carrera, conseguimos disfrutar de ambas bandas.

Dawn Of The Maya saltaron al escenario de la carpa ante un buen número de gente, que ya desde una hora tan temprana, estaba deseosa de su dosis de Metal diaria. Los de Pamplona venían con su lanzamiento del año pasado, “The Truth Is In Front Of You”, bajo el brazo como carta de presentación. Un disco que rebosa calidad por los cuatro costados y que, minutos después comprobaríamos que en directo no pierden en absoluto, al contrario.

La calma tensa de “Atmosphere” sirvió para ir poniéndonos en situación, para acto seguido reventar nuestros tímpanos y cuellos con “Everest”. La banda transmitía fuerza y rabia, sobre todo a través de su cantante, Igor, quién no paraba quieto y se dejaba las cuerdas vocales en cada sílaba. “The Balance Is Broken”, con esos cambios de ritmo tan marcados, sonó realmente bien, y junto con “Pacific” y esos pasajes guitarreros más melódicos dejaron claro que calidad hay, y versatilidad también.

El público estaba bastante entregado, y no era para menos, porque aun con cansancio encima lo que llegaba del escenario levantaba a un muerto. Y había más de uno por allí que lo necesitaba. Le llegaba el turno del único tema que caería en representación de su primer álbum, “Me, The Planet”. El elegido fue “Desolated Cosmos”, combinando agresividad y melodía con ese punto de electrónica tan interesante que a veces poseen. Con “Heavenly Fire” se organizaron buenos pogos y circle-pits durante los poco más de tres minutos que dura y fue de los cortes más celebrados, y es que es una canción que invita mucho al movimiento.

El principio de “Endless Void” puso un momento de pausa entre tanta locura, pero fue breve, ya que enseguida volvieron a machacar nuestros cuellos con ese riff pesado y contundente para en el estribillo mezclar voces melódicas y rasgadas con mucha maestría. Para finalizar todavía nos guardaban una dupla de infarto: “The Age Of Darkness” y “Purified In Blood”, dos temas que definen lo que son Dawn Of The Maya a la perfección, aunando técnica, brutalidad, melodía, movimiento, cambios de ritmo y, sobre todo, energía.

Gran concierto que volvía a dejar el pabellón nacional bien alto.

Como bien alto lo estaban dejando a escasos metros los valencianos In Mute, quienes con una imagen cuidada y agresiva daban buena cuenta del Chaos Stage ante, también, una buena cantidad de público. Una lástima que estas dos bandas coincidiesen en horario porque estoy convencido de que se quitaron público mutuamente. Pero así son las cosas, y tanto los que fueron a ver a unos u a otros seguro que salieron contentos. Sin dar tregua alguna salieron a por todas tras la intro con “Unusual”, que también abre su más reciente EP, “One In A Million”, y que nos ofrecieron al completo aquella tarde. Con una Steffi arrasadora, tanto vocal como visualmente, y una banda al completo que la acompañaba con contundencia y precisión, dejaron claro desde un principio que estaban allí para hacerse notar.

“One In A Million”, con ese estilo a caballo entre el Thrash Metal y el Death Metal escandinavo, nos hizo agitar nuestras cabezas desde el primer acorde, demostrando el porque con este EP, y su consiguiente gira, llegaron a ser ganadores de la Wacken Metal Battle en Alemania. El único corte de su primer disco, “Aeternum”, vino en forma de “Mar de Dudas”, que si bien en directo gana una barbaridad, si que denota la mejoría en la composición, desde aquel primer disco a su más reciente EP. Que cuatro años dan para mucho. Con “Out Of Control” vino uno de esos momentos inolvidables. Imagino que para ellos, que estaban encima del escenario todavía más, pero el Wall Of Death que se marcaron fue espectacular, todo guiado por una Steffi a la que no se le podían quitar los ojos de encima. Y es que nos pasamos la vida ensalzando lo de fuera, a gente como Angela Gossow, y no nos damos cuenta de lo que aquí tenemos. Una frontwoman de auténtica altura.

