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Alice Cooper se llevó los piropos del segundo día del Rock Fest BCN’17

Alice Cooper se llevó los piropos del segundo día del Rock Fest BCN’17

El segundo día del Rock Fest contaba con algunos de los platos fuertes del festival, con Deep Purple y Alice Cooper a la cabeza, y por eso pudimos notar algo más de gente paseando por Can Zam que el día anterior, llenando el párking y los escenarios desde primera hora de la mañana.

Susana Manzanares / David Aresté / Albert Vila

Es cierto que la banda encargada de inaugurar la jornada, a las 12:40 en el escenario Rock, es una de las más pujantes hoy en día en nuestro país, y a juzgar por la respuesta del público, merecían sin duda un lugar más prominente en el cartel. Liderados por el gutarrista ex-Saratoga Tony Hernando y con el gran reclamo de contar con el flamante vocalista de Rainbow, Ronnie Romero, a las voces, Lords of Black deberían triunfar sin necesidad de referencias externas, ya que la verdad es que poseen una muy generosa cantidad de temazos energéticos y motivantes. Desgraciadamente, y aun siendo una banda que me gusta bastante desde que les descubrí teloneando a Gotthard hace dos o tres años, no pude llegar a verlos casi hasta el final del concierto, con lo que solo disfruté de un par de temas propios y de una versión del "Neon Knights" de Black Sabbath que sirvió para que Ronnie se recreara en el parecido de su voz con la de Dio y para constatar que la banda tiene un público entregado que seguro les catapultará a mayores cotas más pronto que tarde.

Otro que gozó de un horario muy poco acorde a su carrera y expectación es el pequeño Udo Dirkschneider. El ex-cantante de Accept venía bajo el moniker Dirkschneider anunciando que iba a interpretar por última vez las canciones de su banda madre, un reclamo lo suficientemente potente como para congregar a un buen montón de metaleros a esas tempranas horas. En descargo de la organización, parece ser que solo era posible que tocara este día a esa hora, así que era eso o nada. Y la verdad me alegro que fuera eso, porque aunque yo no soy en absoluto un fan devoto de Accept, lo que sonó sobre ese escenario fué una colección de clásicos impresionante, y el señor Dirkschneider, bajito, redondito, embutido en ropa militar y con más pinta de abuelito gruñón que de estrella del metal, se mantiene como un icono de esto. Con un sonido compacto y potente (hoy este escenario sonó bastante mejor que ayer), y acompañado por una banda significativamente más joven que él, fueron cayendo temas como "London Leatherboys", "Midnight Mover", "Breaker", "Princess of the Dark" (que tiene un riffaco icónico pero que quizás alargaron exageradamente con los coros y los cantos), "Restless and Wild" o la final "Balls to the Wall" que hicieron las delicias del entregado respetable, cantando y sacudiendo el cuello con cada canción.

Como a priori Ñu no me dicen mucho, me acerqué un rato a la carpa para ver qué pasaba con el Kararocker. Como su propio nombre indica, esta actividad consiste en un karaoke de temas de rock y metal, que suele tener su casa en la sala Rocksound (donde estan una vez al mes) y que hace acto de presencia por tercer año consecutivo en el Rock Fest. Con solo media hora pudieron encajonar bien pocos temas, y cuando la gente se empezaba animar y a hacer cola para apuntarse es cuando les tocó despedirse, no sin haber podido comprobar como cantantes anónimos pueden bordar perfectamente clásicos de Faith No More, Iron Maiden, Judas Priest, AC/DC o Scorpions. Como al acabar aun quedaba un ratillo para que empezaran Sodom, me dejé caer por el escenario donde José Carlos Molina y sus Ñu entretenían a un expectante público. Debo decir que con una banda como Ñu siempre he tenido un montón de prejuicios, tanto por la flauta como por el peinado de su líder como por el propio nombre de Ñu (es estúpido, lo sé, pero así es). Y no se me caen los anillos al reconocer que tuve que tragarme mis palabras, ya que disfruté considerablemente de los pocos temas que vi de ellos, con ese folk alegre y bailable que no está reñido en ningun momentos con la dureza y el rock sin compromiso. Curiosamente, mientras esta tarde teníamos aquí al señor Molina, esa misma noche también estaría en Barcelona otro gran flautista de rock en el que a buen seguro que se inspiró José Carlos: Ian Anderson y sus Jethro Tull serían los cabezas de cartel de esa jornada del Be Prog!, en otro recordatorio (y no sería el último) del despropósito que fué ese solape de festivales.

