Este año se cumple el 40th Aniversario de una de las obras más grandes que ha dado la historia de la música. “The Dark Side of the Moon” posiblemente sea uno de los discos más exitosos de todos los tiempos, un disco totalmente atemporal que se gestó con unas mentes y unos medios irrepetibles, a la vanguardia de la experimentación y haciendo eclosionar el rock progresivo que ya venía ocupando el mapa musical en aquellos momentos. Hablamos del disco que tiene el record de permanencia en las listas del Billboard en la que estuvo 750 semanas, desde 1973 hasta 1988.
Toni Marchante

Mucho podríamos contar de esta obra maestra, pero trataremos en pocas palabras de reseñar este disco que comenzó a gestarse en directo, donde Pink Floyd lo fue interpretando y perfeccionando hasta llegar al momento de su grabación entre junio de 1972 y enero de 1973 , viendo la luz en Marzo de 1973.

Pink Floyd venían de una situación donde debía de definir y decidir su nueva identidad. La marcha de Syd Barrett, auténtico motor hasta el momento de su abandono les hizo cuestionarse cual sería su nueva dirección. La incorporación de David Gilmour les hizo seguir en la estela de la música psicodélica, improvisada, experimental, pero con nuevas dosis de progresividad y ambientación, que se fueron perfilando dejándonos grandes discos como “Atom heart mother” o ”Meddle” donde se podía ir percibiendo la evolución.

https://www.youtube.com/watch?v=ykuvHnNGHNc

“The Dark Side of the moon” llega en un momento en donde Waters, Gilmour, Wright y Mason formaban un auténtico equipo, donde todos aportaban con mentalidad abierta, tanto hacia fuera (clave en este disco es la aportación de Alan Parson como ingeniero de sonido, por el que consiguió un Grammy) como hacia dentro. Formaban una piña y todos tenían un objetivo común: disfrutar de la música, de sus creaciones y hacerse ricos y famosos. Roger Waters en cierta medida pasó a tomar el timón que dejó Barrett, convenciendo en sus ideas y asumiendo el peso letrístico, pero la implicación y aportación de los restantes componentes fue absolutamente crucial. El disco empezó a cobrar vida en un estudio en Bermonsday perteneciente a los Rolling Stones. Allí improvisaban, componían y revisitaban composiciones antiguas que fueron recicladas para darles cabida en este álbum.

Se trata de un álbum conceptual que no sigue una temática continua, sino que aborda aspectos destacables del ser humano, incluso aquellos que no consideramos importantes pero que influyen en nuestro género humano: la empatía, los elementos mundanos de la vida, el estrés, la ansiedad, la muerte, los miedos, la locura o la importancia de vivir cada uno su propia vida. Todos estos aspectos se perciben no sólo en la letra, sino también en la música.

Su portada es emblemática. Ellos no quisieron salir en las fotos del disco y crearon una de las carátulas más reconocibles de la historia musical. El prisma con la luz descompuesta es un emblema icónico de Pink Floyd. El prestigioso y recientemente fallecido Storm Thorgerson fue el encargado de diseñar el cover basándose en tres conceptos: La representación del espectáculo de luz que genera el grupo, la referencia a un texto sobre ambición y la petición por parte del grupo de que fuera sencilla, atrevida y que llamara la atención.

El disco comienza tal y como acaba, con los latidos del corazón y desde ese momento comenzamos a disfrutar de un disco adelantado a su tiempo, con la inclusión de numerosas multipistas, llenas de efectos bien posicionados, con un sentido específico, capaz de transmitir mensajes que sin duda llegan a su destino. La intro “Speak to me” y la placentera “Breathe” abren el disco. La guitarra en “Breathe” es enigmática, cautivadora y la voz seda nuestros oídos haciéndonos entrar en un mundo mágico propiedad de estos cuatro genios, para dar paso a “On the run” un evidente ejemplo de lo que era el I+D musical de aquel tiempo, usando los primeros sintetizadores. Para esta parte usaron el Synth EA que tenía un teclado incorporado y un secuenciador. Tocando una secuencia de varias notas las aceleraron y usando otros filtros y osciladores para el sonido vibrante obtuvieron la base electrónica que se escucha en el disco. A esto añadieron loops, sonidos raros y efectos como el sonido de guitarra al revés con ecos, jugaron con el stereo y usaron el sintetizador morph para simular un efecto doppler artificial. Todo esto para tres minutos y cuarenta y cinco minutos de experimentación de alta escuela. Uno de los principales inconvenientes para esta parte fue que no había suficientes canales para lo que querían meter, así que iban cambiando los canales. En aquella época no había nada automatizado una mezcla era como salir al escenario y grabar en directo, algo que prácticamente se ha perdido en la actualidad.

