Cada nueva visita a nuestros escenarios de una leyenda viva es siempre una gran noticia, y como tal fue recibido Glenn Hughes en la capital, haciendo un lleno hasta la bandera en una noche en la que reinó el virtuosismo, la veteranía y la nostalgia…
Texto y Fotos: Susana Manzanares
El hecho de llevar colgado para siempre el distintivo de haber sido integrante de una de las bandas más emblemáticas del planeta como es Deep Purple, conlleva de primeras tener todas las puertas abiertas y todos los escenarios disponibles. Pero eso, de primeras, porque no hay que olvidar que el público no pasa una y, o te esfuerzas en dar la talla o ya te puedes ir despidiendo por muy leyenda que seas… Glenn Hughes es afortunadamente otro más de los veteranos que nos demuestran en cada concierto que morirán con las botas puestas y que a pesar de los años, y ya son unos cuantos, siguen ocupando el lugar que merecen.
En esta gira Hughes trae como banda invitada la de una jovencísima promesa del blues rock en su vertiente más rabiosa. ¿Qué puedes esperar de un guitarrista que lleva cosechando premios ya desde antes de cumplir siquiera los veinte…? Pues que nada más se suba al escenario, como mínimo se va a comer el mundo y no te va a sorprender que te deje sin parpadear… y así es como Jared James Nichols abrió la noche. Impacientes y frotándonos las manitas, los que aún no habíamos tenido la oportunidad de verlo en directo no esperábamos que la salida de Nichols fuera como una bocanada de aire fresco tal que te inyectara esas dosis de energía desde nada más salir al escenario. Aire fresco y un torbellino de frenéticos riffs, solos maravillosos y voz en puro sentimiento todo acompañado de un no parar de pelos al viento de su larguísima melena es lo que nos encontramos.
El prodigio de Wisconsin va sobradísimo de actitud, voz y talento, no le dista mucho llegar a donde los más grandes y se está haciendo su huequito entre la élite del género sin usar ni púa siquiera. Nichols debió nacer con más de un cromosoma de blues y esa innata cualidad te garantiza un show que más allá de ser un simple concierto, lo que es es una barbaridad… Si acaba de empezar como quien dice, y ya con veintipocos es capaz de esto… ¿qué nos espera dentro de unos años? ¿Será capaz de sorprendernos aún más?… Lo veremos, pero sea como fuere de momento está paseando por todo lo alto su Old Glory And The Wild Revival y dejándonos noches tan memorables como ésta, en la que el telonero se sale de su papel para ir más allá, que se convierta en mucho más que el que abre para el cabeza de la noche y que te sorprendas a ti mismo con un pícaro pensamiento del estilo ‘Ahí lo llevas Glenn…’
Pero Hughes es mucho Hughes y no es fácil hacerle sombra… Para esta gira eligió compañeros de lujo, el ex-Whitesnake y en la actualidad hiper pluriempleado Doug Aldrich a la guitarra, y el joven y talentoso Pontus Engborg a la batería para completar este power trío de lujo, una fórmula ésta que últimamente se ha puesto tan de moda… Puntual y aun con el regustillo que nos había dejado J.J. Nichols y compañía, aparece sobre el escenario y entre contraluces la ‘voz del rock’ al son de los primeros acordes de ‘Stormbringer’, y de entre el público brotó una ovación de bienvenida. Como todo va en gustos hay quien dirá que siempre se puede mejorar la elección del tema de apertura, pero a mí me pareció una sublime forma y una sublime canción para empezar.
Muy disfrutado y con la misión de meternos en harina cumplida, el clasicazo de Purple nos sumerge de lleno en una sucesión de temas que, aparte de como a modo de recordatorio del nutrido repertorio de su carrera, sirve también para demostrarnos que a pesar de sus casi 65 años, mantener ese chorro de voz, con esos agudos y en esas condiciones es como mínimo digno de admiración.
El repaso a una selección de temas destacados de su trayectoria incluía también su paso por Trapeze, Black Country Communion y, como ya habíamos comprobado al empezar, por supuesto Deep Purple… así es como fueron cayendo en el primer tramo de la noche ‘Way Back to the Bone’, ‘Touch My Life’ o ‘Sail Away’ tras la cual un emotivo momento DIO sirvió de presentación para lo que venía a continuación, porque no todo iban a ser lucimientos para un agradecido y entregado Hughes, que varias veces a lo largo de la noche dedicó al público amables palabras y bendiciones varias…
A mitad de concierto y por la gracia que le otorga haberle conocido a través de su gran amigo David Coverdale, cede el protagonismo a su derecha y toda la atención se dirige ahora a Aldrich que empieza su turno y su ratito de gloria con un tema que ni al pelo para la infinita delicia de los fans de la serpiente allí presentes –servidora la primera-. Un segundo de inconfundible riff e inmediatamente reconocemos la increíble ‘Good To Be Bad’, tema en el que, el bueno de Coverdale permitió (de milagro…?) a Doug Aldrich meter la mano en la composición del disco al que da nombre, así que oye, una estupenda la idea la de añadir alguno en sus directos, que para algo también son suyos no?… Todo el subidón que nos habían regalado hasta el momento, se fue diluyendo poco a poco cuando llegó el momento del sólo, para mi gusto nada acertado… Por más que me pese decirlo Aldrich ofreció esta vez el sólo más soso, tedioso y aburrido que le recuerdo… Tras ello, el ritmo del concierto pareciera pender de un hilo mientras sonaba un largo ‘Mistreated’ donde por si no había quedado claro todavía, quedó definitivamente demostrado el excelente estado en que se encuentra ahora mismo Glenn Hughes de voz… eso no son agudos, son alfileres.
Pese a ello y con ‘Can’t Stop the Flood’ no supuso el suficiente impulso para subir el ritmo de nuevo y con el sólo de batería (por otro lado, Pontus estupendo a los bombos toda la noche) que entendemos necesario para la recuperación del esfuerzo de Hughes, en cierta manera se produjo un bajón que se empezó a disipar poco a poco con la llegada de otro de los éxitos de Black Country Communion, ‘One Last Soul’ y con ‘Soul Mover’ enfilamos de seguido el paso a los bises…
Tras unos minutos de descanso y con la esperanza de volver al nivel de adrenalina inicial casi recuperada, vuelven con ‘Black Country’, otro de los imprescindibles de Black Country Communion donde también pone de manifiesto su buen hacer con el bajo, que no habíamos dicho nada y no es justo soltar tantas lisonjas para la voz solamente…
Llegados a este punto ahora sí, es el final y llega el TEMA, ese que todo el mundo lleva esperando toda la noche y que ya es momento de escuchar, de arder y de abrasarnos, llega ‘Burn’ y con ella un apoteósico final en el que toda la sala al completo rindió pleitesía a la leyenda por siempre jamás o bueno… al menos hasta que vuelva de nuevo…
Texto y Fotos: Susana Manzanares
SETLIST GLENN HUGHES:
Stormbringer
Orion
Way Back to the Bone
First Step of Love
Touch My Life
Sail Away
Good to Be Bad
Guitar Solo
Mistreated
Can’t Stop the Flood
Guitar & Drum Solo
Drum Solo
One Last Soul
Soul Mover
—-
Black Country
Burn