Las composiciones de In Mute también poseen un toque progresivo en ciertos momentos que les otorga todavía más personalidad. “The Cage” quizá no sea el ejemplo más claro de esto, pero si que en aquel momento llamaron la atención los cambios de ritmo, los brakes y los breves tappings. Las comparaciones son odiosas, pero su “Waiting”, con el que cerraron, siempre me traerá a la cabeza el “Ravenous” de Arch Enemy. Sea como fuere, terminaron como empezaron, por todo lo alto. Un gustazo ver la salud de nuestra música, además en unos estilos no mayoritarios en nuestro país, en un festival con tanta grandeza internacional.

Como he venido diciendo en las anteriores crónicas, no puedes asistir a todo lo que te gustaría en este tipo de eventos, y a pesar de que tenía marcados a Carnifex en mi agenda, las circunstancias nos obligaron a escucharlos desde el área de prensa, y sin duda que, si desde allí ya parecían estar dando un gran concierto, los comentarios sobre su gran actuación que me llegaron por todos lados estaban más que justificados. Ya listos, nos esperaba lo que, a la postre, sería prácticamente lo mejor del festival. Y es que las actuaciones de Skindred y Heaven Shall Burn fueron una auténtica pasada.

Comencemos con los británicos liderados por el carismático Benji Webbe, quienes lograron sin duda el concierto más divertido y con más comunión con el público de todos los que vimos. Los habíamos visto hace poco en la Caracol madrileña, y ya dieron un gran concierto, pero está claro que saben como desenvolverse en un festival, porque pusieron Viveiro patas arriba sin casi proponérselo, para sorpresa de muchos, que acabaron botando y bailando sin ni siquiera conocer a la banda.

“Kill The Power” fue el pistoletazo de salida, con un Benji Webbe, ataviado con un look para gente sin complejos, súper activo desde el primer momento. La respuesta de la numerosa audiencia no se hizo esperar y los botes y bailes se sucedieron por doquier, mientras que aquello de “We running it ,gunning it. You know you can’t kill the pooooower!” era cantado por una sola voz de miles de persona.

La siguiente en caer fue “Doom Riff”, que ya desde el principio puso otra vez a todo el mundo en movimiento con ese ritmo tan bailable, mientras que Benji no hacía más que interactuar con el público, pidiéndoles réplicas o simplemente dirigiéndose a ellos a cada instante. El frontal de escenario era suyo, y mientras no estaba tras su pie de micro con la bandera británica atada, estaba de un lado a otro del entablado. En tema y medio habían conseguido crear el ambiente más festivo de todo el Resu.

Continuaron con uno de sus temas emblema: “Rat Race”. El Reggae Metal de los británicos nos impedía estar quietos, y llegados al estribillo saltar como posesos. La banda estaba engrasada al 100%, y Benji, en el parón que hicieron jugó con el público como quiso, criticando a los de un lado porque según el lo hacían peor que los del otro. Él se echó unas risas, nos las echamos nosotros y todo el mundo feliz y en absoluta comunión.

“Pressure” y “Ninja” son dos de esos temas que en álbum no son de los más destacables, pero que en directo saben darles otro toque, y ¡vaya si se lo dieron!, aquello era un no parar y Benji lo tenía todo bajo control, como demostró el momento en que una ráfaga de aire se llevó la bandera que tenía atada en el pie del micrófono y, sin dejar de cantar ni perder el paso, alargó el brazo y sin mirar la cogió al vuelo, para terminar el tema con ella en mano.

Llegaba otro de los momentos que les gustan, otro momento de juego, de vacile: su particular medley entre uno de sus temas estrella, “Trouble”, y el “Sad But True” de Metallica. La gente seguía pasándolo en grande y no queríamos que aquello acabase nunca, pero ya desde un lateral del escenario les hacían gesto de que aquello tenía que ir terminando, aunque a la banda parecía importarle bien poco, y al vistoso cantante menos.