La propuesta del trío germano Sodom es diametralmente opuesta a las festividad de los de José Carlos Molina y los chicos de Tom Angelripper llegaron llenos de rabia y dispuestos a comerse el escenario y la tarde barcelonesa a base de thráshica velocidad y enfadada potencia. Certificando que el sonido de este escenario Fest era notoriamente mejor que en el día anterior, Sodom aplastaron a todos a base de desgranar un buen puñado de temas de su vasta discografía, desde cortes de su último y muy buen disco Decision Day como la inicial "In Retribution", la potente "Rolling Thunder" o la pegadiza y motorhediana "Caligula" hasta clásicos como "Outbreak of Evil", la archiconocida "Agent Orange" (que me sorprendió bastante que no fuera la última), la lenta y resultona "Remember the Fallen" o un "Ausgebombt" que sonó atronador pero que el señor que estaba al lado, un dicharachero madrileño que nunca la había oído antes, me hizo notar que se parecía un montón al "No Somos Nada" de la Polla Records (y mira yo, tantos años viviendo en la ignorancia). Y bueno, en realidad este parecido no es tan raro, ya que Sodom tienen un componente muy punk en su propuesta, siendo de los primeros en Europa que, a principios de los ochenta, probaron de mezclar punk con heavy metal en la vena de Motörhead para plantar las primeras semillas del thrash y de black.

    

De hecho, una de las sorpresas del concierto de los germanos, quizás motivada por la intensa carga Lemmy / Motörhead que tiene este festival (la Motörtent con Motörhits tocando cada hora, un cartel con dos bandas de tributo como son Bömbers y los propios Motörhits….), fué la interpretación del clásico motorheadiano "Iron Fist", que contó con la colaboración a la voz de un chico que, ya me perdonaréis, no fui capaz de identificar.

Nuevos clásicos como "Sodomy and Lust" o "City of God" completaron un concierto que acabó con "Bombenhagel" y que, siendo cierto que fué impecable y que lo disfruté bastante, tampoco me acabó de emocionar como las últimas veces que he visto a sus compañeros de quinta germana Kreator, Destruction y Tankard. Evidentemente, un festival a media tarde no es el mejor lugar para juzgar su propuesta, así que tendremos que esperar a ver si tienen a bien pasarse por aquí de nuevo. Una gira del big 4 del thrash teutón, esperada y deseada por muchos, parece que está fuera del tapete, pero seguro que Sodom no tardarán a volverse a dejar caer por nuestras salas.

  

Tras la ración de thrash del día era hora de degustar sonidos más melódicos. Si el día anterior teníamos a Krokus representando al rock suizo, el segundo día de festival teníamos a sus paisanos Gotthard para seguir demostrando que el bello país de los Alpes goza de una salud rockera excelente.

Como parece que la banda ya nunca más va a poder eludir las comparaciones con su etapa anterior con el querido Steve Lee al frente y se les ha quedado crónico y enquistado el sanbenito de que ‘ya no son Gotthard’, pues yo no me canso de defender justo la postura contraria. Vaya por delante que si tengo que elegir elijo sin dudar un segundo a los Gotthard de Steve y que ojalá algún día me enamoren sus discos nuevos tanto como Homerun, ‘G’ o Lip Service por ejemplo, pero también hay que ser justos. Gotthard han sido y serán siempre una banda de hard rock excepcional, con Steve o sin él. Es como si el resto de miembros no pinten ni hubieran pintado nunca nada. No acabaré de entender la extendida creencia de que Gotthard era Steve, que si él era quien componía, que si se deberían cambiar el nombre, que si bla bla bla… ya está muy manida tanta crítica. Si siguen mal, si no siguen también mal… qué queremos entonces?

  

Gotthard era Steve, sí, y Gotthard es Leo Leoni, Hena Habegger, Freddy Scherrer, Marc Lynn y ahora también Nic Maeder. Nic es nos guste o no el nuevo frontman y a mi parecer no debería haberle costado tanto demostrar que da la talla de sobra y está bastante a la altura de la banda teniendo en cuenta, no lo olvidemos, lo altísimo que  dejó el listón su predecesor, tanto a nivel vocal como mediático.

