Tras 25 años de trayectoria Korn ha vivido en lo más alto de la cima del éxito hasta lo más bajo de la desafección del público. El Un Metal gozó de toda la popularidad y atención posible en su nacimiento allá a mediados de los 90 quedando tocado de muerte pocos años después. Limp Bizkit, Papa Roach, P.O.D, Deftones, Slipkont… Una década y media después del declive pocos quedan en pie o han vuelto hace relativamente poco.

Korn ha prevalecido en este dramático ‘raise and fall’ que ha sufrido el género aguantando tormentas perfectas y sinsabores apostando por un estilo que ha ido mutando e incorporando sonoridades próximas al industrial, tendiendo la mano a la experimentación. Lejos del narcisismo y egocentrismo de otros frontman como Fred Durst (Limp), Jonathan Davis ha circulado por otras carreteras, lidiado con problemas personales creando letras precisas que liberaban sus demonios particulares. La oscuridad fue una seña de identidad de la banda, los bagpipes (como tributo al origen escocés de Davis), los gruñidos, un bajo absolutamente destructivo y unas guitarras agresivas formaron y solidificaron un sonido muy propio y reconocible.

Korn llegó para quedarse. Aunque la desolación que arrasó con el Nü Metal también hundió al grupo han sabido salir a flote de nuevo. Con muy pocos cambios en el seno de la banda (Ray Luzier a los parches desde 2007 substituyendo a David Silveria) y, sobretodo, la vuelta de Brian Welch en 2015 tras un hiato en el sí de la banda ha supuesto un tónico revitalizante. Después de unos trabajos endebles el resurgir de la banda se certificó con The Serenity Of Suffering (2016). La vuelta a la oscuridad tan característica de la banda, una vuelta al sonido más reconocible, aunque no exento de cierta experimentación, hacen que este nuevo trabajo sea un paso más en la senda de nuevo ascendente a nivel compositivo.

El título del álbum responde a “La Nada” del libro La Historia Interminable de Michael Ende, una desolación que arrasa con el mundo de Fantasía y matando a la Emperatriz. El paralelismo con la situación personal de Davis es evidente y no la ha escondido, bien al contrario. El motor del nuevo disco es la muerte de la ex esposa de Davis, Deven Davis.

Desde la intro, The End Begins, que rezuma a réquiem escocés por todos lados, con un sollozo desgarrador del líder de la banda hasta el suspiro final que cierra el plástico es una oda a la muerte de su expareja.

Cold, Idiosyncrasy o Gravity of Disconfort son un trio ganador. Tanto en Cold como en You’ll never find me la garganta de JDevil esputa growls al más puro estilo Death, recordando por momentos a los Slipknot más desatados sin perder esa forma de cantar tan característica que tiene el frontman.

Las guitarras de “Head” y “Munky” detonan como una bomba H, propulsando la deflagración el bajo absolutamente animal de “Fieldy” acabando con toda forma de vida. No hay que olvidar el trabajo de Luzier, sus patrones en la batería propulsan todos los temas, los envuelven en un manto sónico, preciso.

La visceralidad de las letras queda bien patente en versos como estos, donde se palpa el dolor del alma:

God is making fun of me, he’s up there laughing, I can see’

Idiosyncrasy-

Y es que, si esto empieza muy bien, termina igual o mejor con H@rd3r, This Loss, o Surrender of Failure. El primero es una compilación de todo lo bueno que tiene Korn, un momento realmente inspirado del álbum. This Loss acaba por tintar de negro el alma entera, profunda, épica, desesperante incluso que desemboca en Surrender Of Failure: la rendición al pesar por la pérdida, al dolor de la ausencia, la impotencia hacia la muerte.

En el lado menos bueno: algunos de los temas aportan poco o traban un poco el avance del álbum, véase el interludio gótico llamado The Seduction of Indulgence. Cierto es que son apuestas repetidas algunas veces por Korn en sus álbumes, pero en este caso corta un poco la progresión del disco sin aportar nada significativamente positivo a la mezcla final. Finally Free ofrece algún tinte post-punk (sobre todo en el inicio del corte) y muestra ciertas reminiscencias al disco en solitario de JD: Black Labyrinth (2018). The Ringmaster es otro tema que pasa desapercibido y quizás está más como relleno que otra cosa.

The Nothing es un álbum realmente inspirado y, aunque no llega a las cumbres compositivas de Korn, mejora prestaciones que sus últimos años y muestra un camino a seguir. La producción del portentoso Nick Raskulinecz se deja notar y de qué manera (productor también del último álbum de Black Star Riders reseñado aquí) ¡el álbum suena con una magnitud realmente formidable! Es muy interesante que quieran seguir experimentado, fusionando el industrial con su ya particular estilo. Lamentablemente la inspiración se encuentra en la muerte, el sufrimiento. Es indiscutible la enorme presencia de Davis en este disco, es su disco, su catarsis, su exorcismo personal. La potencia emocional de este disco sea probablemente su mejor baza y, seguramente, los fans de Korn sepan apreciarlo mejor que nadie.

Marcel Palagós

Temas:

1. The End Begins
2. Cold
3. You’ll Never Find Me
4. The Darkness Is Revealing
5. Idiosyncrasy
6. The Seduction of Indulgence
7. Finally Free
8. Can You Hear Me
9. The Ringmaster
10. Gravity of Discomfort
11. H@rd3r
12. This Loss
13. Surrender to Failure