Breed77 abrían la noche con una sala medio vacía. Los gibraltareños hacían labores de teloneros en sustitución de los americanos Five Finger Death Punch, quienes se han retirado de la gira europea. La presentación en Barcelona de los de Gibraltar no pudo dejar mejor sabor de boca. Desde un buen principio dejaron claro que habían venido con muchas ganas y lo demostraron a lo largo de los 30 minutos que duró su actuación.

Un sonido aceptable, teniendo en cuenta su condición de teloneros, les acompañó y eso que su actuación incluía momentos para las guitarras españolas, que son bastante complicadas de sonorizar, en combinación con una banda de metal. Sus temas mezclan influencias de rock, metal y flamenco e incluso algunas melodías de corte arábigo. Para finalizar una espectacular versión de Zombie (Cramberries) que nos dejó a todos los presentes con ganas de más y con interés por seguir los pasos de esta veterana banda.

Hacia las 2030h se apagaban las luces de Razzmatazz y salían los cinco de Westfield, al ritmo de las primeras notas de “A Bid Farewell”. Como siempre, dispuestos a arrasar con todo, moviéndose incansablemente por todo el escenario, sin parar de animar al público que fácilmente comulga con su actitud desenfrenada y alocada. “Fixation on the Darkness”, “Rose Of Sharyn”… fueron sonando uno tras otro los grandes “clásicos recientes” del grupo. Musicalmente poco hay que decir. Su ejecución de los temas es casi perfecta.

La compenetración de Joel y Adam en las guitarras es toda una lección de técnica de las seis cuerdas. Mike, en el bajo, no para de correr y animar, mientras golpea su instrumento y le saca un sonido atronador. Mientras canta, el bueno de Howard, tiene que esquivar a sus compañeros, que no paran de moverse, correr y saltar por todo el escenario. Curiosa la evolución del grandullón, ha conseguido ganarse el cariño del público, a pesar de su carácter introvertido, gracias a su desinhibición en el escenario y, sobretodo, su peculiar y potente voz. Increíble, aunque no sorprendente es la actitud payasa de Adam D., el genial músico hace difícil evitar acaparar todas las miradas, con su actitud completamente desquiciada y su increíble técnica.

Hubo incluso tiempo para “Start Again” un tema del nuevo trabajo, que sale a la venta dentro de poco. La coreada “My Last Serenade”, “My Curse” y la espectacular “The End of Heartache”, cantada por gran parte de la sala, sirvieron para poner fin a una actuación memorable. La guinda del pastel fue una inesperada “Holly Diver”, del gran Dio.

Hacia las 2150h se volvían a apagar las luces para dar paso al espectáculo de Korn. Nuevamente pasaban por Barcelona para demostrar el porqué de su estatus de banda representativa de lo que un día se denominó “nu metal”. Su descarga se dedicó más que a su último trabajo de estudio, “Untitled”, del año 2007, a hacer un repaso a su carrera, tal y como hacen en su último lanzamiento, el reciente recopilatorio “Collected”.

Aunque la Razz no estaba llena del todo, sí que ofrecía un mejor aspecto que al principio de la noche y temas como “Freak On A Leash”, “Blind”, “Clown”, “Falling Away From Me” o “Shots and Ladders” hicieron las delicias de los presentes, que no pararon de saltar durante todo el repertorio. Entre los clásicos de los americanos hay que destacar la inclusión de algunos guiños a Metallica (One), Queen (We Will Rock You) o la impresionante versión de Pink Floyd (Another Break In The Wall), sin duda la mejor que servidor ha escuchado.

La puesta en escena era cuidada al detalle, destacando el pie de micro que llevaba Jonathan Davis. Hay que mencionar la presencia de un guitarra y un teclista adicionales que les acompañan en la gira, engrosando el sonido del grupo en directo. Grandísimo el trabajo del nuevo batería Ray Luzier, que no paró de moverse tras su enorme kit y que dota a los clásicos temas de una dimensión nueva y espectacular.

Además de todo esto, el sonido que acompañaba a Korn era básicamente brutal e impecable, a excepción del momento en el cual Jonathan hace sonar su gaita, donde los acoples hicieron imposible entender el sonido. Aunque, si antes hablábamos de la dificultad de sonorizar guitarras españolas en un mar de guitarras distorsionadas y baterías atronadoras, imaginar la dificultad que supone hacer sonar una gaita en Razzmatazz.

Un show excelente, el de los americanos, cuyo único punto negativo sería la corta duración del mismo: una escasa hora y cuarto. Por el exagerado precio al que estaban las entradas, era razonable esperar algo más.

Texto: Nacho Picher
Fotos (concierto Madrid): Raúl Ranz