En esta nueva era post-Steve, la banda ha sacado tres buenos discos, unos mejores que otros pero en cualquier caso nos los habríamos perdido si la banda no hubiera continuado. Que tienen un sonido diferente? Eso es muy relativo… Obviamente, no lo voy a negar, se nota la falta de Steve y su toque indudablemente, pero yo quiero verlo como una evolución y en mi opinión sin perder ni un ápice de su esencia. Hay opiniones para todos los gustos, los encuentra ahora mucho más ‘heavies’, menos melódicos… para nada. Volviendo un poco a sus inicios  acaso ‘Mean Street Rocket’, ‘Take Me’, ‘Higher’ o ‘Here Comes The Heat’ por decir sólo unas pocas, distan mucho sus riffs de alguno de los de temas actuales que suenan tan ‘heavies’…? porque si sólo nos vamos a las baladitas o a sus conocidísimos hits eso no vale. Pero bueno, que si hay que analizar si siguen siendo melódicos o no, se analiza y para muestra mismamente el primer single de su último disco Silver, ‘Stay With Me’, para mí un puro ejemplo del típico medio tiempo de la banda, lo escucho y sigo escuchando a Gotthard, a los de siempre, qué le voy a hacer…

  

Gotthard eligió seguir y como siempre han hecho, siguen dándolo todo cada vez que se suben a un escenario, es su pasión, les corre por las venas, no hay trampa eso se nota y se nota en cada tema. El set ya es lo complicado, elegir uno que se adapte a todos los gustos, a los más exigentes también, es tarea complicada pero nunca faltan temazos porque hay muy pocas bandas que de cada disco que saquen más de la mitad son temazos. Su elección como en una balanza, en un lado los clásicos como ‘Mountain Mama’, ‘Top of the World’, ‘Lift U Up’, ‘Anytime Anywhere’ o la ya imprescindible versión de ‘Hush’ y por el otro los más frescos como ‘Feel What I Feel’, ‘Remember It’s Me’, ‘Silver River’, ‘Electrified’‘Stay With Me’, promocionando como es lógico su último trabajo y para más inri celebrando su 25 Aniversario. Mención especial a la novedad incorporada en esta gira, la proyección en las pantallas de ‘Heaven’ en versión original cantada por Steve haciendo brotar más de una no, muchas lágrimas. Cada año que pase será uno más en esta nueva etapa para la banda, yo apuesto porque sean otros 25 y por muchos discos más, porque quiero seguir viendo y disfrutando en directo a estos buenos músicos y todos esos temas, los nuevos y los de siempre y porque eso es mejor que nada.

Desde su reunión en 2013 con la publicación del aclamadísimo Surgical Steel que rompió casi veinte años de silencio discográfico, los británicos Carcass no se han vuelto a bajar del carro y han estado girando sin parar. Convertidos casi en leyenda al ser percursores del grindcore, del death metal melódico y del death n’ roll, el cuarteto liderado por Jeff Walker y Bill Steer (únicos miembros de la formación original que quedan, y dos chicos que han envejecido de forma bastante distinta) se plantó en Can Zam con ninguna decoración más allá del eterno ventilador plantado en frente de su cantante y bajista. Los de Liverpool son, quizás, mi banda favorita de todo el cartel, pero creo que les pasó un poco lo mismo que a Sodom un par de horas antes, que le pasó a Abbath el día anterior o que le iba a pasar a Emperor en un rato: el cartel del Rock Fest de este año ha sido muy clásico y no ha sido capaz de atraer una gran cantidad de público extremo, con lo que ante estas bandas se concentraba siempre poca gente, y muchos eran curiosos que no tenían un gran conocimiento sobre ellas. Por eso, por momentos el ambiente era algo frío, y las constantes demandas de un cachondo Jeff Walker (que llegó a preguntar si es que todo el mundo era fan de Mago de Oz o qué), recibieron una respuesta más bien tibia.

