Noah Histeria lanzó al mercado su nuevo álbum, después de 5 años de su magnífico “Hautefaye” . “Ojepse” , es otra gran obra de los Xàtiva, por lo que nos ponemos en contacto con Juan Giner , la voz de esta fantástica banda, para que nos cuente sobre el nuevo disco y la actualidad de la banda.

Toni Marchante

M.S.: Muy buenas Juan. ¿Cómo estás?

Hola, Toni. Aquí andamos, criando un hijo, así que todo se ha puesto del revés. Pero ahora mismo tengo un ratito tranquilo para poder responderte.

M.S.: Me gustaría retomar la situación después de vuestro fantástico “Hautefaye”. De golpe te ves que, aunque empezabais a trabajar en un nuevo álbum, Javier Badía, Daniel Torregrosa, Álex Alonso y Salva Párraga van saliendo de la banda y con una pandemia traumática de por medio. Cuéntanos, ¿Cómo ha sido esa travesía por el desierto?

Pues ha sido duro, para mí ha sido durísimo, hasta traumático. Lo que sucede es que en ningún momento me paré a pensar si tenía sentido continuar, intenté tirar adelante sin contemplar otra opción que no fuera volver a hacer música. Puede que no tuviera sentido volver a sacar música bajo el nombre, pero me ha costado tanto montar esta banda que no quería volver a pasar por ahí. Mi sueño siempre fue tener una plataforma sólida sobre la que darme la oportunidad de hacer música que tuviera valor. No tenía ni tengo energía para volver a empezar de cero. Con el tiempo, se ha podido hacer un nuevo disco con muchísimas piedras en el camino, ha salido cara, pero echando la vista atrás, lo normal es que hubiera salido cruz, y más con la pandemia, bajas derivadas de lo mentalmente agotada que iba quedando la gente por la situación, casi 2 años sin ensayar, 0 apoyo de ningún sello o promotora. La verdad, no sé cómo lo hemos hecho, pero hemos sacado un disco y tenemos una banda de verdad otra vez.

M.S.: Dada la alta calidad de los músicos salientes, en “Ojepse” se demuestra que han ido entrando otros que no le van a la zaga. ¿Cómo se ha sucedido las incorporaciones de Quique Villalba (guitarra y bajo), Manuel Harari (guitarra y bajo) y Alejandro Juárez (batería) y Álvaro Montón (bajo)?

Al final, para estar en Noah hay que tocar, no podemos esperar a que la gente vaya haciéndose con su instrumento como sí pudimos hacerlo en la primera etapa. Los de antes tocaban mucho y éstos tocan mucho también. De hecho, este disco es objetivamente más técnico, más difícil de tocar. La gracia en Noah es que la gente tenga alto nivel pero que no tenga miedo a no enseñarlo, es decir, que se ponga al servicio del conjunto para que aparezca algo así como una cierta magia que te toque la fibra. Aunque parezca que somos muy rococó a veces, todo lo que hacemos es con la mira puesta en crear momentos de luz, de mucha luz, y para que deslumbre necesitamos antes pasar por lugares oscuros. Pero el fin último es crear belleza luminosa. Hay bandas prodigiosas que no necesitan pasearse por esos lugares tenebrosos para conseguirlo, que todo lo que tocan es mágico. Nosotros tenemos otra manera de hacerlo, por eso necesitamos más tiempo, y es por eso que nuestras canciones acaban siendo largas, no porque queramos ser más papistas que el Papa con la etiqueta de progresivos que una vez nos colocaron (la cual nos encanta).

Así que, volviendo a la pregunta, Quique, Manu y yo hicimos este disco bajo esa premisa, pero con ideas distintas de cómo llegar ahí, y de ahí que haya quedado un disco tan ecléctico, mucho más de lo que pensábamos de primeras. Alejandro y Álvaro han sido la guinda del pastel, tienen ilusión, que es lo único que te puede llevar a embarcarte en una banda como Noah, y tienen un instinto creativo que queremos estrujar.

