Pallbearer ha sido todo un fenómeno en la escena Doom de la última década, y después de tres años desde su último LP, aunque hemos tenido varios singles para hacer la espera más llevadera, llega su esperado cuarto álbum, Forgotten Days, un trabajo que ha dividido al público, entre los que han sido decepcionados y los que lo encuentran una maravilla, y parece que no hay término medio.

Cierto es que con Heartless ya notamos cierto cambio de rumbo en la música de Pallbearer, que se hacía un poco más romántica y positiva, en frente de la profunda desolación que se marca en los dos primeros trabajos. Un cambio de estilo que también viene identificado por las portadas de los discos, que pasan a utilizar unas sugerentes pinturas al óleo creadas por Michael Lierly, aunque en el caso de este último trabajo, me parece una elección extraña que no me acaba de gustar. Empieza el disco con la canción que le da nombre y un riff al más puro estilo Candlemass, donde podemos apreciar un sonido grueso y oscuro. En general es una canción más movida de lo que nos tienen acostumbrados habitualmente y que recoge ciertas influencias del proto-doom de los 70 y 80, y que consigue generarte la sensación de estar viviendo una película de terror de la que no puedes escapar.

En Riverbed, si bien continuamos encontrando un sonido oscuro, escuchamos esta parte “romántica” del grupo, con unas melodías que recuerdan en varias ocasiones a melodías sacadas del Pop o del Metal moderno. Un hecho recurrente que, junto con las estructuras más sencillas y menos progresivas que utilizan, hace de este disco más accesible para un público más amplio, pero que quizás no convenza a los fans del Doom o de sus primeros discos, ya que les falta el sentimiento que esperamos que nos transmitan, como también pasa en la siguiente canción, Stasis, llena de riffs muy personales y nada convencionales pero que, sin embargo, suenan planos y no llegan al corazón.

Silver Wings, es una canción interesante, que, pese a empezar con una especie de riff caótico que podría haber sido genial pero que no se entiende muy bien, mejora con el tiempo, y de eso tiene mucho, ya que es la canción más larga del álbum, con 12 minutos, con lo que acaba siendo uno de los mejores temas de éste. Es también el que nos recuerda más a esa primera época de Pallbearer, con respectivas diferencias y con una mitad final especialmente penetrante, que consigue atrapar al oyente con voces que se lamentan y te arrastran hacia el infinito.

Volvemos a los riffs metaleros y contundentes con The Quicksand of Existing, una canción rápida, pero igual de oscura aunque no tan profunda como Vengeance & Ruination, con la que nos sorprenden con un riff intermedio que pasa por encima del público como una apisonadora y que le añade un punto de interés al disco, aunque solo dure unos pocos compases, antes de acercarnos a su final con Rite of Passage y Caledonia, dos canciones que tampoco acaban de transmitir grandes sensaciones y cierran el álbum de una manera un tanto agridulce, aunque el estribillo de esta última consiga subirle un poco el nivel.

Como se ha dicho anteriormente, no es un disco para el seguidor común del Doom ni los primeros Pallbearer, aunque puede maravillar a un público más abierto o nuevo que encontrará en éste una música innovadora y bella, por lo cual no merece ser tachado e incluso diría que, si no te convence con la primera escucha, le des, al menos, otra oportunidad.

Quim Torres

Temas:

1. Forgotten Days
2. Riverbed
3. Stasis
4. Silver Wings
5. The Quicksand Of Existing
6. Vengeance & Ruination
7. Rite Of Passage
8. Caledonia