  

Las tres veces que he visto a Carcass desde su vuelta han ofrecido un concierto casi pastado y sin ningun riesgo a la hora de escoger los temas. Por un lado, mucha presencia de cortes de su nuevo disco, como "316 L Grade Surgical Steel", "Unfit For Human Consumption" o "Thrasher’s Abbatoir", algo muy correcto ya que Surgical Steel es un discazo , aunque me decepcionó que no incluyeran mi favorita, "The Granulating Dark Satanic Mills". Luego vienen las inevitables de Heartwork: "Buried Dreams", "This Mortal Coil" (quizás el mejor momento del concierto?) o la final "Heartwork" enlazada con un pequeño trocito de "Mount of Execution". Tampoco pueden faltar "Incarnated Solvent Abuse", "Corporal Jigsore Quandary" ni "Exhume to Consume". Todos temazos, sin duda, pero quizás tocaría que introdujeran algo de material sorprendente, porque tienen de sobras y nunca lo aprovechan. En este sentido, por un momento me emocioné cuando Jeff anució que iban a tocar unos (UNOS!) temas de Swansong, un disco terriblemente infravalorado en mi opinión, pero después de unos segundos de "Black Star", nos tuvimos que conformar, como siempre, con "Keep on Rotting in the Free World" y ya está. Un buen concierto que en el sitio y momento correcto quizás habría sido excelente, pero que a pesar de que los pocos que lo disfrutaron lo disfrutaron mucho (el momento en que todo el pit se lanzó al césped a posar para una foto del gran Xavier Mercadé fué épico), no acabó de atraparme del todo.

Una de esas bandas que despertó gran expectación tras el anuncio de su incorporación al cartel de la edición de este año, venía desde el otro lado del Atlántico. Los americanos BLUE OYSTER CULT hacían su aparición bajo la amenaza de una enorme nube negra que escogió el preciso momento en el que salían al escenario para descargar su regalito sobre el Rock Fest al son de ‘The Red & the Black’, tema escogido para la apertura. Aunque en realidad resultaron ser cuatro gotas, la intensidad con la que cayó supuso que mucha gente se fuera a resguardar del chaparrón, que aunque fue breve más de uno ya no volvió. Afortunadamente quedó en eso, cuatro gotas que no consiguieron amilanar a los neoyorkinos aunque en honor a la verdad, sí deslucir un poco su concierto, todo sea dicho, o al menos esa fue mi impresión.

  

Los veteranísimos BOC, fuente de inspiración para multitud de artistas, desplegaron todo su repertorio como el que abre un abanico, mostrando un género que llevan vendiendo durante décadas y que sigue fresco y expuesto en el mercado listo para ser degustado por el público más gourmet y amante de los sonidos instrumentales elaborados. Cuando uno se encuentra a una banda tan legendaria en un festival, en los que se goza de menos tiempo en el escenario con respecto a conciertos en salas, por lo extenso de su discografía es imposible que el setlist escogido sea del gusto de todos. De entre los más de una veintena de álbumes que conforman todo su repertorio, pudimos escuchar temas como ‘Tattoo Vampire’, ‘Burnin’ for You’, ‘Cities on Flame With Rock and Roll’ o ‘Golden Age of Leather’ que no se si dejarían o no a la gente contenta pero por su parte desde luego hicieron todo lo posible.

"For the first time in Spain, in Catalunya, from Telemark, Norway: the mighty Emperor!". Con estas palabras uno de los pipas de la banda noruega anunciaba una verdad como un templo: por primera vez en su carrera, Emperor pisaban tierras peninsulares, y la verdad es que ya tocaba. Aunque se trataba sin duda del principal reclamo de esta edición de Rock Fest para el público extremo, no estoy seguro que muchos fuéramos capaces de apreciar que estábamos delante de una ocasión realmente especial: no solo Emperor son uno de los grupos esenciales en la evolución del black metal y de la música extrema, sino que se reúnen solo cada tres o cuatro año para participar en algunos (pocos!) festivales veraniegos.

  

Un puntazo por parte del festival barcelonés el conseguir su presencia para esta edición, y yo me alegro muchísimo de haberlos podido ver, pero creo que en otros festivales (me viene el Resu a la cabeza) hubieran sido más reconocidos. Con eso no culpo, por supuesto, a los asistentes del Rock Fest, faltaría más, sencillamente sus gustos mayoritarios no van por estos derroteros extremos. En esta ocasión el motivo de la reunión era el vigésimo aniversario del gran Anthems to the Welkin at Dusk, que iban a tocar en su totalidad para delirio de sus fans.

