En 1979 y debido a sus problemas con el alcohol, Ozzy Osbourne es despedido de Black Sabbath. Los cimientos de la legendaria banda se tambaleaban. ¿Cómo podrían sustituir a tan genial frontman? Pues con un pedazo de vocalista. Ronnie James Dio entra a formar parte de la banda en junio de aquel año en el que se estaban fraguando tantas cosas. Black Sabbath por supuesto, a causa del salto de calidad vocal que obtienen con la entrada de Dio, empiezan a trabajar en los nuevos temas de otra forma y se produce un cambio en el estilo de la banda.
José Antonio Saavedra

El encargado de darle forma a este nuevo proyecto no podía ser otro que el histórico y excelente productor Martin Birch. El 25 de Abril de 1980 ve la vida el que será uno de los discos más importantes de la década de los ochenta. La criatura se llamaba Heaven and hell. Un disco distinto, diferente y fresco. Algo nuevo para una banda nueva: 

Neon knights es quizás una de esas canciones que merece la pena que te pongas un día de esos en los que necesitas un chute de adrenalina (completamente recomendada para escuchar antes de salir por ahí un sábado por la noche). La letra es un completo canto a la libertad, quizás dirigida mucho más a las huestes del rock duro de aquella época, que se tambaleaba un tanto agobiado por el ascenso de la música disco y el punk, que ya empezaban a dar los últimos coletazos. Comenzaba una nueva era y éste es un gran himno. En la parte musical, decir que escuchar este tema tuvo que hacer que más de uno se cayese de espaldas. Black Sabbath sonando diferentes, pero increíbles, demoledores, rápidos, cañeros y por supuesto, con la voz del increíble Ronnie James Dio al frente. Esto no es a los que nos tenían acostumbrados. La canción comienza con un riff de alucine, con la guitarra y el bajo siguiendo un ritmo constante al que la guitarra va añadiendo melodía. Después entra la voz de Dio convirtiendo esos acordes en mayores y dándole al tema una especie de aura de positivismo que se puede sentir en toda la canción. Una gran canción para empezar un gran disco. 

El segundo tema es otra pedrada en plena cara. Children of the sea empieza con ese arpegio melódico a más no poder y con la voz de Dio muy dulcificada y de pronto… pafff, ese riff impresionante crudo y que quizás recuerde un poco a la época más antigua y oscura. La batería corta el ritmo a medio tiempo dejando que las guitarras se recrudezcan y que la melodía de la voz de Dio envuelva la base. La letra tiene esa especie de mensaje apocalíptico que recuerda un pasado idílico que jamás volverá y que va perfecta con la música del tema. En la parte del solo los teclados de Geoff Nicholls suben de intensidad y le dan esa especie de aura bíblica al solo genial de Iommi. El final queda mucho más cortante gracias a la melodía vocal de Dio haciendo del mismo riff principal, algo casi distinto. Un temazo sin duda. 

Lady evil empieza con ese bajo de Buttler que le da una atmósfera un tanto extraña. Al cual se une después la melodía de la guitarra, haciendo ese riff tan enigmático, utilizando acordes que no incluye la escala en la que está la canción (formula que por supuesto iniciaron Black Sabbath y a la que después se unirían todos los grupos de Doom, Thrash Metal, Gothic…) que hace que tenga esa aura tan oscura. El ritmo la verdad es que tiene un rollo muy setentero y deja un cierto regusto a Rainbow. La letra es una de esas típicas composiciones de Dio, épica y fantasiosa, razón por la cual probablemente dejó Rainbow, porque Blackmore quería cambiar el estilo de las letras y darle otro toque. Sin embargo, la historia ha demostrado que Dio no se equivocaba. 

¡Quietos ahora! Dejad todo lo que estáis haciendo si llega este momento. Sentaos en vuestro sillón favorito y acomodaos. Llega un momento culmen no sólo de este disco, sino de la música en general. Cuando escuché este tema por primera vez, hace ya muchos años, me quedé mudo. Esas líneas increíbles de guitarra seguida por el bajo, esa grandiosidad escondida detrás de aquel riff y de aquel ritmo a medio tiempo… ¡Qué recuerdos de juventud! Heaven and hell. Sólo hay que decir eso. Todo el mundo que entienda sólo un poquito de heavy metal sabrá de lo que hablo. Esta canción marca la línea, esa pequeña y delgada línea entre el rock de los setenta y el heavy metal. Pero en esta canción no voy a hablar de Butler, de Iommy, de Ward o de Nicholls… permitidme esta licencia, esta canción tiene toda la esencia, la técnica y el buen hacer de un gran dios que vivirá por siempre… esta canción para mí ES Ronnie James Dio en toda su magnitud, en toda su grandilocuencia. Dio es quien lleva el tema hacia delante con su prodigiosa voz. Le da ese toque melodioso cuando se lo tiene que dar y va subiendo la agresividad a medida que la música se intensifica hasta explotar en un estribillo prodigioso, que desemboca en un pequeño final con unos coros que te llevan hasta otra parte más agresiva. Esta canción es precisamente eso: el cielo y el infierno. Viento y fuego.

