Sôber + Savia + Skizoo – 8 de marzo 24 – Live Las Ventas (Madrid)

Fría y lluviosa se presentaba la tarde/noche para recibir a Sôber en su trigésimo aniversario. Venían bien acompañados de sus bandas hermanas, aquellas que surgieron de la escisión que tuvo la banda en tiempos pretéritos y de la que volvieron más fuertes y renovados que nunca, dejándonos grandes temas para el recuerdo que también sonaron aquella noche.

Cuatro años antes, y en el mismo recinto, cerraban su gira “La Sinfonía del Paradÿsso” con idéntico éxito, pero con un recuerdo asociado nada agradable: el comienzo de una pandemia. Esta vez todo sería diferente e incluso el propio Carlos Escobedo llegó a bromear sobre ello en un momento dado.

Treinta años no se cumplen todos los días, y tal como hicieron para la celebración de su vigésimo cumpleaños, se hicieron acompañar por Savia y Skizoo, con un show renovado que llegó a las tres horas y media de duración. Un show que fue casi todo luces, pero que también tuvo alguna sombra que más adelante detallaremos.

A las 21:30 comenzó a sonar el “Back In Black” de AC/DC a gran volumen, indicador inequívoco de que aquello estaba a punto de empezar. Y así fue. “Amosis” la larga intro de su reciente “Retorcidos”, la regrabación de aquel “Torcidos” de cuando aún se llamaban Sôber Stoned, dio comienzo al concierto. ¡Y menudo comienzo! ya que lo siguiente en sonar fue “La prisión del placer”, una de las más aclamadas siempre. El sonido tardaría un poco en ajustarse todavía hasta alcanzar la excelencia por la que les conocemos, pero el público ya estaba entregado desde el primer acorde y cantó a pleno pulmón aquello de “… ya no quiero nada no, no necesito nada más que reviente en trozos mi cerebro…”

Acto seguido continuó el repaso a “Morfología” con un medley de lo más atrayente en el que llegaron a sonar “Abstinencia” (con los efectos vocales algo pasados de rosca), “Caída libre”, “Condenado” y “¿Qué hice mal?. Para entonces el sonido estaba perfectamente calibrado y pudimos disfrutar de un “Loco”, como colofón final a este bloque del concierto, absolutamente apabullante. La gente estaba totalmente entregada y, todo hay que decirlo, hubo momentos en los que fue algo agobiante. Al igual que la otra vez en este mismo recinto, que no es otro que el ruedo de la Plaza de Toros de Las Ventas cubierto por una carpa, el calor dentro y el poco espacio para moverse, estando todo vendido como estaba, hicieron de la experiencia algo incómoda a ratos.

Lejos de levantar el pie del acelerador, encararon otra manga inolvidable comenzando con “Vacío”, la que es para mi, sin lugar a dudas, una de sus canciones más grandes y menos reconocidas como tal. Aunque viendo la reacción del respetable igual tengo que valorar de nuevo tal afirmación.

El escenario estaba compuesto por varias pantallas simulando ser los amplificadores a cada lado de la batería y otra mucho más grande detrás, donde iban proyectando imágenes acordes con los temas que iban sonando. Algo que quedó especialmente bien con los dos siguientes: “Sombras” y “La araña”.

Con esto se dio por terminada la primera parte del show de Sôber. Era el turno de Skizoo y Savia. En la anterior ocasión, cada banda hizo su set entero, pero en esta iba a ser diferente. Se mantuvieron los mismos músicos sobre el escenario, con la inclusión de Jesús Pulido al bajo, y se fueron intercalando temas de unos y otros, siendo así el cambio de Carlos Escobedo por Morti el único que se ejecutó cuando la canción lo requería.

Comenzaron Skizoo con “Solo estás tu”, dando buena cuenta de las ganas que había de volver a escuchar estas canciones en directo. Morti, igual de atrayente y sobreactuado que siempre, se dejó querer y dio buena muestra de que sigue estando a un gran nivel.

El siguiente turno sería para Savia. Carlos, pertrechado con su gorro vaquero característico de aquella época y sin el bajo a cuestas, dio paso a “Condenado”.