Y doy fé que lo que dieron fué un bolazo absoluto, el mejor concierto de metal extremo del festival para mi gusto (a no ser que consideremos Crisix metal extremo, claro, pero de esto ya hablaremos mañana). Sonaron como auténticas apisonadoras, con Ihsahn liderando con silencioso y elegante carisma (quién diría que un chico con esa cara de majete había sido otrora un feroz blackmetalero!) una máquina bien engrasada con Samoth a la guitarra (ese sí que dá más el pego!) y Alver y Trym completando el lineup que grabó el disco veinte años atrás. Para completar la más cruel y sádica de las bromas, el que se encontraba detrás de los teclados era ni más ni menos que Einar Solberg, que después del concierto se debió pillar un taxi para cruzar Barcelona y cerrar el telón del Be Prog! My Friend al frente de sus Leprous. Y por lo que oí sobre el concierto de los noruegos en el Poble Espanyol, Einar debe ostentar un récord que probablemente pocos deben poder igualar: dar dos bolazos absurdísimos con dos bandas distintas en dos sitios distintos en un solo día. Es inevitable aunque injusto comparar el concierto de Emperor con el que dió Abbath el día anterior. Inevitable porque son las dos únicas propuestas de black metal de esta edición (y si no me equivoco, de la historia del festival), pero injusto porque lo que hacen ambas bandas, realmente, no tiene nada que ver. Y a mi juicio, probablemente también injusto, Emperor demostraron con su elegancia y sin la necesidad de ningun tipo de postura el porqué son una banda de absoluto culto, mientras Abbath e Inmortal nunca alcanzaron del todo la élite del black.

  

Todo el mundo sabía qué es lo que veníamos a ver, así que no hubo lugar para sorpresas en la mayor parte del setlist. Con tres o cuatro minutos de antelación arrancaron con la larguísima intro "Al Svartr (The Oath)" que abre Anthems to the Welkin At Dusk, seguida por el icónico riff de "Ye Entrancemperium" y por un "Thus Spake the Nightspirit" durante el que todos los que ya veníamos preconvencidos estábamos ya por las nubes. Los temas de Anthems fueron cayendo con potencia, poder y majestuosidad, con un sonido atronador y una ejecución precisa e impecable, y de hecho tan bien debieron hacerlo que durante su concierto, paradójicamente, se despejaron las nubes que nos llevaban acompañando durante unas cuantas horas y el sol se dejó ver para iluminar la diabólica oscuridad que emanaba del escenario. Después de "The Wanderer", el tema que cierra el disco homenajeado, aún quedaban quince minutos largos de concierto, así que había la curiosidad de ver qué es lo que nos iban a regalar. Empezaron con "Curse You All Men", de su simfónico IX Equilibrium, y para terminar sonaron los dos temas más conocidos de su álbum de début y probablemente de toda su discografía: "I Am the Black Wizards" y "Inno a Satana", que acertadamente enlazaron con su versión orquestral "Opus a Satana" para salir a despedirse enmedio de la ovación de un público totalmente entregado que fué más que consciente de haber disfrutado de un concierto casi único.

Como grupo principal del día llegaban las leyendas Deep Purple, que venían a presentar su “inFinite” presentándolo un día antes en Bilbao y que iban hacer lo propio el día siguiente en Madrid. 20 discos, 50 años de carrera que se acaban en este “The long goodbye” que nos traía a los ingleses por tierras españolas tras muchos años.

  

El escenario quedó libre, sin pantallas de amplificadores o similares para dejar paso al telón de fondo recreando el ambiente polar de ese último disco, con tarimas para Ian Paice y Don Airey mientras que los demás quedaban ya en el escenario. Como era de esperar el primero en sonar fue el inicio de “Infinite” con “Time for Bedlam” con esa intro medio hablada de Gillan y que ya siguió el tema. Así pues vimos grandes iconos de la historia como “Fireball”, “Lazy”, “Strange kind of woman”, “Perfect Strangers”, “Smoke on the water”, la clásica “Hush” o la siempre efectiva “Black night”. De los últimos como decíamos vimos a una pegadiza “Johnny’s Band”, “The surprising” o “Hell to Pay”.

