No hace ni dieciocho meses desde que los canadienses The Agonist publicaron su primer disco después de la salida de Alyssa White-Gluz hacia las filas de Arch Enemy, y visto lo visto en esta nueva entrega, quizás no ha sido suficiente tiempo para acabar de madurar del todo las composiciones que nos presentan en este Five, un disco bastante mejorable tanto en canciones como en sonido, en el que la banda se aleja decididamente del metalcore agresivo que siempre les había caracterizado para abrazar un metal alternativo más moderno y acorde al rango vocal de Vicky Psarakis.

Albert Vila

Cuando la carismática Alyssa White-Gluz dejó The Agonist en 2013 para sustituir a Angela Gossow al frente de los gigantes suecos de Arch Enemy, algunos podrían haber pensado que los días del quinteto de Montreal estaban contados. Por suerte para ellos, no parece que haya sido así, y la banda cuenta con un nivel de popularidad a día de hoy envidiable. Paradójicamente, es posible que a raíz de la exposición en los medios que tuvo la noticia del reemplazo de cantante, mucha gente que no conocía a los canadienses tuvo la oportunidad de hacerlo, despertando así el interés de una buena cantidad de público nuevo que sustituyó a aquellos renegados que se fueron decepcionados con el cambio. Personalmente, nunca he sido fan acérrimo de la banda, pero he ido escuchando y disfrutando casualmente de la mayoría de sus discos, con especial émfasis en su Prisoners de 2012, que no es que me volviera exactamente loco pero que es sin duda un trabajo dinámico, divertido, agresivo y lleno de matices interesantes, con una instrumentación potente y donde Alyssa ofrece un trabajo vocal más que notable.

Ha pasado menos de un año y medio desde la publicación de su disco anterior, el primero con la griega Vicky Psarakis al micrófono, que a pesar de ponerle ganas y presencia (a ver si os pensáis que es casualidad que extrayeran hasta cinco vídeoclips de su disco anterior y que de este Five ya lleven dos cuando solo hace dos semanas que ha salido al mercado), creo que estaremos todos de acuerdo que no llega al nivel de versatilidad ni de intensidad de Alyssa, poseedora de un rango más amplio y de un dominio de las voces agresivas mucho mayor. En todo caso, y aunque ese Eye of Providence fuera un poco más genérico y no estuviera a la altura de los trabajos de la banda con la vocalista del pelo azul, se trata de un disco que se deja escuchar sin problemas, tanto a nivel de canciones como de ejecución y sonido, añadiendo de forma natural algo más de melodía a su metalcore agresivo habitual y resultando en un trabajo coherente y más que aceptable, con una generosa cantidad de buenos temas pegadizos y disfrutables.

Así que la verdad es que no sé qué ha pasado con este Five, quinto trabajo de la banda y primero con Napalm Records. El problema no es que hayan decidido suavizar su sonido, alejándose del metalcore agresivo de siempre para abrazar un metal más alternativo y melódico un poco del palo Amaranthe. Eso no tendría que ser necesariamente algo negativo, pero es que el resultado final es, a mi juicio, bastante descorazonador. Es posible que se hayan precipitado algo en sacar este álbum al mercado, habiendo transcurrido tan poco tiempo desde su trabajo anterior y habiendo estado casi todos estos meses girando, pero me dá la sensación que estamos ante un producto inacabado a todos los niveles: muchas composiciones no estan nada cuidadas, con pasajes genéricos y no muy inspirados, enlaces pobres y poco trabajados y, en general, muchos cabos sueltos. Por otro lado, creo que se ha puesto el listón bastante bajo a la hora de decidir qué temas entraban y cuales no. La producción es floja y descuidada: el bajo prácticamente no tiene presencia, dejando a las guitarras desamparadas y sin punch, mientras que la batería suena enlatada y sin fuerza. Por último, la voz está muy arriba en la mezcla, y si bien es aceptable en las partes melódicas, se torna un gruñido entrecortado bastante poco convincente a la que ataca las partes más desgarradas y agresivas. Ya hemos dicho que Vicky no tiene las capacidades gritonas de Alyssa, esto está claro, pero en Eye of Providence se defendió muy dignamente, así que no sé si el desaguisado que nos encontramos aquí es culpa de una falta de preparación específica para este disco o de una producción deficiente en general.

Como es habitual en los discos de The Agonist, Five es bastante largo. En este caso, desgraciadamente, también se hace largo. No me voy a poner a destripar todos los temas por orden, ya que no me gusta ser vinagres ni tengo necesidad alguna de hacer sangre, pero lo cierto es que no encuentro ni una sola canción que me parezca motivante de verdad. Algunas son más pasables que otras, como la mayor parte de "The Chain", con un principio a lo Arch Enemy, o la cañera "The Villain", uno de los temas que menos me desagrada (sin ser nada ni remotamente del otro mundo) a la que no solo salvo el estribillo (un poco irritante, lo sé) sino que también hay un par de riffs y, sobretodo, un solo harmónico hacia la parte final que me resultan indudablemente disfrutables. Hay otros momentos puntuales que se pueden aprovechar dentro de canciones que en conjunto me parecen más bien planas, básicamente estribillos pegadizos como el de "The Ocean", un tema que tiene algun toque a Muse y que no está del todo mal, o como el de "The Anchor and the Sail", muy poderoso, que recuerda al tono que suele imprimir la cantante de Battle Beast. También la primera frase del estribillo de su segundo single, "The Hunt" (mirad hasta donde tengo que ir), tiene una progresión excelente y motivante, pero se me acaba desomoronando inexplicablemente en la segunda mitad, perdiéndose en una extraña repetición poco acertada.