Y esta iba a ser la tónica durante la siguiente hora larga: una de Skizoo, una de Savia… De los primeros sonaron también “Habrá que olvidar”, “Dame aire”, “Algún día”, “Renuncio al sol” y “No todo está perdido”, en versión acústica. Grandes temas, todos ellos, en los que Morti hizo muy partícipe al público instándoles a cantar en todo momento, llegando a resultar un poco cansino el recurso de terminar el tema y pedir a la gente que siguiese cantando. Una vez queda chulo, más ya… Aún así, todo el mundo allí disfrutó de ello, así que… ¿quién soy yo para criticarle algo que es evidente que le funciona a las mil maravillas?

El recuento de temas de Savia no se quedó atrás, ni en calidad ni en acogida, siendo “Insensible”, “Fragile”, “Inmortal” (especialmente emotiva por su dedicatoria a Alberto Madrid), “Sólido” y “Como agua para tu sed” en acústico las que nos ofrecieron aquella noche. Era el turno de volver con Sôber, y aprovechando que tanto Skizoo como Savia habían terminado en acústico, ellos hicieron lo propio con “Eclipse” antes de volver a la caña propiamente dicha.

“Vulcano” fue la siguiente en caer, y sonó tremendamente potente, dejando atrás los vestigios de mínima somnolencia que habían aparecido en parte del público después del set acústico. “El día de la liberación”, “Tic Tac” y, sobre todo, “La nube” pusieron aquello patas arriba, con un público entregado que cantaba hasta la última sílaba. Antes de continuar con “El hombre de hielo” se embarcaron en la improvisación que, ya desde hace algún tiempo, vienen haciendo. En este caso, creo sinceramente que se la podían haber ahorrado, ya que enfrió bastante el ambiente, y haber encadenado directamente “El hombre de hielo” y “La nube” habria hecho subir la temperatura hasta límites dignos de mención. Aún así, ese “Mírame, y dime que ves….” tuvo que oirse en medio Madrid, ¡qué pasada!

“Brazos en alto, caras bajas”, con la colaboración de Charly López al violín, “Verona” e “Hijos del miedo”, cortes todos ellos contenidos en sus dos últimas publicaciones, sonaron genial, pero quizá volvieron a enfriar nuevamente el ambiente, con un público que ya después de dos horas y media de concierto seguramente esperaba temas más clásicos. Es por ello que cuando comenzaron las primeras notas de “Diez años” aquello se convirtió en una auténtica locura.

Pasará el tiempo y seguirá siendo de las más celebradas, si no la más. Y con toda la razón del mundo. Al termino de la canción sacaron otra batería al escenario, que rápidamente ocupó Carlos Escobedo y se embarcó en un duelo, bastante desigual, con Manu Reyes.

Otro aspecto de su renovado show que como idea parece estar muy bien, pero que quizá fue ejecutada en mal momento, ya que, unido a los solos que realizaron inmediatamente después Jorge y Antonio, mientras se retiraba la segunda batería y Carlos se reponía un poco, hizo que la temperatura volviese a caer unos grados.

Encararon la recta final del larguísimo concierto con un clásico ya: Carlos cantando “Estrella polar” mientras pasea entre el público. Un momento que ya se ha convertido en mítico en los directos de Sôber.

Ya con todos los actores de la noche sobre el escenario atacaron conjuntamente “Arrepentido”, “Tiempo” y “Náufrago”, cantando todo el mundo el estribillo hasta la saciedad mientras caía confeti sobre nuestras cabezas.

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Fue un gran concierto, eso nadie lo pone en duda, pero quizá deberían darle una vuelta al set, que al ser tan largo ya de por sí es lógico que tenga ciertos bajones, por que si además no se eligen bien los momento más íntimos, los parones, los solos… etc, seguramente se pierde más comunión con la audiencia de la deseada.

Sea como fuere… ¡Enhorabuena por estos treinta años, Sôber! ¡Y que sean muchos más!

Alberto López
Fotos: David Aresté