Halestorm + Devilskin – 25 de Octubre ’18 – The Black Box, Palacio de Vistalegre, Madrid.

Ya nos habían visitado con anterioridad, pero siempre acompañando a otras bandas. La última vez fue junto a Alter Bridge, visita en la cual ya se vio claramente la cantidad de seguidores que arrastraban Lzzy Hale y compañía. Si hace poco hablábamos del crecimiento que habían experimentado Myles Kennedy y los suyos, hoy hay que hacer lo propio con Halestorm, y es que los de Pensilvania se han ganado por derecho propio ser uno de los grandes nombres de la escena actual. Así lo demostraron a su paso por Madrid, por fin encabezando su propia gira, donde hubo que buscar un recinto mayor que la Sala But, el lugar previsto en un principio para el evento, por la alta demanda de entradas que hubo nada más ponerse éstas a la venta.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

No venían solos. Los acompañaban Devilskin, desde Nueva Zelanda, nada más y nada menos.

Pasaban minutos de las 8 de la tarde, y ya con una buena entrada tratándose de un jueves laborable, cuando saltaron a escena encabezados por Jennie Skulander, quien desde un primer momento mostró su amplio registro vocal. La formación la completaban Nic Martin a la batería, Paul Martin al bajo y Tony Vincent a la guitarra. Visualmente muy compactos, con Paul y Tony con atuendos muy similares, ambos calvos y ambos con una larga perilla roja, atacaron sin piedad el primer tema de la noche: “Pray”.

  

Potentes, algo pasados de graves y muy enérgicos dieron paso a uno de sus temas más conocidos “Elvis Presley Circle Pit”, donde apreciamos con claridad que contaban con un buen número de seguidores en la sala y que no eran unas meras comparsas. Jennie disparó un cañón de CO2 al público, recurso que utilizarían en más momentos del show, ganándose enseguida los vítores de éste. Fue un concierto que tuvo sus altibajos. A mi juicio son una banda que tienen calidad, que suenan bien y que lo hacen muy bien en directo, pero que a veces sus temas carecen de ese “algo” que haga que terminen de enganchar. Es por esto que tras el buen comienzo llegaron “All Fall Down” y “Mountains” y nos quedamos algo fríos. No son malos temas, ni mucho menos, y los defienden francamente bien en directo, pero…

Remontaron notablemente con “Start A Revolution”, “Animal” y la versión del “Holy Diver” de Dio, que puso a cantar a toda la sala de inmediato. No se acercó a la original, ni siquiera a otras versiones como la de Killswitch Engage, pero no estuvo nada mal. Eso sí, el momento del solo fue un descalabro absoluto donde todos perdieron pie y les costó encontrarse. Seguían cayendo los temas, y entramos en una fase que se hizo bastante monótona, la verdad. “Never Seen The Light”, “Vessel”, “Until You Bleed” y su nuevo single, “Endo” tuvieron buenos momentos, pero en conjunto resultó una parte algo plana, donde la potencia que llegaba del escenario lo hacía sin demasiada dinámica.

  

Su rush final fue bien distinto, siendo “Voices”, “Little Pills” y “Violation” una buena muestra de lo que Devilskin mejor sabe hacer. A pesar de los altibajos fue un concierto bastante positivo, sobre todo porque demuestra que, afinando un poco más en los temas, Devilskin es una banda que tiene mucho que decir en un futuro cercano.

La espera se hizo larga, aunque no lo fue tanto, pero las ganas de ver sobre las tablas a Halestorm hacían que cada minuto pareciesen diez. Con el escenario prácticamente a oscuras, apareció Lzzy Hale, guitarra en ristre, y se desató la locura. Mientras desgranaba “I Get Off” a capella a modo de intro, fueron apareciendo Joe, Josh y su hermano Arejay tras los timbales, este último con un atuendo surfero que no casaba con el lugar ni el momento.

Bastó una mirada de Lzzy hacia atrás como señal para dar comienzo a “Do Not Disturb”, uno de los singles de su reciente “Vicious”. Un par de estrofas fueron suficientes para comprobar que lo que se nos venía encima iba a ser memorable. Potencia, energía, calidad, actitud… y una buena ristra de epítetos positivos que salieron de nuestras bocas. Quizá no era el mejor tema para comenzar el concierto, pero dio igual, porque allí ya estaba todo el mundo entregado desde el primer minuto. Pensaba que la audiencia estaba ya bastante encendida, pero no, aun quedaba un punto de calor, que se alcanzó rápidamente con “Love Bites (So Do I)” y “Mz. Hyde”, temas que abrían su segundo álbum allá por 2012, y que esa noche sonaron espectaculares.