Otros temas destacan por razones negativas. La peor canción de todas, indigna de estar en un trabajo de este nivel y merecedora de cargar con las orejas de burro hasta el fin de los tiempos, es "The Game", un terrible despropósito sin gracia, ritmo ni cohesión alguna que me gustaría pensar que prácticamente cualquier banda hubiera descartado en una primera criba. Hay otras que no se quedan muy atrás en esta lucha, aunque no alcanzan tales niveles. Tanto las anodinas, desganadas y desordenadas "The Resurrection" o "The Pursuit of Emptiness", esta última con unas voces agresivas algo vergonzantes pero con un estribillo de aprobado alto en su mayor parte, como la lenta, previsible y aburrida "The Men Who Fell to Earth", se postulan también como algunos de los instantes menos afortunados de este trabajo, arrancándome por momentos alguna mueca de sorpresa y decepción.

El resto de canciones pasan sin pena ni gloria. No son horribles pero me dejan con una sensación de completa indiferencia cuando no de fría desaprobación. La inicial "The Moment" tiene una alarmante falta de ritmo, mientras que la acústica "The Raven Eyes", que yo habría colocado tranquilamente como bonus track, es una especie de pseudo-jazz dulzón a lo Marlago con toques de rock alternativo que ofrece algo distinto al resto del disco pero que no logra emocionarme en ningún momento. La canción es innecesariamente larga y repetitiva, con una guitarra que se basa en una progresión de cuatro acordes muy básica y donde se desperdicia la oportunidad de dejar que Vicky brille con su voz, ya que la melodía vocal es muy poco halagadora y acaba sonando más bien nasal y irritante. Extrañamente, después de este tema lento y acústico que ya servía de contrapunto a las canciones más dinámicas que habíamos escuchado hasta ahora, han decidido colocar un épico interludio sinfónico de banda sonora de peli de piratas, con cuerdas y vientos a tutiplén que, estando bastante bien y siendo, tristemente, de lo mejor del disco, creo que no brilla como lo haría si estuviera en el lugar correcto del tracklist.

El álbum lo cierra, como bonus track, la versión de un éxito mainstream reciente como es el "Take Me To Church" de un tal Hozier. Expuesto a bastante visibilidad al ser uno de los adelantos del disco, probablemente lo hayan grabado para que gente proveniente de circulos externos al rock se entere de la existencia de la banda (y de momento la idea les ha funcionado bien, ya que es uno de los temas que más escuchas tiene en Spotify). La canción ya tiene una melodía vocal interesante de por sí, pero no me convence demasiado como han solucionado algunas partes, repitiendo muchos de los problemas de falta de cohesión y provisionalidad que veo al largo del disco y conviertiéndola en una versión facilona y que aporta más bien poco.

Ante tan poca emoción, solo cabe decir que es el trabajo más flojo de la carrera de la banda canadiense, a la búsqueda aún de su nueva identidad después de la marcha de un activo tan importante como era Alyssa White-Gulz. Es posible que la línea seguida en Eye of Providence no les convenciera, y hayan decidio dar carpetazo a la etapa anterior y reinventarse con los mimbres de lo que disponen a día de hoy, intentando abrazar una comercialidad más descarada, cosa que me parece una idea muy válida e incluso encomiable, aunque en esta primera aproximación el resultado final, para mi gusto, deje mucho que desear.

Por desgracia, cuanto más escuchas le he dado a este disco menos me han gustado algunas cosas, y lo peor ha sido cuando, al acabar con una de esas vueltas, he decidido ponerme su anterior Eye of Providence inmediatamente después. Ese disco, que sería de notable bajo en condiciones normales, me ha sabido a gloria y me ha parecido el Master of Puppets en comparación, demostrándome que esta gente, con exactamente los mismos componentes, es capaz de construir trabajos más que decentes, trabajados, con buen sonido, buenas canciones y una ejecución correcta, así que me dá aún más rabia lo flojo que es este Five.

Albert Vila

Temas:

1. The Moment (4:14)
2. The Chain (3:12)
3. The Anchor and the Sail (3:49)
4. The Game (2:51)
5. The Ocean (4:27)
6. The Hunt (3:36)
7. The Raven Eyes (5:35)
8. The Wake (2:45)
9. The Resurrection (5:22)
10. The Villain (5:01)
11. The Pursuit of Emptiness (4:04)
12. The Man Who Fell to Earth (3:53)
13. The Trail (4:34)
14. Take Me to Church (bonus track, versión de Hozier – 3:47)