W.A.S.P. – 3 de Noviembre’17 – Sala La Riviera (Madrid)

No hacía mucho que nos visitaba la banda de Blackie Lawless pero el 25 Aniversario de ‘The Crimson Idol’, disco conceptual y uno de los trabajos más emblemáticos de W.A.S.P., es razón suficiente como para montar una gira y ofrecer el disco entero en directo en una ocasión única e irrepetible.

Texto y fotos: Susana Manzanares

En mayor o menor medida, un concierto de W.A.S.P. casi siempre va acompañado de cierta polémica/polémicas -que a veces son más de una- y como no podía ser menos, en esta ocasión también la teníamos sobre la mesa. Habiendo tocado ya con ellos en Pamplona, y tras la avería del bus camino de Murcia, la repentina y sorpresiva cancelación de la banda telonera Beast In Black que se bajaba del carro de todo el Re-Idolized Tour pocos días antes mediante un comunicado, abrió la caja de las especulaciones.

Algo contrariados y sin pararnos a analizar las razones de la espantada de los finlandeses, pues hablaríamos sin conocimiento ni más información que la facilitada en ese comunicado -aunque todos los rumores indicaban que ciertas fricciones o desacuerdos por el trato recibido por los norteamericanos podrían ser los responsables de la drástica decisión- íbamos camino al concierto ya con un poco de bajón, pues teníamos muchas ganas de ver la puesta en escena de su más que interesante disco debut Berserker. Qué le vamos a hacer, esperamos verlos muy pronto y quitarnos la espinita, a ver si hay suerte.

Así pues, Mr. Lawless tenía por delante toda la noche para él solito y para lucir con honores y agasajos el álbum más diferente y personal de toda su carrera. Comienza el espectáculo, una ‘The Titanic Overture’ abre la primera parte del show siguiendo el mismo orden que el disco y acompañado de un narrador en off y de la proyección en video a través de tres pantallas gigantes que llenaban prácticamente todo el escenario narrando la parte visual de la tortuosa historia de Jonathan Steel.

Primera y grata sorpresa: encontramos a Blackie en un estado de voz excelente, tanto que me atrevería a decir que la mejor de todas las veces que le he visto, unas cuantas ya. Como se ha convertido ya en una práctica habitual en mí en cada concierto de W.A.S.P., buena parte de mi atención se va a buscar muestras de playback, esa sombra que planea siempre sobre ellos y en alguna que otra banda más, palabra maldita que ninguno queremos oír ni encontrarnos cuando nos vamos de concierto pero que en algunas ocasiones haberla hayla, como dice aquel.

Iban cayendo los temas y no fui capaz de encontrar claras evidencias de ayuditas pregrabadas puntuales, más bien un fuerte apoyo de Mike Duda y Doug Blair en los coros. Hay quien dice que en los estribillos hicieron acto de presencia pero yo he de decir que si es así, o desde donde yo estaba no se apreciaba o es que mis oídos ya no son lo que eran, que también puede ser, porque el sonido en la sala a mi juicio fue bastante bueno. En cualquier caso, estábamos ante temas como ‘The Idol’, ‘I am One’, ‘Doctor Rockter’ o ‘Chainsaw Charlie (Murders in the New Morgue)’, en definitiva un puñado de clásicos deseados de ser escuchados del tirón por primera vez, porque aunque este álbum ya ha sido anteriormente protagonista en los escenarios primero cuando salió en el 92 y después en la gira de su 15 aniversario, sí que era la primera de verlo tocado al completo aunque no con alguno de los temas extras no incluidos en el disco, tal como venían anunciando.

Ya nos dimos cuenta de ello cuando dejaron el escenario al fin de la coreada ‘The Great Misconceptions of Me’, punto final del disco y de la primera parte del show. Ahora venía la segunda, y… qué venia? Pues la banda volvió con lo que se podría llamar un ‘bis largo’ más que una segunda parte, y es que cuatro temas no es lo que yo entiendo por ‘parte’ la verdad. Los imprescindibles ‘L.O.V.E. Machine’, ‘Wild Child’, ‘I Wanna Be Somebody’ y la más jovenzuela pero no menos himno ‘Golgotha’ cerraron definitivamente la noche.

Si bien la voz de Blackie aprobó con nota, de su actitud seria, casi distante y poco expresiva no puedo decir lo mismo. No es que este hombre sea un dechado de aspavientos pero un poquito más de alegría por aquello de estar celebrando o una sonrisa de vez en cuando al público no hace daño a nadie. No hubo suerte, pero se podría decir que la actitud de sus músicos en parte lo suple. Duda, Blair y el recién llegado a la batería Aquiles Priester fueron muy responsables de mantener el nivel del concierto de notable alto y es que donde hay materia prima… hay música.

Texto y fotos: Susana Manzanares