Myles Kennedy + Dorian Sorriaux – Martes 24 de Julio ’18 – Sala But, Madrid
Tras haberle visto en los últimos tiempos al frente de Alter Bridge, su banda, y acompañando a Slash, esta oportunidad de verle en un formato al que nos tiene menos acostumbrados, después de haber sacado un gran disco en solitario, era para no desaprovecharla. Albergaba serias dudas del poder de convocatoria que podría tener el concierto, ya no por Myles, si no por tratarse de un martes laborable en plena vorágine vacacional y festivalera. Pero quedó claro que “Year Of The Tiger” ha gustado, y que no importa quien acompañe a Kennedy, el alto estatus que posee se lo ha ganado con creces, y ya ni siquiera necesita venir con los anteriormente mencionados para casi llenar una sala como la But.
Texto: Alberto López
Fotos: Mario López
Antes, para ir abriendo boca, saldría al escenario Dorian Sorriaux, guitarrista de la banda Blues Pills, quien también se acaba de embarcar en su proyecto en solitario, y que habiendo facturado un buen EP de Folk Rock, como es “Hungry Ghost”, vino a presentarlo en formato exclusivamente acústico. Ya había una buena cantidad de gente cuando el francés salto a escena, a esos de las ocho de la tarde. Acústica en ristre, ataviado con sombrero e indumentaria “country”, y con el único acompañamiento que el de una banqueta y un atril, dio comienzo a su actuación apostado en la parte derecha del escenario, sitio del cual no se movería ni un ápice. A pesar de hacerlo francamente bien, fue un show muy monótono y lineal, y aun habiendo arrancado buenos aplausos por momentos, quizá pecó de sobriedad y calentar, lo que se dice calentar, el ambiente, más bien poco.
Aun así, personalmente agradecí poder ver en un espacio reducido este tipo de concierto, con un Dorian muy entregado a la interpretación de los temas, y que cuando se soltaba y dejaba fluir todo su feeling, nos ofreció momentos muy gratos, como “Hungry Ghost” o “Need To Love”. Aun así, cuando los temas son buenos, lo haces bien, pero escasos cuarenta minutos se te hacen largos… Quizá es cuestión de plantearse el show desde otro punto de vista. Con banda quizá la cosa no habría sido tan monótona, no lo sé.
Y llegó el momento que todo el mundo estaba esperando, la aparición de Myles Kennedy sobre las tablas, acompañado únicamente por un batería y un bajista, un trío que bastó y sobró para lo que veríamos en adelante. Bien es cierto que en el álbum, el cantante ha desarrollado toda su faceta compositiva, plagándolo de detalles y de instrumentación variada (orquestaciones, banjo, mandolina, contrabajo…), algo que no le hizo falta al llevar esas canciones al directo. Con un bajo ecualizado simulando un contrabajo, y una batería con mucha pegada y un bombo cargado de cuerpo y graves, fue suficiente. Quizá alguien esperase algo más detallista e intimista, como en el álbum, pero Myles se desmarcó con un concierto acústico, sin más, que sin embargo hizo las delicias de todos los que estábamos allí presentes. Y es que cuando algo se hace bien, al final poco importa lo demás. Y este hombre lo que hace, lo hace incluso demasiado bien siempre.
Comenzó encadenando cuatro temas de su reciente lanzamiento. “Devil On The Wall” fue la primera, que nos puso en situación de lo que íbamos a presenciar y fue una gran manera de abrir la velada. “The Great Beyond”, que combina a la perfección emotividad y “agresividad”, dio paso a “The Ghost Of Shangri La”, donde Myles sacó a relucir su slide y puso a cantar a toda la sala. Para cerrar esta primera parte tuvimos la maravillosa “Haunted By Design”, que les quedó realmente impresionante, demostrando una vez más lo que siempre he pensado, que Myles va sobrado y que canta lo que le eches. ¡Y qué bien lo hace!
Llegó el momento para la primera de las versiones de la noche, que no fue otra que “Starlight”, del primer disco en solitario de Slash, donde participó en esta y en “Back From Cali”, y que fue el germen de la unión con el afamado guitarrista. “Addicted To Pain”, de su banda madre, Alter Bridge, fue la siguiente en sonar, dándole una buena vuelta de tuerca para adaptarla al show de aquella noche, consiguiendo un resultado realmente satisfactorio. Con “Turning Stones” y “Nothing But A Name” volvió al repaso de “Year Of The Tiger”, dejando claro que es un disco que ha calado muy bien entre sus seguidores, ya que todas fueron coreadas y seguidas como si llevasen mucho más tiempo del que llevan en el mercado. Además, Kennedy estaba controlando a la perfección los tiempos y sabía cuándo tocaba azuzar un poco al público si se quedaba un pelín frío. Al más mínimo gesto suyo la sala volvía a levantar los brazos, a aplaudir, a cantar… lo que se pidiese desde encima de las tablas.
La nota más distendida la puso una curiosa versión de “The Trooper”, de Iron Maiden. Tratándose de semejante clásico, a Myles no le hizo falta casi ni cantar y se le vio pasarlo realmente bien, bromeando constantemente. “White Flag” fue una de esas pequeñas sorpresas que uno solo puede disfrutar en este tipo de conciertos. Se trata de uno de los temas de The Mayfield Four, el grupo que tenía Myles antes de entrar a formar parte de Alter Bridge. Una gozada disfrutarla únicamente con el acompañamiento de unos simples bongos. “Songbird” pasó algo más desapercibida, pero enseguida recuperaron con “Watch Over You”, de Alter Bridge. Poco que decir que no se haya dicho ya sobre este tema. Myles lo bordó, esta vez el solo, sin Tremonti a su lado, y el público cantó hasta la última nota.
Un gran versión del “Traveller Riverside Blues” de Robert Johnson nos metió a todos el ritmo en el cuerpo para enseguida hacer que casi se caiga abajo la sala con el “World On Fire”, single del maravilloso disco de mismo nombre de Slash feat. Myles Kennedy and The Conspirators. Brutal. “Year Of The Tiger” echaba el cierre momentáneamente con mucho gusto. Volvieron, tras hacerse algo de rogar, para encarar los bises que pondrían punto y final a una grandísima actuación: “All Ends Well”, de Alter Bridge, y “Love Can Only Heal”, para mí la mejor del disco y que culminó genialmente el show.
Texto: Alberto López
Fotos: Mario López