M.S.: Hablemos de “Ojepse”, tras escuchar el disco queda claro que habéis asumido un riesgo endureciendo y enrevesando algo más vuestra música, pero sin perder un ápice de vuestra esencia. ¿Era ya una idea premeditada cuando componíais el disco o es que ha salido así?

Nos pusimos a hacer música para empezar a conocernos como músicos. Aquí hay personalidades fuertes, con ideas muy distintas de lo que es escribir una canción. Creo que era inevitable que saliera algo así. Si te digo la verdad, yo pensaba que iba a ir por una senda más hacia el rock alternativo con mucho groove, algo más desenfadado, como Ville Neuve (hasta su coda). Pero los nuevos querían hacer algo grande, querían probar nuevas técnicas y tensar la cuerda, y no hay cosa que más me guste que ver cómo los que están a mi alrededor quieren redoblar la apuesta y arriesgar. Cuando empecé a ver por dónde íbamos, vi que daba pie para la historia que vertebra el disco, que tenía esbozada unos años atrás. Con ese concepto encima de la mesa, estaba claro que íbamos a apretar más con los contrastes, que íbamos a barroquizar la propuesta, aunque eso hiciera menos evidente la belleza a la que aspirábamos. Teníamos claro que iban a mandar los riffs, que los pianos no cabían y que los sintes estarían para reforzar las atmósferas que ya de por sí iban a generar las guitarras. Es un disco, además, en el que hemos insistido y apretado con los grooves polirrítmicos y en el que, y esto era una prioridad, hemos sacado el bisturí para el diseño de las progresiones armónicas, mucho más que en el Hautefaye. Y cuando enroscas más la propuesta, tiras más de más recursos, lo normal es que te salga un pollo sin cabeza y que nada tenga sentido. Mi labor central ha sido que el disco, a pesar de todo, no perdiera el norte, que mantuviera el rumbo. Por eso, a nivel de producción, ha sido un reto gigantesco que me ha llevado más de 1000 horas con seguridad.

Lo bueno de que te escuche tan poca gente es que no te paras a pensar cuántas horas por oyente echas, simplemente echas las que hagan falta para convencer al más destructivo de todos: a ti mismo. Nos hemos matado para que nuestro yo de dentro de 20 años retuerza el culo cuando vuelva al disco. A ver si, con suerte, lo conseguimos. Yo soy de los que piensa que este disco crecerá y se comprenderá mejor con los años. Pero igual es que soy un irredento flipado sin remedio.

M.S.: Sabemos que para Noah Histeria es muy importante contar historias, lo que da pie a vuestra idea de conceptualizar vuestros discos. Una de las virtudes de Noah es que la historia se cuenta, tanto en lo que transmiten los instrumentos como en sus textos. Aquí es donde las letras adquieren una importancia vital, ya que se está contando una historia. ¿Nos podrías contar cómo surgen las ideas y sobre la dificultad de encajar letra y música?

Vi una película hace unos años que me dejó roto: Enemy, del director canadiense Denis Villeneuve. Amo el cine, y que una película me lleve a ese estado de hipnosis es algo que espero cada vez que me planto en un cine. Me puse a indagar sobre el concepto, el libro que adaptaba era El Hombre Duplicado de Saramago. Versaba sobre cómo confrontar dos personalidades encerradas en un mismo cuerpo, algo que tan brillantemente exploró David Lynch en Lost Highway.

Durante la pandemia, quizás allá por septiembre de 2020, sentí que todo lo que habíamos vivido había hecho mella en mí y que coexistían dos personas en mi cabeza. Fue una etapa durísima, que creo que pude canalizar a través de la historia que cuenta el disco. Este disco me ha quitado vida pero, al tiempo, ha sido el clavo ardiendo al que me agarré en aquel momento. El concepto ya estaba ahí.

