radams Mucho ha llovido ya desde que Ryan Adams irrumpió en la escena mundial con su pose de enfant terrible del rock de raíces americanas. Desde sus primeros días con los imprescindibles Whiskeytown, hasta sus primeros pasos como artista en solitario, Adams siempre se caracterizó por su personalidad excéntrica, actitud en escena discutible y facilidad pasmosa para parir y grabar discos. Con "Gold" (2001) llegó su salto a la fama mainstream y desde entonces no paró de publicar discos en distintos proyectos que iban del country más puro al black metal, pasando por el punk, el hardcore, el pop-rock, el alt.country o casi cualquier tipo de estilo que tuviera que ver con el Rock. A partir de 2009, Ryan Adams bajó el imposible ritmo de composición y edición de discos (que le valió tantos admiradores como detractores) y después del excelente "Ashes & Fire" (2011), el hombre vuelve cinco años después con un disco, el decimocuarto en solitario y primero que produce él mismo, que lleva su propio nombre.
Edko Fuzz
Nota:10/10  

 

Descorchar un nuevo disco de Ryan Adams siempre es una incógnita, pues no sabes qué sorpresas va a deparar. ¿Se habrá pasado al thrash? ¿Tendremos un disco acústico? Al final da un poco igual porque sabes que, como mínimo, el disco va a esconder dos o tres auténticas joyas (si no más) sea del estilo que sea. Si algo ha demostrado Ryan Adams a lo largo de su carrera es un talento innegable para escribir temas intemporales, aunque a veces haya que escarbar un poco entre la avalancha de canciones que ha llegado a publicar. Rodeándose de una banda de músicos que incluye personajes tan variopintos como el legendario Benmont Tench a los teclados o el propio Johnny Depp a las guitarras en un par de temas, Adams ha vuelto por la puerta grande.

Cuando empieza a sonar "Gimme Something Good" a la cabeza me vienen directamente Tom Petty and the Heartbreakers o Sheryl Crow: puro rock clásico americano. Fenders a todo volumen, reverb generosa, producción sobria y detalles justos y superefectivos. La canción tiene alma de clásico desde la primera escucha con un estribillo luminoso que es imposible quitarse de la cabeza. "Kim" es el tema que prosigue y de momento ya vemos que Adams se ha asentado definitivamente en este sonido clásico. Personalmente me recuerda un poco al estilo con el que ya jugó en "Rock ‘N’ Roll" (2003) pero mucho más pausado y con algunos toques acústicos. El tema que nos ocupa empieza solo con una guitarra limpia y la voz de Adams merodeando por una melodía perfecta a la que se van uniendo los distintos instrumentos, hasta que todo encaja sin fisuras.

"Trouble" es otro tema con melodías muy características de Adams y el mismo sabor a canción de toda la vida, mientras que en "Am I Safe" predomina un arreglo de guitarra acústica y letra sombría que cambia un poco, no demasiado, el rumbo del disco. Uno de los puntos álgidos, algidísimos, del disco llega con "My Wrecking Ball", un tema que nos transporta a los surcos de "Ashes & Fire" con una voz y una guitarra acústica; todo lo que hace falta para que una canción de esta calidad brille por sí sola. Sin dar ni un solo respiro ni conceder un solo tema de relleno, el album vuelve a la carga con "Stay With Me", que nos teletransporta a la época de los Stones más ochenteros. Otro acierto en la diana, en este tema se hace más patente el uso de los chorus y efectos de guitarra más de la época de "Tattoo You" o "Hard Promises" de los ya mencionados Stones y Petty, respectivamente.

Después del potencial hit de "Stay With Me", la atmósfera se torna oscura con "Shadows": un tema sombrío, misterioso donde la voz de Ryan Adams brilla, especialmente en el estribillo, jugando incluso a veces a intentar ser Chris Isaak. Tras un paseo por su melancolía más directa, Adams nos vuelve a llevar de paseo por unos senderos algo más luminosos con "Feels Like Fire". A pesar de que el tono de las letras de todo el disco es del tipo de introspectividad y tristeza que le suele gustar a Ryan Adams, la melodía del tema suena, de nuevo, a clásico de toda la vida. A esa melodía que puedes estar tarareando el resto de tu vida mientras haces cualquier cosa.

El trío de temas que cierra este trabajo tampoco se queda nada corto. "I Just Might" empieza a crecer desde su mismo inicio, con más chorus guitarrero ochentero; "Tired of Giving Up" enmarca ramalazos de la época dorada de Fleetwood Mac en una letra que parece sacada de otro divorcio ficticio de Adams. Una gozada de canción. La guinda del pastel es "Let Go", otro tema eminentemente acústico y tranquilo que solo puede ser obra de un escritor de canciones en estado de gracia.

Con este sentimiento nos deja Ryan Adams al final del disco: con la casi convicción de que, por fin, ha sacado el disco que no solo va a ser adorado por sus legiones de fieles y dedicados fans. Este tiene que ser el disco que convierta a Ryan Adams en uno de los grandes nombres del rock clásico americano, por derecho propio y para siempre. Todo en este disco es perfecto: los arreglos, la ejecución, la producción, la inspiración, el ritmo… Once canciones, eminentemente cortas, que se suceden una tras otra sin que puedas apartarte un segundo para poder, en efecto, constatar que están todas en el mismo disco. Es imposible parar de escucharlo, paladearlo, disfrutarlo. Éste ha de ser uno de los discos del año para todo aquél que ame mínimamente el rock and roll.

Gimme Something Good
Kim
Trouble
Am I Safe
My Wrecking Ball
Stay With Me
Shadows
Feels Like Fire
I Just Might
Tired Of Giving Up
Let Go

http://paxamrecords.com/



https://www.youtube.com/watch?v=EMHvwsLxUek