Con “Nobody” Mr. Webbe instó a los allí presentes a quitarse la camiseta y agitarla, “haciendo el helicóptero” a la llegada del estribillo. Aquello se convirtió en un mar de camisetas en el aire, con gente botando y cantando como si no hubiese mañana. Una auténtica gozada.

Vistos los gestos que les habían hecho con anterioridad, y que volvían a sucederse, pensamos que aquello había sido el final. Un final brutal, por otra parte. Pero no, Benji tenía algo más preparado y lo iba a ejecutar si o si. Tras un breve discurso dieron paso al que, esta vez sí, sería el último tema: “Warning”. Como hizo Max Cavalera un par de días antes, también nos instaron a agacharnos y saltar en el momento en que se nos indicase, y allá que fuimos, culminando una auténtica fiesta de la mejor manera posible.

Grandes Skindred, que se llevaron al público de calle, divirtieron como nadie y musicalmente estuvieron perfectos. De lo mejor.

Algo exhaustos tuvimos el tiempo justo de recargar pilas en el Pandemónium y volver a salir para ver el Main Stage ya decorado con el telón de los alemanes Heaven Shall Burn. Había mucha expectación por verles, y sin duda era por algo. La que liaron los hermanos Bischoff y compañía fue de escándalo, circle-pits gigantes, crowd surfing y wall of death incluido.

Ya desde la intro el público estaba inquieto y fue sonar los primeros acordes de “Counterweight” y empezar el espectáculo. Marcus Bischoff, tan bien vestido que no pegaba con su música, salió como un auténtico vendaval y los circle pits se sucedieron desde la primera estrofa hasta casi el final del concierto.

En “Profane Believers” comenzaron, en serio, los llamados crowd surfing. La gente era levantada en volandas y transportada por encima del público hasta la valla de seguridad que creaba el espacio entre audiencia y público, que servía además como foso para los fotógrafos. Bien, era increíble ver como uno detrás de otro, en un incesante goteo, iban cayendo al foso, para salir de allí corriendo, achuchados por los de seguridad, y volver a lo mismo. Hubo a quien vi 5 o 6 veces salir caer al foso. Y lo celebraban como si hubiesen ganado la Champions.

Mientras tanto, en el escenario seguía la música, y “Land Of The Upright Ones” sonaba brutal. La banda, como sus fans, tampoco paraba un segundo con constante movimiento e interpelación con el público. La energía que estaban desprendiendo los teutones era digna de admirar. Por algo son una de las bandas más aclamadas en su país, aunque por aquí se prodiguen poco. Con “Combat”, una de las mejores de la tarde, ya se notaba el esfuerzo en banda y público, como delataba la camisa de Marcus, llena de marcas de sudor y adherida a su piel.

Pero no bajaron el ritmo en ningún momento. “Hunters Will Be Hunted”, de su más reciente lanzamiento, volvió a poner Viveiro patas arriba y en “Forlorn Skies” la banda se dirigía al público para pedirles que botaran. ¿No hace falta que diga cual fue la reacción, verdad? Madre mía, y estábamos en el último día de festival, con todo lo que eso conlleva en cuanto a cansancio y destrucción. Pero cuando la energía llega de tal forma del escenario…

Todavía nos quedaba mucho por ver, y en el parón de “Voice Of The Voiceless” Bischoff nos preguntaba que si sabíamos lo que tocaba ahora. Los que conocen a la banda una ligera idea tenían y comenzaron a apartarse hacia ambos lados del escenario para preparar un wall of death impresionante. Para todo aquel que tenga curiosidad lo puede encontrar en Youtube grabado en 360º. Merece la pena.

Siguieron, sin bajar de marcha, con esa magnífica versión que ya han hecho tan suya que quien no la conozca podría pensar que es un tema propio: el “Black Tears” de Edge Of Sanity. “Trespassing The Shores Of The World” sirvió para terminar de rematarnos, de momento, ya que tras una breve retirada mientras sonaba “Awoken”, la intro del “Iconoclast…”, volvieron para una recta final de infarto.

