MÖTLEY CRÜE (20:00 – 21:15)

Mick Mars, Nikki Sixx, Tommy Lee y Vince Neil aparecían en escena con un espectacular escenario presidido por una descomunal batería que desde el primer momento se encargo de aporrear enérgicamente el gamberro de Tommy Lee.

Un total de 13 temas protagonizaron los 60 minutos de actuación de los americanos que, sin dudarlo en ningún momento, tiraron de clásicos para levantar al respetable y provocar los coros y gritos a base de, como digo, los pegadizos estribillos de los Crüe con temas como “Kickstart my heart”, “Wild Side”, “Shouth at the devil”, “Looks that kill” o “Same Ol’ Situation”.

Añadir a este dato el impecable sonido de la banda y la puesta en escena con generosa pirotecnia así como un Vince Neil que en todo momento se preocupó de cubrir a sus compañeros y compensar la sosería de Mars y Sixx que más bien parecían aburrirse en el escenario que otra cosa. Neil, sin suponer tampoco un derroche sobrehumano de actitud, cumplió generosamente con su papel de frontman y, aunque lejos de sus tiempos de juventud y de aquella chulería de bar de carretera que tantos créditos les han dado, supo enfrentarse a los miles de fans que se agolpaban a pie de escenario.

Algunos de los momentos álgidos de la actuación fueron protagonizados por temas como “The mutherfucker of the year”, la balada “Don’t go away mad”, “Dr. Feelgod” y, como no, el colofón final con la más que previsible, a la par que esperada, “Girls, girls, girls”, con gran traca final de pirotecnia y una aclamada despedida que dejó en un notable lugar la actuación de Mötley Crüe.

Fotos: Eugene Straver – www.metal-experience.com

IRON MAIDEN (21:30-23:30)

El tercer “coloso” de esta jornada venía a cargo de los siempre rentables IRON MAIDEN que se encargarían de descargar 2 horas de repertorio con la esperada nueva escenografía y el convencimiento de que, como siempre no defraudarían.
El primer tema que cayó fue “The Wickerman” así que la cosa prometía. Como siempre, la banda al completo y, especialmente, el bueno de Dickinson, empezó con fuerza y entusiasmo así que al público no le costó empezar a levantar en alto los puños y demostrar a “La doncella” que estábamos ahí para darlo todo.

El segundo corte siguió, a la par que el primero, recuperando parte del fantástico Brave New World (2000) con “Ghost of the navigator” y, a partir de ahí , Dickinson ya anunció que el show se basaría en temas de, precisamente, el álbum que supuso el retorno de Dickinson a la banda hasta la etapa más actual de Maiden (incluyendo, esos sí, algún que otro clásico). Así, prueba de lo que acababa de anunciar Bruce, cayó el primer clásico de la noche con “Wrathchild”, tras el cual, y a pesar de que el público ya empezaba a estar más que activo, empezó lo que, para un servidor, fue uno de los conciertos más decepcionantes del festival.

Tal vez sea una opinión muy personal (aunque pude contrastarla con varios de los asistentes al concierto y todos coincidían en lo mismo), pero lo cierto es que en un festival de estas dimensiones, ante 75.000 fans, con un SOLD OUT en toda regla y sabiendo que MAIDEN es sagrado para la mayoría de la comunidad metálica, basar 2 horas de repertorio en temas nuevos (o relativamente nuevos) y de corte progresivo lo único que hace es apagar a 75.000 almas que, poco a poco, fueron diluyendo sus energías para acabar cayendo en el aburrimiento.

Así, y sin desmerecer la calidad de los temas ni tampoco la excelente, repito, excelente labor de la banda, cayó el nuevo tema “El Dorado” de su nuevo disco “The final frontier”, “Dance of Death”, la larga “The reincarnation of Benjamin Breeg” y “These colours don’t run”, éste último de su disco “A matter of life and death” y que, aunque sea un muy buen tema, definitivamente no encajaba en este show así como el homenaje a Ronnie James DIO con el tema “Blood Brothers” (un gesto que desde estas líneas agradezco ya que supuso el primer gesto de gratitud hacia DIO que pudimos ver entre las bandas del festival).

Con esto  llegábamos al meridiano del concierto con un público, tal y como apuntaba, más que apagado. Entonces llegó el intento de recuperar el ritmo perdido con “Wildest dreams”, “No more lies” y “Brave new world” pero en aquel momento parecía que  ya era demasiado tarde.
De todos modos la generosidad del público de W:O:A y, sobretodo, las inmensas ganas de disfrutar de MAIDEN propició que hacia la recta final, y gracias a la selección de una buena colección de clásicos, el show levantara el vuelo. “Fear of the dark” e “Iron Maiden” sirvieron para finalizar el set list oficial (incluyendo, como era de esperar, la aparición de Eddie tematizado esta vez con la nueva estética de “The Final Frontier” y tocando la guitarra).

El bis no se hizo esperar y vino a cargo de los incombustibles “The number of the beast”, “Hallowed be thy name” y “Running Free” (que perfectamente podría haberse substituido por “Run to the hills”). Llegados a este punto, y de manera definitiva, se daba punto  y final a una actuación que, como digo, tuvo una ejecución perfecta, que contó con una banda pletórica, con un Bruce Dickinson alucinantemente en forma y con un estado vocal impoluto, pero que se vio desmerecida por lo que a mi parecer fue una elección equivocada de un set list que lo único que hizo fue apagar un fuego que estaba muy vivo y con ganas de arder todo lo posible.

Entiendo que Maiden apueste por su nuevo material pero creo que ese no era el momento adecuado y, tal y como apuntaba, y después de haber contrastado opiniones, creo que Wacken quedó algo decepcionado con los ingleses.

Texto: Marcel·lí Dreamevil y Rerre Revolucionaria
Fotos: WOA’10

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