Testament + Annihilator + Death Angel – 4 de Diciembre ’17 – Sala La Riviera, Madrid

Cuando se anunció la gira, hará ya unos meses, quedó apuntada en muchos calendarios como uno de los eventos del año. Un mini festival, por así decirlo, de puro Thrash Metal que resultaba lo suficientemente atractivo como para tenerlo muy presente. Es por ello que La Riviera mostró una muy buena entrada, a pesar de ser lunes laborable y de estar inmersos en una vorágine de conciertos y confirmaciones para el año que viene como nunca hemos visto en este país. Además, se presentaba como fecha única en la península, así que más de un valiente fue el que agarró el petate para presentarse en la capital a presenciar lo que nos tenían preparado las tres bandas.

Texto y fotos: Mario López

Los primeros en pasar por el escenario iban a ser Death Angel. Los californianos salieron a escena con algo de retraso sobre el horario previsto, y desconocemos si es por ello que tuvieran que recortar algo su show, como también les paso a Annihilator, porque los escasos 45 minutos con los que contaron ambas formaciones supieron a poco. Entre demasiado humo pudimos comenzar a distinguir a Mark Osegueda y el resto de la banda, siendo el guitarrista Rob Cavestany el único miembro fundador de los ya míticos Death Angel.

No se anduvieron con muchos preámbulos y pronto atacaron con “Father Of Lies”, de su lanzamiento más reciente que data del año pasado. Fue una buena piedra de toque, y a pesar de sonar algo más moderna, conserva ese aire old school que irá siempre de la mano de los de San Francisco. Pese a que contaban con poco espacio para el movimiento, ya que actuaron con todo el montaje de Testament detrás, Mark y compañía no dejaron de mostrar una envidiable energía y contundencia, aprovechando cada minuto que estuvieron sobre el escenario.

  

“The Dream Calls For Blood” nos llevó algo más atrás, a 2013, y para entonces el ambiente ya estaba sumamente caldeado. Es lo bueno de un cartel con tres bandas que, dadas las circunstancias, todas podrían haberlo encabezado, que no se produce esa frialdad que a veces se da ante grupos poco conocidos a los que les cuesta hacer suya a la audiencia. Siguieron retrocediendo en su discografía para presentarnos, esta vez, “Claws In So Deep”, que con su machacón ritmo dejó ya algún cuello tocado.La unión de “Ultra-Violence” (1987) y “Thrown To The Wolves” (2004) puede resultar algo arriesgada a priori, tratándose de dos cortes con tantos años de diferencia, pero las encadenaron y quedaron realmente bien, mostrándonos a una banda compacta y potente, que se desenvuelve igualmente bien en temas antiguos como en los más recientes. La tremenda “Mistress Of Pain”, también de su primer álbum, fue un auténtico bombazo y el perfecto preludio para cerrar con “The Moth”, la que abría su último álbum.

Corto, intenso y bueno, así fue el primer concierto de una noche que iría in crescendo, y en la que Death Angel dejaron al público con ganas de más.

Tras el preceptivo cambio de escenario, que esta vez se presentaba adornado a ambos lados por los seres que aparecen en la portada de “For The Demented”, el reciente lanzamiento de los canadienses Annihilator, y tras la mítica intro “Crystal Ann” de su no menos mítico “Alice In Hell”, Jeff Waters y compañía salieron arrasando, como es costumbre en ellos, con “One To Kill”. Jeff Waters salió arrasador, chocando puños con las primeras filas, simpático, carismático, gracioso y, como no, dando una lección tras otra de como funciona eso de tocar la guitarra. Siempre será uno de los grandes infravalorados del metal, pero eso a el le da igual, disfrutando cada segundo que esta sobre el escenario, se le nota, y lo contagia rápidamente a un público que se entrega fácilmente y que disfruta tanto con sus solos y riffs como con sus divertidas “idas de olla”, como cuando se puso a explicar como pronunciaban el nombre de la banda en distintos lugares del mundo.

  

Una de mis favoritas, “King Of The Kill”, fue la siguiente en caer. Un tema que no da respiro alguno y que puso la sala patas arriba. Jeff, en esta ocasión viene acompañado por Rich Hinks al bajo, Fabio Alessandrini a la batería y Aaron Homma a la otra guitarra. Todos ellos se demostraron sobradamente capacitados y tuvieron una actuación con muy pocos peros.“No Way Out”, de aquel “Feast” de 2013 en donde salía Pilar Rubio en portada, fue la siguiente. Bien es cierto que Jeff, desde que volvió a asumir las tareas vocales, se siente mucho más cómodo en ciertas tesituras, pero en general, estuvo también muy bien tras el micro.