  

Podría estar cada línea alabando las virtudes de Lzzy Hale, y es que es una auténtica bestia sobre el escenario. Vocalmente te deja sin palabras, transmitiendo una energía, una garra, una potencia que sobrecoge. Y encima tiene la actitud de los grandes de este negocio. Absolutamente impresionante durante toda la noche. Volvieron rápidamente a su nuevo álbum, el cual venían presentando, con “Black Vultures” y “White Dress”. La primera el público la trató como un clásico más, cantando a pleno pulmón eso de “Black vultures circling the sky, pick at the pieces…”, Enorme.

Con “White Dress” hubo más expectación, la gente parecía que se paraba más a ver cómo sonaba un corte que quizá pase algo más desapercibido en vez de entregarse al frenesí de botar y cantar. El resultado fue bueno en todo caso. “Amen”, uno de los temas más destacados del “Into The Wild Life”, fue la siguiente. Derroche de calidad por parte de todos, alargando la canción con una suerte de improvisación que hizo las delicias de todos los allí presentes, donde destacó principalmente Arejay, dando una lección a los parches que nos dejó boquiabiertos. Mucho mejor que su solo, que vendría poco después, y que fue un tanto simple y descafeinado, aunque divertido a su manera, con las ya consabidas baquetas gigantes.

  

Antes del mencionado momento vino “Vicious”, tema que da título a su nuevo álbum y que gana muchos enteros en directo. Lzzy lleva muy bien a las tablas esa sensualidad presente en varios cortes de este nuevo disco. El solo de Arejay nos dio un respiro, porque, la verdad, habíamos llegado casi al ecuador del concierto y prácticamente no nos habíamos dado cuenta, tal era la intensidad del show. “Freak Like Me” y “Apocalyptic” sonaron con una solidez brutal, en las cuales Joe y Josh tomaron bastante más protagonismo del que habíamos visto hasta ahora, demostrando que Halestorm no es solo la banda de los hermanos Hale. “It’s Not You”, única representante de su primer disco en todo el setlist si excluimos la intro a capella, desató de nuevo la locura. Fue sonar eso de “I’m in love with somebody, found someone who completes me” y venirse la sala abajo. Uno de esos temas que gana una barbaridad en directo y que, siendo de los más simples y directo, pasa por uno de los más demandados.

Tocaba volver a su nuevo álbum y de que manera. “Skulls”, con ese toque más pop, estuvo fantástica, pero nada pudo superar a “Killing Ourselves To Live”, para mí el mejor del disco y que sonó perfecto, siendo una canción que exige mucho a la voz de Lzzy, y que llegando bien entrado el concierto podía suponer algún problema, pero que solventó con una facilidad que asusta. De esta manera llegábamos al parón, en el que la banda se retiró momentáneamente bajo una tremenda ovación antes de encarar los bises.

  

Volvieron, pero solo Joe y Lzzy, quienes se sentaron frente al público y, en formato acústico, desgranaron “The Silence”, la estupenda balada que cierra “Vicious”. Tras este emotivo momento llegó la potente y espectacular “I Miss The Misery” que volvió a poner la sala patas arriba, con el público dándolo absolutamente todo, sabedores de que no quedaba mucho más por delante. Y lo que quedaba no fue otra cosa que celebración, relajación, darse el gustazo y quitarse un poco el corsé para darnos las dos últimas píldoras de su maravilloso repertorio: “Here’s To Us”, en la que salieron al escenario Devilskin al completo para brindar con ellos y con todos nosotros, y “She Won’t Mind”, cerrando Lzzy el concierto tal como lo había empezado, a capella. Diecisiete temas en los que lo dieron absolutamente todo, dejándonos la certeza de que podían haber sido otros tantos y no nos hubiera importado. Al fin y al cabo se quedaron fuera obras de arte como “I’m The Fire”, “Mayhem”, “Conflicted” o “Daughters Of Darkness”. Alguna de ellas se echó realmente de menos, pero no se puede tener todo.

Poco más se puede añadir, fue un grandísimo concierto, cargado de energía y calidad, en el que Halestorm demostraron que si, que hay relevo generacional, y que el futuro pasa por bandas como ellos.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López