No vamos a descubrir ahora el trastorno maníaco compulsivo de Mike Portnoy a la hora de montar y tocar en todos los grupos y proyectos que sea posible, pero creo que sí merece la pena destacar que cuando se anunció el nacimiento de Flying Colors, por primera vez y aunque quedaba claro que el rock progresivo estaría en la ecuación, no sabíamos exactamente qué esperar y una de las incógnitas a despejar era ?su cantante Casey McPherson. Una vez resuelta con la publicación del debut en 2012 creo que la mayoría quedamos encantados con el resultado. La jugada salió igual de redonda, y además reforzada, con su segunda entrega dos años después.

Pero conseguir encontrar un hueco en la agenda de estos músicos es complicado y para esta nueva entrega hemos tenido que esperar cinco años. Ante un período tan largo cabría imaginar que nos encontraríamos con un trabajo que añadiría pinceladas diferentes a su paleta de colores aunque, y por mucho que he insistido con varias escuchas detenidamente, al poner este “Third degree” no puedo evitar la sensación de deja-vu, de caminos ya recorridos y, de manera especial, echar de menos temas que se queden grabados y que impulsen a devorar una y otra vez el disco como ocurrió con los otros dos.

Indicios de esa sensación de deja-vu que comentaba los tenemos en el primer tema de adelanto, “More”. Como ya pasó con el de su anterior entrega, “Mask machine”, la influencia de Muse vuelve a hacer acto de presencia, de manera más notable en la labor vocal de Casey. La diferencia la pone un desarrollo instrumental que la saca de su camino y de los que no se puede más que disfrutar. Algo similar me ocurre al llegar a “Cadence”, que si bien es el corte que más se puede meter en tu cabeza con intención de no salir en una buena temporada, y uno de sus puntos álgidos, tiene una introducción que trae a la memoria el “Everything changes” de su debut. En “Last train home”, el segundo corte más largo del disco, también vuelve a aparecer la sombra de Kansas como ya lo hacía en, por ejemplo, la deliciosa “A place in your heart”.

Es obvio que tener influencias y que se dejen sentir no es negativo, pero jugar con las mismas cartas no te garantiza ganar la partida aunque disfrutes del juego. Asimismo, la capacidad de facturar estribillos memorables no ha funcionado en esta ocasión con la brillantez de antes.

No está de más mencionar como curiosidad “Love letter”, una canción de desenfadado pop sesentero que no hubiera desentonado en alguno de los discos en solitario que publica Neal Morse alejados de su más popular vertiente prog.

Para finalizar, decir que todo lo comentado no es óbice para que el disco se escuche sin problemas y de una sentada ya que, como es fácil imaginar, la ejecución de los temas es impecable y discutir sus virtudes instrumentales sería una ejercicio inútil. Esa mezcla de rock progresivo con estribillos y melodías pop para todos los públicos se les da muy bien y es el toque que les distingue de otros proyectos. Aun así, en esta ocasión no ha sido suficiente y aunque pueda parecer que el nivel de exigencia es alto, estamos hablando de músicos de primer nivel y la expectación es siempre máxima. Somos afortunados de tener proyectos de este calibre y por suerte no será su última entrega, con lo que esperaremos ilusionados la siguiente.

Alberto H.S

Temas:

01 – The Loss Inside
02 – More
03 – Cadence
04 – Guardian
05 – Last Train Home
06 – Geronimo
07 – You Are Not Alone
08 – Love Letter
09 – Crawl