En Noah lo que hacemos es tirar millas sin necesidad de letras, chapurreo melodías cuando empieza a perfilarse hacia dónde vamos instrumentalmente. Cuando se va solidificando el tema, me lo pongo mil veces para ver qué me dice, o si me puede servir de vehículo para decir algo. Y llega un punto, muy al final, que me atrevo a ponerle letra, a jugar al sudoku de encajar las sílabas, que me lleva mucho tiempo, la verdad sea dicha. Suele haber una o dos versiones antes de que vea claro por dónde voy. Es un proceso agotador, pero cuando leo sin más las letras de este disco, y también las del Hautefaye, siento cierta poesía, cierto ritmo, cierto dolor incluso, porque hay versos que realmente me duelen, especialmente en El Hombre Duplicado.

Así que Ville Neuve es un homenaje al director, que me servía de pequeño guiño al anterior disco, como si partiéramos en este disco de un pueblo nuevo tras la destrucción de Hautefaye. Y bueno, El Hombre Duplicado queda explicado y así varias cosas que me llevarían algo de tiempo explicar, y suficiente turra estoy dando ya. Recomiendo, si alguien tiene curiosidad, el análisis de Eva Plaza en Keep The Dream Alive, me emociona que alguien haya dedicado tanto tiempo en radiografiar tan al detalle toda la simbología que hay detrás. Y para los más cafeteros, recomiendo que rebusquen en las letras y en algunos pasajes instrumentales, se van a encontrar muchas sorpresas que ligan este disco con el Hautefaye, porque la idea es crear un pequeño mundo autocontenido y autorreferencial con el que hilar historias mucho más pedestres que lo que tanto simbolismo pueda aparentar. Ese mundo está abierto para quien quiera frikear con nosotros.

 

M.S.: Centrándonos en el concepto de “Ojepse”, es apasionante cómo uno se introduce en la historia y lo más interesante es que son situaciones que nos sumergen en la trama y nos hacen pensar. Si esto se reviste con una música al mismo nivel el resultado es muy compacto. ¿Nos podrías contar sobre lo que nos cuenta “Ojepse”?

Ojepse es la confrontación entre las realidades de una mente enferma a través del reflejo del espejo. Pensé en el proceso de disociación cognitiva, de la pérdida de percepción y capacidad de diferenciar entre realidad y fantasía. Pero, sobre todo, intenté pensar cuál podía ser la clave para que una mente en ese estado pudiera llegar a dilucidar qué es real y qué no lo es, y para eso eché mano de ciertos símbolos de Blade Runner. Todo acaba desembocando en que es la mente la que construye la realidad, así que el plano físico y onírico es indistinguible porque es la mente la que percibe y la que crea al mismo tiempo percepción en base a lo percibido. La mente en Shinji es un torrente desbocado, una lluvia que devora las lágrimas perdidas.

Cada vez que me preguntan acabo explicándolo de una manera distinta porque mi propia percepción del disco es mutable, y eso es lo que realmente me atrae de la historia. Por eso es para mí tan importante editar el CD con libreto, quiero que la gente que nos escuche lo haga leyendo las letras sentado cómodamente en su sofá. Igual es mucho pedir, pero creo que pasará una hora entretenida y agradable.

M.S.: Como en vuestro disco anterior, “Ojepse” resulta ser muy compacto, se percibe como un todo, mantiene el nivel en todo momento, aunque está claro que “La Pirámide” y “El Hombre duplicado” son los cortes que pudieran tener más llegada. ¿Es así?

Siempre pensé que El Hombre Duplicado sería la canción que más se recordaría de este disco, creo que es, en cierto sentido, la que más belleza rezuma pese a las vueltas que acaba dando sobre sí misma. Pero cuando empezamos a esbozar La Pirámide, pensaba que estábamos llegando a otro nivel. Al final, la novedad emociona mucho y la experiencia te va diciendo que sólo el tiempo pone las cosas en su sitio. Y parece que la que más está gustando es Origami, que era una canción que no me terminaba de emocionar y que estaba quedando demasiado larga, y cuando no eres capaz de cerrar una canción es posible que estés dando palos de ciego y que hayas perdido la visión de lo que querías decir. Ahora la veo como una canción que se me fue de las manos, que se hizo más grande de lo que podíamos abarcar y simplemente la dejamos crecer. Y creo que, aunque su duración pueda echar para atrás y que pueda parecer petulante de primeras, creo que tiene mucha verdad. Riesgo y verdad a partes iguales. Es de estas canciones que sabes que no vas a ser capaz de repetir y que, si lo intentaras, fracasarías estrepitosamente. Si Noah es una banda de rock progresivo, Origami es su canción más progresiva.

