Este deleite comenzaba a las 19:00 con Metalmanía, grupo de versiones de Metallica.
Con pocos fallos técnicos (quizá la voz estuviese demasiado baja, y quizá el
bajo tronara un poco por encima de lo normal) y con un display muy original
(cruces caseras a lo «Master of Puppets» en el escenario) descargaron estos
sorianos, interpretando grandes clásicos de los estadounidenses. «Seek and Destroy»,
«Sanitarium», «Enter Sandman», «For Whom the Bells Toll»… todas sonaron muy
bien, destacando a su vocalista, que poco se podía diferenciar de la voz del
mismo James Hetfield.

Se puede destacar la versatilidad de sus músicos, que en ciertas canciones
intercambiaban sus instrumentos, y el esfuerzo escenográfico, con fuegos artificiales
y petardos para simular el comienzo de la canción «One». El éxtasis de su show
fue la interpretación del «Nothing Else Matters», no solo la más esperada, sino
que encima intervinieron un violinista, un cello, un contrabajo, una corista,
y un tocador harmónica (porque harmoniquero no se llama, ¿no?). Finalizaron
su hora larga de actuación con «Battery» y «Master of Puppets», dejando el listón
muy alto para los siguientes: Sábado Negro.

Pero por suerte, estos madrileños lo único que hicieron fue subirlo un poco
más. Un cuarteto compuesto por dos hombres (guitarra y batería) y dos mujeres
(vocalista y bajista), con un nombre muy apropiado para el día, comenzaban a
tocar al mismo tiempo que el sol se despedía dejando paso a la luna. Pudimos
oír a lo largo de su hora y media de actuación tanto temas con la era Ozzy como
de la etapa con Ronnie James Dio.

El público celebraba tanto el «Iron Man» como el «Heaven and Hell», el «War
Pigs como el «Children of the Sea», y así con todo su repertorio, en el que
no faltaba ni un solo clásico: «Black Sabbath», «Neon Knights», «Paranoid»,
«Sabbath Bloody Sabbath»… estaban todos allí.

Con su cantante y guitarrista liderando al conjunto (el guitarrista, por cierto,
con una Gibson preciosa firmada por Michael Schenker), la noche se nos hizo
corta, pidiendo a gritos que este sábado negro no se tornase a domingo, y que
algún promotor confirme de una vez por todas a «Heaven and Hell» en algún festival
este verano, pues nunca habrá demasiado Black Sabbath para los españoles.

El último grupo de versiones oficialmente del sábado serían la Pasma, que
versionaban -como no podía ser de otra forma- a los The Police de Sting y compañía.
El estar a caballo entre dos escenarios no me permitió ver mucho de ellos (tuvieron
la mala suerte de coincidir con Uoho y sus inconscientes), pero no pude resistirme
a escaparme a escuchar al menos a dos de las mejores canciones interpretadas
de este festival: la incombustible «Lonely» y la archiconocida «Every Breath
You Take», que me hicieron perder parte de la actuación del guitarrista de Extremoduro…
y, sinceramente, no me arrepentí en ningún momento.

A las 12 en punto se subía a un escenario abarrotado de instrumentos el grupo
que causó mi presencia en el festival: Momo, banda tributo a Queen. Tal era
los nervios que tenía, que no acertaba a reconocer el riff inicial de «One Vision»
(«ya me flagelaré después», pensaba), con el que comenzaba el quinteto su actuación
ante el público más numeroso del escenario en esos dos días, y eso que coincidían
con Rosendo en el principal, uno de los dinosaurios y emblemas del rock nacional.
Siguieron con «A Kind of Magic», «I Want to Break Free», «Under Pressure» (con
guiño inicial al «Another One Bites the Dust» por parte del bajista), «Somebody
to Love» y el «Don’t Stop me Now», todos ellos interpretados a la perfección,
tanto técnica como visualmente.

Nuestro «Freddy Mercury» no se despegaba ni un segundo del papel que interpretaba,
desde su manera de vestir hasta su colaboración al piano en las canciones que
el propio Mercury también lo tocaba. Tras esto, vino el solo del guitarrista,
creo recordar que se llamaba Dani Guzmán, que fue sin duda el músico más preciso
y despampanante del festival, combinando una técnica y un feeling soberbios,
que dejó boquiabiertos a los casi 700 presentes. Después, vinieron «Headlong»,
«Ogre Battle», «I Want it All», y lo que no podía faltar: «We Will Rock You»
(1000 asistentes), «We Are the Champions» (1200 asistentes), «The Show Must
go On» (1400 asistentes) y la pletórica «Bohemian Rhapsody», interpretada por
un coro de 1500 personas y 5 músicos sensacionales, que cerraban para un servidor
la noche en la cumbre de la música y de la felicidad.

Y así acabo para David J Amelang el festival. Ahora me arrepiento de no haber
visto a Ac/Ne (versiones de Ac/Dc) y a Kissexy (versiones de Kiss), pero ni
mis piernas, ni mi voz, ni mi bolsillo me permitía aguantar más tiempo al lado
del escenario y de los puestos de bebida, por lo que fui a rematar la noche
a la tienda, que el madrugón que me esperaba me gritaba al oído que era hora
de cerrar los ojos.

Texto y fotos: David J.Amelang

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