Eso de “long goodbye” queda bastante lejos para toda la banda, ya que vimos a un brutal Ian Paice en los tambores que podría seguir tocando 50 años más, al igual que Don Airey que es un “correteclas” tras su mastodónticos Hammonds manteniendo esa aroma vintage y psicodélica que siempre ha tenido el grupo. Roger Glover tampoco se queda atrás e hizo un gran papel al bajo ya que no paró ni un momento siempre aportando la movilidad que no tuvieron ni Morse ni Gillan. No habíamos tenido ocasión de ver al primero, pero nos esperábamos algo más de alguien con tanta experiencia y tablas, pero no se movió de atrás de sus amplis durante la mitad del concierto y sin transmitir mucho que dijéramos. Para Gillan es para quien han pasado más los años demostrándolo con su actitud pasota, caminando  sin transmitir mirando al infinito (nunca mejor dicho), yéndose detrás del escenario en los solos, y ya  para ayudarle más añadieron partes improvisadas para que pudiese descansar, haciéndonos partícipes almenos de la calidad instrumental de sus compañeros.

  

Una vez más no sabemos si esta despedida es de verdad o no, pero por el título y por el estado de Gillan parece que así será, quizá aguanten hasta que Blackmore se le antoje volver a tocar con ellos y no parece que haya futuro más allá. Veremos que pasa tras esta despedida larga, fuese como fuese siempre es un placer recordar clásicos  y al menos ponerles la marca de haber visto una de las grandes bandas del género en activo.

Siguiendo en la línea de la veteranía que se mantendría el resto de la noche, tocaba la visita de uno de nuestros veteranos, Rosendo volvía de nuevo al Rock Fest y esta vez con más tiempo y a una hora mucho más favorable que al abrasador mediodía de la vez anterior. Siempre es un placer disfrutar al rockero más incombustible de Carabanchel. Sencillo, entregado e infalible como siempre, Rosendo es con razón uno de nuestros artistas más queridos. El secreto es no moverse ni un milímetro de donde desde siempre ha estado, en el compromiso y en el hacer disfrutar a la gente con lo que mejor sabe hacer.

Cuatro años después de Vergüenza Torera, Rosendo llegó a Barcelona con trabajo nuevo bajo el brazo,  De Escalde y Trinchera se presenta ante el público del rock fest con ‘Curame de Espantos’, ‘Soy’ o ‘Qué Bufonada!’  se alternaron con sus clásicos de siempre y como no, de Leño, algo que no puede faltar en ninguno de sus conciertos. Temas como ‘Que desilusión’, ‘Flojos de Pantalón’, ‘Masculino Singular’, ‘Maneras de Vivir’ o un estupendo ‘No Dudaría’ de Antonio Flores incluido también en su último trabajo, se metieron al público en el bolsillo. Un público muy entregado y de todas las edades como quedó demostrado en las primeras filas en las que un sector que apenas salía de la adolescencia se dejó la garganta del primer al último minuto en lo que debió ser el concierto de su vida. Nos alegra tremendamente ver cosas así, como la gente joven, tan joven, mantiene con fuerza la llama del rock viva. Es para sentirse ‘Agradecido’, y si no que se lo digan a Rosendo, que no pudo irse con mejor sabor de boca.

  

Para poner punto final a la segunda jornada, nos quedaba por ver el penúltimo gran show de la noche. En mi humilde opinión y fuera de gustos, tópicos y demás, el legítimo cabeza de cartel del día fue por méritos propios ALICE COOPER, y no compro ningún otro argumento. No quisiera levantar ampollas criticando a otros así que lo mejor es que me centre en Alicia y todas sus maravillas, que fue quien realmente demostró cómo sí se puede ser un enorme frontman, pues este es su espacio y para eso es su crónica, para todo lo demás…. unas cuantas líneas más arriba.