Aunque me gustan todos los cortes (y creo que la gente debería dejarse llevar por Vallée Vieille, que para mí es toda una experiencia), quiero romper una lanza en favor de Ville Neuve. Me parece de las mejores canciones que hemos compuesto. Si fuera por mí, Noah se iría más por ese lado groovero. Sin embargo, es de las que menos ha llamado la atención y, sinceramente, eso me encanta, no poder predecir lo que va a gustar es lo mejor de estar en una banda underground.

M.S.: Es de reseñar cómo se percibe la historia en cada canción, en concreto “Origami” es un claro ejemplo de ello, la música transmite esa tensión que contiene la historia, algo parecido a percibirlo como una película. ¿Es éste el efecto que pretendíais conseguir?

Pues sí, Origami es una película, o un extracto de Blade Runner si quieres, jajaja. La tensión armónica en algunos momentos, incluso mezclados con jazz, porque haberlo lo hay en esta canción, es algo que buscábamos. Pero, como he dicho antes, se nos fue de las manos, no supimos ponerle freno, no supimos cerrarla, hacerla redonda, así que acabamos rindiéndonos con ella y fuimos dejándonos llevar. Quizás es la canción que más ampollas internas levantó, y sin duda la que más costó de hacer progresar. Pero creo que la gente que nos sigue verá que Origami es uno de nuestros picos creativos. Si te haces con Origami, disfrutarás de este disco, pero si no la aguantas, no volverás a escucharlo muy probablemente. Lo que pasa es que tenemos el mejor de los conceptos de nuestros oyentes y pensamos que nos van a dar más de una oportunidad, que van a confiar en nosotros.

M.S.: Llama la atención el atrevimiento de la banda en temas como “Oro y miel”, ese “caos ordenado” donde imagino se descarga toda la adrenalina de la tensión acumulada durante la pandemia. ¿Cómo se llega a esa excelente “paranoia musical”?

Oro y Miel para mí es una locura. Es una canción que no siento como mía, siento que Manu me ha dado la oportunidad de poner algo de mí en su creación y yo se lo agradezco. Nunca hubiera pensado en hacer algo así, está muy lejos de mis códigos y de los cánones a los que aspiro. Y sólo por eso, por ir tan a la contra de lo que había sido Noah, decidimos intentarlo. Creo que tiene 2 o 3 momentos que para mí, aunque está mal que lo diga, son memorables, de lo mejor del disco si no lo mejor directamente. Es lo que tú dices, una paranoia, una jartada, un todo vale. Es cero redonda, con cero belleza explícita, pero me parece una pasada y estoy realmente orgulloso de haberla incluido en el disco, porque hasta el final no lo teníamos nada claro. Además, la letra es la más «pandémica», digámoslo así, del disco, con referencias más directas a esa etapa tan oscura e inestable. Ojo, y todavía no me he hecho con ella, pero sé que va a crecer en mí con el paso de los años. Por cosas así tan inesperadas vale la pena montarse una banda.

M.S.: Mismo atrevimiento, pero en forma antagónica lo tenemos en “Vallée Vieille” por su ambientación, una canción de la que poco se habla, pero que me gusta mucho, me recuerda a los franceses M83, este tipo de interludio resulta también una novedad, ¿no es así?

