Se habla mucho ahora de Black Sabbath. De hecho, desde hace unos diez años o cosa así se les ha empezado a respetar como nunca. La peña del metal se ha dado cuenta, por fin, de la enorme deuda que los grupos de los últimos treinta años tienen con el combo de Birmingham.
Emilio Morote Esquivel

Casi todo el espectro del metal actual debe algo (y en ocasiones mucho) a las aportaciones que Toni Iommi y los suyos hicieron a los procelosos terrenos del rock en general y del hard rock en particular. Los riffs de guitarra de Black Sabbath han sido influencia para maestros: Motorhead, Metallica, Judas Priest y otros muchos no hubieran existido nunca si hace más de cuatro décadas Ozzy y los suyos se hubieran dedicado, digamos, a reparar coches, vender seguros o producir grupos de rock psicodélico.

http://youtu.be/NZyVZFJGX5g

El primer disco de Black Sabbath inaugura el heavy metal. Toni Iommi inventó el metal. Esto es así. Pero no sería hasta el segundo trabajo, Paranoid, cuando establecerían las bases definitivas de su sonido, así como la creación de algunos de los clásicos del género de todos los tiempos. Señores, no nos andemos con rodeos: Paranoid, el disco, es piedra angular del heavy metal, una obra maestra sin paliativos que hay que vindicar en estos tiempos en que el término “obra maestra” se usa alegremente aquí y allá para ensalzar la obra de grupos de metal ladrillero pa ti pa tu primo.

No hay un solo tema de relleno en el cedé. Ni uno solo. Los cuatro primeros se han convertido en clásicos del rock: “Iron man”, “War pigs”, “Planet caravan” y por supuesto “Paranoid”. En la segunda cara del entonces elepé, tampoco hay desperdicio: “Hands of doom”, por poner un ejemplo, inaugura por sí mismo todo el género del doom metal, al que pone nombre y sonido. Por no hablar de “Electric funeral”, que con su atmósfera claustrofóbica ha dado ideas a más de un músico de doom, death y hasta de black metal, por no hablar del stoner rock y lo que ahora se denomina sludge.

Piénsenlo unos minutos: cualquier formación de metal extremo está influida por Black Sabbath. Sin ir más lejos, los padres del invento thrash metal no hubieran existido sin los aportes del grupo de Ozzy y Iommi. Bandas como Slayer, Anthrax o Megadeth han reconocido siempre la enorme deuda que contrajeron con Black Sabbath. Y estamos hablando de maestros, lo que convierte al grupo que nos ocupa en maestros de maestros.

¿Por qué es este disco el que les abrió las puertas de los mercados americanos? Porque contiene una canción, la que da título al disco, que era su primer single “de verdad”, una canción que, por fin, podían poner en la radio. Lo gracioso del asunto, lo curioso, es que “Paranoid”, la composición, tiene más estructuras pop de lo que a los propios seguidores del combo les gustaría admitir. No importa: sirvió para que llegaran al gran público. Según se dice, al contrario que sus coetáneos Led Zeppelin, Deep Purple y hasta cierto punto Uriah Heep (estos últimos hoy olvidados por completo), Black Sabbath no gozaron en sus principios del apoyo de la prensa musical, que siempre los consideró en aquellos primeros años una excrecencia del universo rock que, según los periodistas de la época, no tardaría en desaparecer.

No fue así. A “Paranoid” le siguieron otros cuatro discos tremendos: “Master of reality”, “Vol. 4”, “Sabbath bloody sabbath” y “Sabotage”. Entre los seis discos no hay una sola canción de relleno. Ya lo dijo Henry Rollins en una frase mítica: “Solo se puede confiar en dos cosas en esta vida: en uno mismo y en los seis primeros discos de Black Sabbath”.

Emilio Morote Esquivel

Formación:

Ozzy Osbourne : Vocal
Tony Iommi : Guitarra
Terrance "Geezer" Butler : Bajo
Bill Ward : Batería

Temas:

1. War Pigs (7:55)
2. Paranoid (2:50)
3. Planet Caravan (4:30)
4. Iron Man (6:00)
5. Electric Funeral 4:50)
6. Hand Of Doom (7:10)
7. Rat Salad (2:30)
8. Fairies Wear Boots (6:15)

https://www.blacksabbath.com/