Todos los amantes de la magia de Led Zeppelin tenían una cita obligada el pasado martes 15 en la madrileña Sala Cats, ya que venía a nuestra tierra el grupo de versiones más reputado a nivel mundial de la mítica banda británica.
Belch
Fotos:Roberto Fierro

 

El concierto al principio estaba programado para la sala Caracol pero, como Cats ya pertenece a Caracol, se movió el concierto de sala a pocos días del concierto, con lo que a más de uno le habrá descuadrado los planes ya que son salas que están muy alejadas entre sí, aunque sí es cierto que se avisó con suficiente antelación para que todos nos pudiésemos enterar con tiempo más que suficiente.

Tributos de Zeppelin hay infinidad y algunos con muy buen hacer pero quizás la más reputada y mediática sean Letz Zep, quizás por su origen británico al igual que la mítica banda, quizás por la bendición que les dieron tanto Plant como Page. Sin embargo, lo que es innegable es la calidad que atesoran, clavando cada uno de los temas, e incluso caracterizándose como cada uno de los miembros de la banda (a excepción de Benji Reid como John Bonham que el pelo largo, liso y rubio complica mucho el asunto).

Como digo, la banda suena muy muy bien, muy compacta y con su sonido crudo y setentero con mayúsculas. Y eso que el sonido de la sala no les ayudó en exceso, con la guitarra muy fuerte que llegaba a molestar bastante, e incluso con acoples o la pérdida de sonido en los monitores durante Kashmir que hicieron que Billy Kulke (Robert Plant) tuviera que salir al paso y cantar sin oírse, dando cuenta de su enorme calidad como músico ya que cantó perfectamente sin irse de tono en ningún momento. (A destacar el mosqueo monumental con el técnico que tardó un buen rato en enterarse de lo que pasaba y otro buen rato en arreglarlo…). No obstante, ninguno de estos problemas consiguió deslucir a la banda que salió del paso con habilidad y simpatía.

El concierto fue largo, muy largo, de más de dos horas y media, dividido en tres partes más o menos claras. Comenzaron en todo lo alto con temas míticos como Good Times, Bad Times, Rock and Roll (donde la gente empezó a moverse y bailotear) o Rumble On. Una segunda parte más friki por así decirlo, dándole importancia a trabajos como Houses of the Holy, Physical Graffity o Presence representado por el Achilles Last Stand la cual sonó redonda, de las mejores del concierto. Y Finalizaron en todo lo alto con temas como kashmir pese a los problemas técnicos varios, Whole Wotta Love donde un par de chicas salieron a bailar invitadas por la banda, Moby Dick con el consiguiente solo de batería quizás algo descafeinado con aires a ritmos modernos y fusión que poco tenían que ver con el tributo, el Stairway to Heaven como no podía ser de otra manera y cerrando con el Black Dog. Quizás la que menos me convenció fue el Stairway to Heaven. Y eso que por detalles que no sea, ya que salieron con la mítica guitarra SG de dos mástiles al más puro estilo Page, no obstante la guitarra sonaba rara, como oscura y se le notó impreciso a Andy Gray (Jimmy Page), y es curioso porque el resto de temas, algunos mucho más complicados que el Stairway to Heaven, los clavó. Un punto positivo de Gray es que no intentó clavar cada uno de los solos, sino que en bastantes momentos los llevó a su terreno manteniendo en todo momento la esencia y los fraseos de guitarra míticos.

Hubo otros temas que me encantaron, además de los anteriormente citados, como por ejemplo Since I’ve Been Loving You, No quarter, riff mítico con ese Wah tan presente y que nos hizo movernos al ritmo. De los cortes psicodélicos que mejor retrataron el pasado martes, transportándonos a épocas pasadas si cerrabas los ojos y te dejabas llevar. Otra de las canciones que les quedó redonda fue la mítica Misty Mountain Hop, con Steve Turner a los teclados y con un gran trabajo a la voz de Kulke.

También hay que destacar el set acústico que consistió en tres cortes a mitad del concierto con Gallows Pole, Going to California y Bron-Y-Aur Stomp ese tema de aire country en el que Gray se salió por la velocidad del tema, gran versión sin duda.

Por lo tanto, un set muy variado, haciendo un repaso exhaustivo por toda la discografía de Zeppelin y evitando caer en la tentación de centrarse en los clásicos para agradar, sino apostando por temas más inusuales que gustarán a los más frikis o amantes de Led Zeppelin. Quizás el set hubiera sido completamente redondo si hubiesen tocado Dazed And Confused, uno de los mejores temas para mi gusto, aunque es cierto que cada uno de los presentes echarían en falta algún tema dentro de la extensa discografía de la banda británica.La actitud de la banda también era de enmarcar. Desde el primer minuto comunicándose con el público, la mayor parte del tiempo en castellano lo que es de agradecer, bromeando entre canción y canción y animando a palmear. Todos a excepción de Steve Turner (John Paul Jones) apodado por la banda como el silencioso, que se mantuvo en un discreto segundo plano, no sé si por la caracterización de Jones lo requería. Eso sí, su labor al bajo y los teclados fue realmente sublime, sobrio pero milimétrico, sin fallar ni demostrar en su cara ningún gesto de que los temas tuviesen dificultad alguna.

Quisiera, para finalizar, destacar la labor de Billy Kulke (Robert Plant). Si en la parte vocal hizo un trabajo soberbio, muy difícil porque Plant es realmente inimitable, me llamó aún más la atención cada movimiento que realizaba, todos muy estudiados y todos gestos que habíamos visto realizar a Robert Plant en sus años mozos. Ese andar lento, casi bailando, majestuoso, los juegos de manos tan sensuales que a más de una mujer enamoró y que le daba ese toque mágico a Zeppelin fueron reproducidos con bastante acierto por Kulke.

No obstante, la magia que tenía Led Zeppelin como banda es difícilmente repetible. Es algo que solo cuatro genios perfectamente combinados podían conseguir. Lo más que se puede hacer es intentar acercarse y emularlo en lo que se puede y es ahí hasta donde consiguieron llegar Letz Zep, que no es poco.

En definitiva, no hay mejor manera que acabar un martes de curro o estudios que volviendo a sentir la magia de una de las mejores bandas de la historia. La gente salió entusiasmada de la sala y es que, tras más de dos horas y media de concierto, público quería aún más. Una noche de esas por las que merece la pena pagar una entrada, no excesivamente barata todo sea dicho por una banda de versiones. Bien es cierto que el grupo lo tiene hasta cierto punto sencillo, en el sentido que la materia prima estaba, las canciones se las sabe medio planeta, pero hacerlo bien no es tan fácil y estos británicos lo hacen más que bien.

Belch
Fotos:Roberto Fierro (flickr)
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