Es verdad, no habíamos hecho nunca algo así. Le dimos rienda suelta a Genís Ibáñez, que nos ha ayudado también con la producción vocal del disco. Genís es un experto en síntesis sónica y algoritmos y redes neuronales para sintetizar música. Todo parte de un concepto turbio y pesado a lo Vangelis de Blade Runner, con el germen en un riff de La Pirámide, que se va desarrollando caóticamente en la parte álgida del tema. Es decir, deconstruye las pistas de La Pirámide para generar la atmósfera de ese valle viejo por el que transita la mente de un Shinji, que parecía partir de una arcadia feliz simbolizada por Ville Neuve. EVA, Ville Neuve, Vallée Vieille, buscábamos la aliteración y forzar la sinestesia en base a repetir ciertos fonemas como un mantra. Hay mucho mantra en este disco, si afilas el oído, oirás un mantra que se repite en todas las canciones. Visto también como un oyente más o menos externo, este corte me parece de lo mejor que hemos hecho en Noah, aunque no sea rock. Y nos aportaba ese enlace, esa representación de la deriva de una mente rota en mil pedazos, de Oro y Miel a La Pirámide.

M.S.: La verdad es que el álbum no tiene desperdicio, “Ville Neuve”, “Ríen” con esa espectacular parte final, una gran forma de finalizar el disco…

Es normal que yo defienda lo mío, y ojalá que no quede de snob y pretencioso, aunque algo de eso es inevitable que haya. Pero llevo tiempo convencido de que este disco es más de lo que parece, que tiene una coraza dura y áspera, pero como te dé por coger el pico y la pala y llegar a su centro, igual va a ser un sitio en el que quieras quedarte a vivir una temporada. A mí me ha pasado. Este disco me repelió en algún momento, llegué a no entenderlo, no sabía dónde estaba la belleza, se me fue de las manos, y a alguien tan controlador y puntilloso como yo eso le da pavor. Pero Quique y Manu le dieron un vuelo que yo no había previsto.

Este disco es su gran obra, y no sé hasta qué punto ellos dos son conscientes de ello. Me siento un privilegiado por haber podido darle vida junto a dos chavales tan preclaros y talentosos, y también por la suerte de que en algún punto se nos descarriara, eso le insufló vida, le dio alas. Espero que me perdonéis por la pasión con la que hablo de este disco, pero lo cierto es que estoy rendido a él, como me rendí al Hautefaye. Nunca pensé que podría hacer algo como estos dos discos y, mira, lo he hecho gracias a las personas que han formado y forman parte de Noah. Una suerte.

 

M.S.: Pienso que “Ojepse” tendría muy buena acogida fuera del mercado nacional, ¿tenéis algún proyecto orientado a que se disfrute fuera de nuestras fronteras?

Ya nos hemos quedado sin fuelle para todo esto de la promoción. Hemos puesto todos los huevos en la cesta de la creación y la producción y ya no quedan para poner en la cesta del «qué hacemos ahora para que nos escuchen». Algo hacemos, pero a pequeña escala, con medios como vosotros que nos dais un hueco. Querríamos que simplemente la gente lo escuchara y el boca oreja hiciera el resto, pero no ha pasado y no creo que pase, supongo que porque no hemos hecho nada lo suficientemente bueno y rompedor como para que pase, algo que otras bandas sí han conseguido.

Lo he intentado, de verdad que lo he hecho, pero ya no va a pasar, nos hemos quedado en algo pequeñito. Las energías van a ir a parar a mantener la banda, poder tocar alguna vez e intentar hacer nueva música que pueda estar a la altura de lo que hemos hecho hasta ahora. Siempre estará ahí la ilusión que nos queda todavía por parir ese gran disco, ése que quizás algún día la gente pueda recordar. Yo espero que podamos hacer un disco mejor que éste, mejor que el Hautefaye pero, sinceramente, lo veo muy difícil, las cabezas tienen que estar despejadas y alineadas, y llega una edad en la que es difícil no verte aplastado por todo lo que cargamos a nuestras espaldas. Hautefaye fue bueno porque nos pilló en ese momento de ingenuidad en que no pensábamos lo que hacíamos, simplemente lo hacíamos y creíamos que todo el mundo iba a alucinar con lo que hacíamos. Apenas conocíamos bandas de nuestro palo, así que no había referencias, ni listones, salía lo que salía y, si nos gustaba, no es que fuera bueno, es que era lo mejor de lo mejor. Cuando crees ingenuamente que estás haciendo algo muy bueno a veces hasta puede que sea verdad, la ignorancia es muy atrevida.

