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Slipknot: The End, So Far // Roadrunner Records

Slipknot: The End, So Far // Roadrunner Records

El final, hasta ahora. Algo así sería la traducción del nuevo disco de Slipknot. Este final, o cierre temporal, tiene vises de referirse en parte al adiós a su compañía (Roadrunner) durante los últimas dos décadas. Se dice pronto. Pero no solo eso. Des Moines, Iowa, fue el epicentro de la tormenta sonora desatada en aquél, y ya lejano, Slipknot en 1999. Desde entonces la banda ha alcanzado la categoría de leyenda o icono del metal. Siempre controvertidos, amados y odiados a partes iguales los 9 miembros llegan a 2022 con un disco que brama que se acabó y que siguen.

Marcel Palagós

Las pérdidas de los miembros fundadores del baterista Joy Jordison (en lo emocional) y el bajista Paul Gray (en lo compositivo) sin duda asolaron el universo Slipknot y los maggots más acérrimos todavía se lamentan todavía por ello. Pero la nave va y, desde el pasado We Are Not Your Kind (2019), la banda ha tomado un camino nuevo aportando nuevas sonoridades a su explosiva mezcla de Nu, Groove, Rap Metal: cada vez son más presentes las partes melódicas, los interludios, los efectos, coros operísticos. En fin, divergencias musicales que intentan enriquecer el sonido y la propuesta. Para esta nueva entrega hay cambio en la alienación de manera que Michael Pfaff (AKA Tortilla Man) entra en las percusiones en lugar de Chris Fehn en un movimiento un poco extraño y que no se terminó de explicar. ¿Es eso importante en el global? Quizás no, pero sí que en el cómputo del disco se echa en falta más madera en lo musical.

Slipknot – The Dying Song (Time to Sing)

Debo reconocer que los dos primeros singles de la banda: The Dying Song y Chapeltown Rag no me terminaron de enganchar como deberían. Si bien son temas marca de la casa y se nota la costura en forma de “S” tortuosa tricotada en la piel de cada uno de esos temas. Las percusiones asesinas en la primera junto con los riffs diabólicos de la segunda aseguran estar escuchando el disco correcto. Decimos eso porque la intro inicial es otro de los resortes que hace que tengas que leer la portada del disco de nuevo y asegurarte que estás pinchando el disco correcto. Adderall es otro síntoma que el End, so far no es solamente el nombre del séptimo disco de los enmascarados. Teclados, melodías suaves y coros cuasi celestiales que surfean tranquilamente sobre una base de bajo magnífica y con Taylor dando muestras de su amplitud vocal. Pero no, esto es Slipknot y la tormenta se desata justo al terminar con los citados singles. Ya se sabe, la calma que precede la tormenta.

Pero no son éstas las únicas sorpresas… Yen, el tercer single de la banda, se presenta como un medio tiempo claro que al estilo propio de los 9. Con un estribillo de lo más catchy y un desarrollo mucho menos frecuente de los que podríamos estar acostumbrados el tema está más cercano a Stone Sour que a los derroteros esquizofrénicos. A mí me ha convencido.

Slipknot – Yen

Enseguida vuelve la locura desatada con Hive Mind, su tortuoso y enfermizo inicio ya presagian otra de las tomas que se ajustan a las líneas base. Destacar el trabajo a la batería de Jay Weinberg (ex Against Me!) y unos coros que enganchan enseguida, al más puro estilo hardcore. Y es que lo de este tipo, Weinberg, es alucinante tiene una categoría increíble. Se nota el ADN que tiene el tipo, hijo de Max Weinberg, batería de la E Street Band. Aunque no se trate del mejor tema que hayan grabado es más que efectivo. Pero el arma de escupir violencia se ha iniciado y no parará por el momento.

Warranty posee un buen arranque guitarrero. Brutalidad en estado puro, sin concesiones, acompañado por una batería que arrea beats demoledores y un buen solo de guitarra hacen que este corte en concreto y la primera mitad del disco en particular sea más que correcta. Más pistas de por dónde va virando el sonido son esos coros hacia el final del tema. Sin duda, lo compramos.

Pasado el ecuador, Medecine for The Dead, Acidic y Heirloom me parece que adolecen de lo mismo. Y es que suenan cojas, me quedo con la sensación de que les ha faltado tiempo de cocción o se han despachado para finalizar el disco y acabar con el contrato que les unía a Roadrunner y buscar un destino más suculento. La sensación es más evidente en Acidic en cada escucha me parece que sí, que me engancha, pero el globo se pincha en algún momento. En Heirloom el batiburrillo entre lo esperado en Slipknot y la enorme influencia de Stone Sour y, por ende, de Corey Taylor, rebajan quizás la grandeza de la canción. Parece que la canción va muy para arriba y podría ser de las grandes composiciones del disco, pero se queda a medio camino. Quizás Shawn The Clown se esté destacando más en el Knotfest que cada vez tiene más presencia e importancia y reste influencia en la banda a pesar de ser el ideólogo.

Donde no tengo dudas es en H377, prototípicamente slipkontiana. Los gritos, la solidez de la batería y unas guitarras más cercanas al heavy metal acompañados de unos coros tremendos hacen de este tema uno de los más conseguidos del disco.

Slipknot – The Chapeltown Rag

Para finiquitar el disco nos encontramos con dos piezas enfocadas en la parte melódica: De Sade y Finale. Las dos son más que correctas y en el global del disco encajan. Destacaría los solos en De Sade que lucen a gran altura, la batería machacona y los estribillos con las voces limpias que en el global aúpan al tema.

Así el inicio era chocante, el final tampoco podía quedarse atrás. Finale es otro tema que no esperas encontrar. El preciosismo entendido a la manera de los Iowa, coros operísticos de nuevo (ala manera en que aparecían en Unsainted) en el suave discurrir de este último corte de un disco que implica un punto y aparte por muchas cosas en la carrera de estos tipos que, si algo no son, es miedosos. Veremos en las próximas entregas para dónde dirigen su explosivo sonido. En éste, si bien siguen la estela del anterior, quizás no quede tan bien engarzado y las ideas revoloteen un poco más difusas. No es su mejor disco, pero en líneas generales podemos hablar de un buen disco, si está o no en la última posición en su discografía es ya otro debate. Probablemente sí, pero eso no desmerece el resultado final que, sin rallar el notable tampoco te hace dejar de escucharlo.

La violencia por la violencia pasó, ahora hay más a lo que agarrarse quizás solamente falte que las ideas encajen del todo. El nudo corredizo sigue apretando con firmeza, pero las convulsiones ya no son tan violentas.

Marcel Palagós
Temas:

1. Adderall
2. The Dying Song (Time to Sing)
3. The Chapeltown Rag
4. Yen
5. Hivemind
6. Warranty
7. Medicine for the Dead
8. Acidic
9. Heirloom
10. H377
11. De Sade
12. Finale

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