Iommy crea una atmósfera importantísima para el tema en el solo, transportándonos durante un momento a esa psicodelia de principios de los setenta. De repente todo cambia, todo se hace nuevo y las baquetas golpean los parches hasta convertir la canción en algo más veloz, partiendo el tema en dos y dejando el medio tiempo atrás. seguimos en cuatro por cuatro, pero subimos la velocidad del tempo. El solo de Iommy termina por transportarnos a la desembocadura de todo este torrente de creatividad y volvemos a Dio, mucho más agresivo, perfecto, tal y como se lo pide la música. Ward va alternando el ride, el charles y los platos, mientras Butler vuela por el mástil del instrumento arrastrando las cuatro cuerdas, a la vez que un colchón de teclados le da sentido a todo. Y de repente… la calma, el final donde Iommy nos deleita con una excelente pieza de un estilo yo diría que renacentista. Sólo tengo una palabra para definir esta canción: apoteósica. 

Y si tuviésemos un vinilo este sería el momento de darle la vuelta y escuchar la cara B. Otra canción que me recuerda muchísimo a Rainbow y donde se nota claramente que Dio no era simplemente un cantante, sino que entró en el grupo como uno más. Te lleva por ese riff tan hard rockero y después entras en ese estribillo épico digno de Dio. Pero lo que más me gusta es ese interludio después del estribillo. Rápido, rockero, melódico. Simplemente genial. 

Ahora abrochaos los cinturones, porque a mí se me caen los pantalones cada vez que escucho este tema. ¡Qué clase! No se puede hablar de esta canción como si de cualquiera se tratara. Sublime. Eso es lo que me viene a la mente cuando escucho Die Young. El principio tranquilo a teclado y guitarra nos lleva hasta ese riff de nuevo al filo del precipicio, entre el hard rock y el heavy metal. ¡Como suena la SG de Iommy! Esos acordes bien entrelazados y sin parar de cambiar nos hacen pensar en la genialidad de estos tíos a la hora de componer. Y de nuevo nos sorprenden. De improviso la música se viene abajo. Todo se calma y de nuevo un riff de teclado nos acerca al estado original y desbocado de la canción acercándonos a otro pequeño solo. Vuelve el verso y el puente, pero ahora el final es distinto. Iommy por supuesto se sale, pero es que el resto del grupo no para. Fuerte y poderoso como si fuese alguien que viviese la vida a tope porque sabe que va a morir joven. Lo dicho: sublime. 

Walk away es el tema que más se aparta del aura del disco. Tiene ese toque west coast, melódico y alegre. También me recuerda un poco a Deep Purple, aunque lo mismo es cosa mía. Excelente en este tema el trabajo de Geezer. Un tema más apartado del heavy y muy hard rockero. 
Y el colofón final llega de la mano de uno de los temazos: Lonely is the word. Comienza con un riff muy setentero y hardrockero. La melodía avanza a medio tiempo con un excelente trabajo de Bill Ward. El estribillo se revela como la antesala de un solo muy melódico y casi en forma de balada. El trabajo a las cuerdas de Iommy y Butler es impresionante. Nos llevan poco a poco a una dinámica que crece en potencia y fuerza. Aunque la mayor parte del tema nos la pasamos escuchando el solo, no aburre en ningún momento, la melodía te envuelve y te transporta a años atrás. Un gran final de Iommy adornado por el teclado nos deja un gran sabor de boca y con ganas de más. 

Cuando Black Sabbath se separaron de Ozzy, nadie presagiaba que el resultado posterior sin él iba a ser tan bueno. Perdieron un gran showman, pero, tal y como años más tarde les pasaría a Van Halen con David Lee Roth y Sammy Hagar, ganaron a un pedazo de cantante (Dio es una de las mejores voces que ha dado el rock, mientras que todos sabemos que Ozzy a pesar de tener un gran carisma, canta de pena) y un gran compositor que orientó el trabajo de esta gran banda por otros derroteros y la hizo merecedora de ser una de las pioneras del género heavymetalero. Sólo hay que pensar que el Heaven and hell se encuentra entre los tres grandes discos de el año ochenta que abrieron la brecha, junto con el British steel de Judas Priest y, por supuesto, con el Iron Maiden de Iron Maiden. 
Sólo un consejo, quien no lo haya escuchado, que no pierda más el tiempo y que se lo ponga. Os aseguro que no vais a olvidar esa escucha en vuestra vida.

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José Antonio Saavedra