https://www.youtube.com/watch?v=5O49o0TMr30

Y llegan los relojes. Para “Time” fue Alan Parson quien sugirió el introducir un sonido cuadrofónico de las campanas de los relojes. Hacer que todos los relojes sonaran al mismo tiempo fue un proceso nada sencillo; grabaron el sonido de los relojes en una cinta con múltiples canales con la complicación de que la cinta debía empezar a girar en el momento exacto. Todo esto lo hicieron de forma prácticamente manual, con señas y cronómetros, no había ordenadores. El resultado final es asombroso. La parte instrumental que precede a la parte cantada posee una rítmica cronométrica donde Nick Mason hace alarde de esa forma elegante y certera de percutir sus parches. En la parte cantada podemos apreciar la clase de Gilmour en el double track de las voces. El solo de guitarra de Gilmour es magistral, con ese sonido etéreo, cristalino seña de identidad del sonido pinkfloidiano.

“The Great Gig in the Sky” es un corte en el que es imposible permanecer impasible. La belleza de la interpretación a piano de Richard Wright, con esos acordes con referencias a una de sus debilidades (el jazz) se ve complementada con la espectacular voz de Clare Torry, recomendada por Alan Parson para la ocasión, improvisó sus vocalizaciones durante la mezcla, saliendo esa maravilla de sentimiento, desgarro, dolor, muerte…sosiego.

Llegados a este punto, si tenemos un vinilo procede poner la cara B para encontrarnos con “Money”, un corte que trata sobre la avaricia y el consumismo. “Money” fue muy importante para la introducción del disco en el mercado americano donde un buen single era obligado. El inconfundible ruido de la caja registradora lo hace reconocible. ”Money” es una variación de compases y Waters lo escribió como una especie de canción blues donde su complejo compás 7/8 le da su toque especial. El saxo corre a cargo de Dick Parry, buen amigo de la banda. La canción adopta su aspecto más rockero cuando pasa a compás de 3/4 y nos regala ese maravilloso solo de Gilmour. Este exitoso single los situó en la cima, siendo la apuesta comercial de este trabajo.

“Us and them” es uno de los temas reciclados del disco. Originariamente se grabó para la película “Zabriskié Point” de Antonioni. La grabaron en 1969 y la abandonaron sin trabajarla más ya que Antonioni la rechazó al resultarle demasiado melancólica. Una canción que esperó hasta entonces a ser reutilizada con un texto lleno de antagonismos y con un estribillo prodigioso. En lo musical destaca el que al componerla se dejaron espacios donde lucen con brillantez los ecos; el recurso de dejar un compás vacío para rellenarlo con el eco a la par que sencillo resulta muy bello. La armonía de Wright y Gilmour funcionan a la perfección conformando una aleación perfecta tanto en lo musical como en lo vocal.

https://www.youtube.com/watch?v=TzVbtL1BTI0

“Any Colour You Like” es un corte instrumental de tonalidades psicodélicas que nos lleva a “Brain Damage” otra de las grandes joyas del disco tanto en lo letrístico como en lo musical (The lunatic is on the grass..). Esta canción aborda el tema de la enajenación mental en una clara alusión a su excompañero Syd Barrett. De nuevo el doublé track en el canto es espectacular. Nick Mason (como durante todo el disco) realiza un discreto pero notabilísimo trabajo, siempre tocando despacio y de forma austera, sin excesiva efusividad, pero dando con la baqueta en el lugar y el momento oportuno. El sonido de órgano termina por elevar los grados de emotividad. Para terminar “Eclipse”, como una prolongación del anterior y como si fuera su parte final, va sintetizando el concepto bajo la misma cadencia.

“The Dark Side of the Moon” lo escuché por primera vez hace 35 años y es un disco que no ha perdido relevancia. Como el primer día es un disco capaz de transportarte a otra dimensión. Un disco donde suceden cosas mágicas sin que hayan sido buscadas conscientemente, lo que pone de manifiesto el grado de creatividad de estos músicos, que se adelantaron a los sonidos del futuro cuando en aquellos tiempos no se hacían samples y donde realizaron su primer encargo técnico a un tal Alan Parson, quien aportó algunas ideas excelentes. Es la emotividad y la creatividad más pura la que impulsa este álbum, no hay elementos artificiosos o forzados y por eso no caduca nunca.

“The Dark Side of the Moon” es un disco vivo, abierto a interpretaciones tanto musicales como letrísticas.

"There is no dark side of the moon really. Matter of fact it’s all dark."

“No hay un lado oscuro realmente. El asunto es que todo es oscuro”.

Toni Marchante

Temas:

1. Speak to Me / Breathe
2. On the Run
3. Time
4. The Great Gig in the Sky
5. Money
6. Us and Them
7. Any Colour You Like
8. Brain Damage
9. Eclipse

Página web: http://darkside40.pinkfloyd.com