“Set The World On Fire”, puso algo más de pausa y pesadez en la noche madrileña, pero siempre es un auténtico gustazo escucharla. Esa o cualquiera del disco al que da nombre, pese a que muchos renieguen de él y lo consideren demasiado flojo, rozando por momentos el Hard Rock.

  

Buen vistazo a atrás el que echaron para presentarnos “W.T.Y.D.”, la cual volvió loca a la audiencia, aunque eso no iba a ser nada comparado con las sensaciones que despertarían las dos últimas. Previo paso por su más reciente lanzamiento con “Twisted Lobotomy”, de respuesta más fría, llegaron a un final de infarto con “Alison Hell” y “Phantasmagoria” ni más ni menos. Un final redondo para un concierto redondo, que combinado con el de sus compañeros de Death Angel, dejaban una complicada tarea a los cabezas de cartel. Testament lo iban a tener difícil instantes después.

Tras media hora de cambio de escenario, ya pudimos ver éste en toda su plenitud, con la tarima de la batería elevada un par de metros sobre el nivel del suelo y pasarelas a ambos lados de esta, que la cruzaban por detrás, y que, salvando las distancias, recordaba a la disposición que puede usar Maiden a veces. Aunque claro, todo ello muy concentrado, que La Riviera da para lo que da.

  

Fue un concierto con sensaciones encontradas, ya que cuando pusieron la directa y se dedicaron a lo suyo resultaron arrasadores, pero a la vez mataron de tedio al personal incluyendo cuatro solos, uno por instrumentista, en un set que si no es por esta circunstancia habría sido de hora y cuarto larga, y así lo estiraron hasta casi la hora y tres cuartos. Está claro que la edad cuenta, y que quizá allá quien necesite sus descansos, sobre todo Chuck Billy, que no se mostró todo lo potente que puede llegar a ser, a pesar de ofrecer una buena actuación, pero cuatro solos quizá sea un exceso.

Así pues, otra vez con una buena cantidad de humo sobre el escenario, salieron a la carga con el cuentarrevoluciones al máximo, y encadenaron sin ningún miramiento “Brotherhood Of The Snake”, la tremenda “Rise Up” y “The Pale King”. Comienzo demoledor, que bien valía una sonora ovación. Por si fuera poco, continuaron con uno de sus temas más reconocidos: “More Than Meets The Eye”, que sorprendió que cayese tan pronto y que fue una gozada absoluta.

  

Tras “Centuries Of Suffering” llegó el primer solo de la noche a cargo de Alex Skolnick. Un solo decente, pero del que podríamos haber renunciado en pos de cualquier otro tema de su extensa discografía y que cortó un poco el ambiente enardecido que se había creado con los primeros cinco temas. Fueron de agradecer las sorpresas, y es que que rescataran “Electric Crown”, de aquel mítico “The Ritual” fue genial, pero que después nos dejásemos las cervicales con “Into The Pit”, para volver a otro tema mítico como “Low” fue increíble.

Continuaron con temas más recientes como “Stronghold” o “Throne Of Thorns”, antes de entrar en el segundo solo de guitarra de la noche, esta vez a cargo de Eric Peterson. Y cuando “Eyes Of Wrath” nos volvía a meter de lleno en la vorágine thrash metalera que es Testament… nuevo solo, esta vez Gene Hoglan y su batería. Y Por si esto no fuera poco, “First Strike Is Deadly sonó realmente bien, pero, ¿adivináis que? Correcto, otro solo, el que quedaba, el de Steve Di Giorgio al bajo, que fue el peor de todos y tuvo momentos un tanto flojos. Y este fue el gran problema del concierto de Testament, tras un inicio arrollador, entramos en un coitus interruptus constante hasta que terminaron con los solos y volvieron a volar cabezas sin pausas innecesarias.

  

“Urotsukidôji”, a modo de interludio, dio el pistoletazo de salida para una recta final demoledora: “Souls Of Black”, “The New Order”, “Practice What You Preache”, seguramente la mejor de todo el concierto, y el final con “Over The Wall”. Antes esta concatenación de temas, y su magnífica interpretación, poco se puede decir. Y es de agradecer que nos quitasen un poco ese raro sabor de boca que se nos había quedado con tanto solo. Buen concierto también de Testament, que podría haber sido mucho más grande sin lo ya comentado.