“Endzeit” y “The Disease” fueron dos auténticos cañonazos, pero lo que ocurrió en el último tema, que no podía ser otro que “Like Gods Among Mortals”, es otro de esos momentos para el recuerdo. Mirar atrás y ver una gran nube de polvo y preguntarte qué está pasando, para acto seguido comprobar que se había formado un circle-pit de unos 30 metros de diámetro, rodeando toda la torre de sonido, te deja sin palabras. Pero es que el mencionado circle-pit no cesó hasta que no terminó la actuación de los alemanes. Absolutamente impresionante.

Así pues, Heaven Shall Burn se marcharon de Viveiro como otros de los grandes triunfadores y a buen seguro que se recordará su actuación en años venideros. Tras semejante derroche todavía quedaba mucho por delante. Vimos los tres últimos temas de Moonspell desde la distancia. Hay que decir que “Em nome do medo”, y sus archiconocidos “Alma Mater” y “Full Moon Madness” sonaron realmente bien y demostraron que los lusos, tras 23 años de carrera siguen en un buen estado de forma. Intercambiamos opiniones con nuestros compañeros del programa de radio portugués Demon Cleaners y cuando nos quisimos dar cuenta ya estaba sonando la intro de Ennio Morricone que marcaba el inicio del concierto de Danko Jones.

Quizá la actuación de Danko Jones fue lo que esperaba de Backyard Babies, con esa energía que les faltó a los suecos, y eso que empezaron algo fríos con “The Rules” y “Play The Blues”. El público no terminaba de engancharse a los temas, aunque en el escenario parecían estar dándolo todo.

La cosa empezó a mejorar con “Sugar Chocolate” y “The Twisting Knife”, con un Danko muy comunicativo y haciendo bromas constantemente. Como su humor escatológico para presentar “Forget My Name”, haciendo referencia a que no había podido defecar en tres días. Más de uno por allí seguro que sabía de lo que estaba hablando.

El concierto ya había cogido calor y “Do You Wanna Rock” fue un auténtico pelotazo que levantó a todo el mundo del sitio. “Had Enough” y “First Date” mantuvieron muy bien el nivel, moviendo al personal a su gusto y enlazando una canción tras otra sin prácticamente pausas. Danko estaba tan carismático como siempre y muy bien respaldado por John Calabrese y Rich Knox.

“Activate Volcanoes”, de su magnífico “Below The Belt”, y “Watch You Slide”, de su más reciente lanzamiento, “Fire Music”, no dieron tregua pero quizá sonaron algo más lineales de lo esperado. Aun así el concierto estaba rayando a un gran nivel, con una fuerza y energía que emanaban del escenario brutales. La velocidad de vértigo entre temas solo era interrumpida por las bromas de Danko, como en el momento en que empezó a hacer coñas con su nombre castellanizado. Danko Jones. Creo que no hay que explicarlo mucho, aun así arrancó unas buenas risas a la audiencia.

Siguieron cayendo temas de todas sus épocas sin descanso, como “Full Of Regret”, “Code Of The Road”, “Legs” o “Invisible”. Sin hacer nada novedoso ni especial, simplemente destilando energía, lo que había sido un comienzo frío iba camino de ser un gran concierto. Hay que reconocer que Danko Jones sabe meterse al público en el bolsillo con su sola presencia, y así lo hizo.

La recta final se encaraba con un extraordinario “Sugar High”, con ese riff y ese ritmo tan sugerente. “Cadillac”, “Lovercall” y “Gonna Be A Fight Tonight” fue un triplete descomunal, en el que ya nadie dudaba de que estaba presenciando un concierto de altura mientras iba cayendo la luz natural en Viveiro. Pero para cerrar aun quedaba uno de esos momentos especiales que también se recuerdan durante mucho tiempo: con “Bring On The Mountain”, tema elegido para cerrar, subieron al escenario los chavales del ResuKids para disfrutar encima del escenario con los americanos. Un momento entrañable y divertido que puso punto y final a una gran actuación.