A mi tercera vez con Alice Cooper, iba con la tranquilidad y esa confianza por dentro que te entra cuando sabes que vas sobre seguro a algo, que no te va a fallar.  De los platos fuertes del día y si me apuras de todo el festival, ni siquiera los que no son sus fans o seguidores en mayor o menor medida le hacen ascos a un concierto suyo, todo el que pase por delante allí se queda. Apto para todos los públicos, un concierto de Alice Cooper llena todas las expectativas porque las abarca todas, el que busca espectáculo encuentra espectáculo, el que busca rock&roll encuentra rock&roll, en un concierto de Alice Cooper encuentras todo.

  

Parte del secreto de su éxito está cómo no, en esa irreverencia y teatralidad de la que hace uso desde siempre, por eso se destacó de los demás, porque en su momento nadie era como él y a día de hoy sigue sin haberlo. Pero el secreto del éxito de una estrella del rock tiene que venir indudablemente primero por la música, y ahí el Sr. Furnier tampoco anda cojo precisamente. Siempre bien rodeado, escoge a excelentes músicos que encajan a la perfección con su espíritu y son las piezas de la maquinaria que el mago pone en marcha para  la representación.

Es un dos por uno, concierto+teatro. Se apagan las luces, salen los actores, Ryan Roxy, Chuck Garric, el torbellino Nita Strauss al relevo de la angelical y técnica Orianthi, Tommy Henriksen y a la retaguardia tras sus bombos Glen Sobel marcando los pasos de Alice que sale cuan domador con su vara apuntándonos y entre chispas. Comienza el espectáculo con ‘Brutal Planet’ y a partir de ahí todo un desfile de clásicos de su inmensa discografía que no cesa, no tiene ninguna intención de dejar de sacar discos, para muestra ahí tenemos su Paranormal recién horneado…

  

Desde ‘No More Mr. Nice Guy’, ‘Under My Wheels’, ‘Lost in America’ o ‘Poison’ hasta ‘Killer’, ‘I Love the Dead’ ‘Feed My Frankenstein’ y ‘Escape’ pasando por ‘Welcome To My Nightmare’ y ‘Billion Dollar Babies’ son sólo unas cuantas de las coordenadas que conforman del guión que nos explica la sucesión de acontecimientos: Primer acto: hits, rock en estado puro, hits, tachuelas, más hits… Segundo acto: locura, hits, bata blanca, hits, guillotina, monstruos, más locura, más hits… Ningún concierto de Alice Cooper deja indiferente, siempre hay sitio para sorpresas, un Joe Perry –amiguete de la panda de sus vampiros de Holywood- siempre dispuesto aparece como invitado en ‘School Out’ para mayor locura del personal ávido de ver al día siguiente a Aerosmith…
Espectacular como siempre, esperemos que nos lo traiga pronto alguien en gira propia presentando su último disco y podamos disfrutar de nuevo del gran show del que es sinónimo el nombre de ALICE COOPER.

Después de ver un show en condiciones, teníamos que volver a la realidad y que mejor que con otros ingleses, los incansables Saxon. Da igual cuando toquen, con un sol abrasador o de madrugada, Byff y los suyos siempre nos volarán la cabeza con sus tonadillas de hoy y siempre. No los habíamos tenido aquí tras la edición de su “Battering Ram” en 2015, así que había ganas de Saxon… aunque bueno, la gente siempre tiene ganas de Saxon.

  

Para ser el último concierto del día y en el escenario secundario no nos esperábamos que tuvieran mucha escenografía, pero nos sorprendieron con un trabajado telón de fondo, antorchas, estandartes, escaleras y una tarima para la batería de Nigel. 14 temas fueron los que la banda descargó a máxima revolución a causa de su fuerza en directo, si Deep Purple baja el tempo para que siga Gillan, Saxon lo aumenta por su ímpetu.
Aunque no viniesen de gira a presentar el disco, solo tocaron el propio “Battering Ram” y el resto fue la típica ristra de clásicos que hacen saltar, cantar y volverse loco a todos como “Crusader”, “Motorcycle Man”, “Power and the glory”, “Sollid ball of rock”, “Heavy metal thunder” y así con todos los que faltan y que todos sabemos cuales son.

Saxon, esa banda incansable/inmortal que siempre dan un buen concierto sea la hora que sea, el problema quizá sea que siempre dan el mismo, pero parece ser que a la gente poco le importa. Así que adelante.

  

Susana Manzanares / David Aresté / Albert Vila

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