Tras el pertinente avituallamiento tocaba uno de los momentos más esperados, y es que la expectación que había por ver a Korn se palpaba en el ambiente. ¡Menuda decepción!.

Primero hay que dejar constancia de que eran los que más tiempo iban a disponer de todo el festival. Y segundo, que fueron el único grupo, junto a Fear Factory, pero eso viene después, que limitaron el acceso al foso a una única canción, y no a las tres primeras como el resto de bandas. Con todos estos privilegios, más la hora adecuada y un recinto lleno hasta los topes (más lleno que con Motörhead, le pese a quien le pese) Korn no supieron dar de sí ni una cuarta parte de lo que esperaba la mayoría de la audiencia. En las primeras filas se veía movimiento, como es lógico en todos los conciertos, pero si observabas un poco más atrás empezabas a ver brazos cruzados y caras de extrañeza.

A pesar de todo lo mencionado el comienzo con “Blind” fue prometedor, augurando algo que no llegó a producirse. Ya desde el primer instante el bombo y el bajo estaban excesivamente altos, enmascarando todo lo demás, pero es lo típico que piensas que durante los siguientes temas se arreglará. Pues no, fue una constante bola de graves, el bajo con mucha definición, eso sí, solo faltaba tratándose de Korn, pero dejando las guitarras en un susurro y a un Jonathan Davis totalmente en ridículo. Todas las partes susurradas o cantadas en limpio, que fueron muchas visto el setlist, quedaban sin fuerza, enmascaradas y en una buena cantidad de momentos hasta desafinadas.

No sonaron bien en general, pero la actuación de Davis en particular fue para olvidar. Lo más decente que hizo fueron las voces rotas y los gruñidos, que eso si, le quedaron divinos. Por lo demás, ya a mitad de show, con “Shoots And Ladders” y “Predictable” éramos muchos los que nos mirábamos y comentábamos que no dábamos crédito a lo que estábamos escuchando. Buena parte de los laterales del escenario, los más próximos a las barras y al acceso Pandemónium, fueron retirándose discretamente en busca de algo para pasar aquel tedio. Porque sin la interpretación de Davis y escuchando prácticamente solo el bombo y el bajo aquello se fue volviendo cada vez más aburrido.

Me gustaría destacar algo de su actuación, pero es que aguantamos hasta el final para ver si por lo menos “Falling Away From Me” y “Freak On A Leash” nos dejaban un mejor sabor de boca y ni eso. Sonaron totalmente descafeinadas y, quieras que no, siendo tales clásicos que tienes grabados a fuego en tu mente casi fue peor el remedio que la enfermedad.

Así que sí, podemos catalogar a Korn como la decepción, con mayúsculas, de esta edición del Resurrection Fest.

Quedaba otro plato fuerte, pero ellos mismo se encargaron de fastidiarlo. Si, hablo de Fear Factory, quienes negaron el acceso al foso a cualquier cámara que no fuese de la organización. Así que ante la imposibilidad de hacer bien nuestro trabajo disfrutamos desde la lejanía, viéndolo por la pantalla gigante instalada en mitad del recinto, de “Shock”, ese trallazo que siempre me encantará que es “Edgecrusher”, “Smasher/Devourer” y “Powershifter”, tema tras el cual nos retiramos a deleitarnos con las últimas horas del otro Resu, el Resu del recinto alejado de los conciertos, de la gente, de las barras y de la fiesta en el ResuCamp. Un final algo agridulce en lo musical que no empaña en absoluto un gran festival, que crece cada año más, y que merece estar donde está.

Gran edición la de este año. Esperamos repetir en 2016 esta grata experiencia.

Lo dije en el primero de esta serie de artículos y lo reitero: ¡Larga vida al Resu!

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López