Ya no hay fronteras, no tiene sentido circunscribirte a ninguna parte, pero no hemos sabido llegar a más gente y tampoco hemos conseguido que ningún sello o discográfica se haya brindado a hacerlo por nosotros, al menos sin poner sobre la mesa cantidades que no estamos dispuestos a dejarnos. Esfuerzo y cerebro todo el que quieras, dinero no, no estamos para eso. Pero seguimos teniendo una banda que hace música, y eso es algo muy grande.

M.S.: Recuerdo cuando nos conocimos en un Be Prog en Barcelona donde me pasaste una copia de vuestro EP, ya entonces se veían mimbres muy interesantes. Pero la evolución ha sido más que sorprendente. La música de Noah Histeria, posee muchas influencias, pero está claro que tiene su propia identidad, no es una banda para todos los públicos, pero sí para una masa crítica que disfrutamos intensamente de vuestras canciones. ¿Sois conscientes de que ofrecéis algo distinto a los demás?

Es muy buena pregunta, de hecho nuclear para el desarrollo de la banda. No creo que ofrezcamos algo distinto de base, pero sí creo que tenemos una identidad en la forma. Estoy convencido de que no somos una copia de ninguna banda, que es difícil que dos personas coincidan en cuáles son nuestras referencias. Creo que mis evidentes limitaciones a la voz le han dado un sello a una banda cuyo fuerte es, sin duda, el desarrollo instrumental y las estructuras en base siempre a un concepto. Creo que buscamos la belleza desde el contraste y desde las armonías abiertas, pero que bebemos del groove de los 90, de bandas de nu metal que han marcado a una generación, la mía. Javi a los pianos y sintes nos dio una identidad marcada en el Hautefaye, y la forma de desarrollar los riffs ha sido la argamasa que ha unido las piezas en este disco. La voz siempre trata de flotar sobre todo esa densidad sónica, como un instrumento más al servicio del todo, pero buscando ser en cierto modo «pegadiza» o recordable, que tenga punch sin perder el poso. Creo que las letras y los conceptos que les dan forma también son algo que nos define, intentando mantener una sonoridad acorde con el contexto instrumental, sin caer en lugares comunes ni temáticas manidas, o al menos eso he intentado. Y sin decirle a nadie lo que tiene que hacer, ni qué es mejor ni qué es peor. Aborrezco la música trufada de moralinas y filosofía barata. Así que, aunque no inventemos la rueda, llevamos 10 años preguntándonos quiénes somos como banda e intentando tener una voz propia y algo que contar. Parece «chau chau» de libro de autoayuda, pero bueno, es a lo que nos hemos dedicado.

M.S.: Bueno, pasemos a la acción, ¿Cuál fue vuestro último concierto en directo?

Nuestro último directo fue el 18 agosto de 2019, un concierto en Xàtiva que ni siquiera publicitamos porque queríamos que nos sirviera para romper la mano con los nuevos. Salva y Javi estuvieron aquel día. Llegamos justitos e hicimos lo que pudimos. Devino en la salida de Javi, así que el recuerdo no es bueno. Con la anterior formación, nuestro último concierto fue 2 meses y medio antes, el 1 de junio en Alicante, en el que cerramos la gira del Hautefaye. Lo recuerdo como un día triste, la verdad, pero no estuvimos mal sobre las tablas.

M.S.: ¿Cuáles son las expectativas para poder disfrutar de “Ojepse” en directo?

Cuando ciertas situaciones personales se estabilicen y alineen. Personalmente, necesitaba sacar este disco antes de que concluyera 2022 por muchos motivos, aunque no pudiéramos tocar para rodarlo. Ojalá que todo se dé bien y podamos volver en noviembre. Si se puede, iremos con una banda bien gorda, ahí queda eso.

M.S.: ¿Dada la gran cantidad de festivales que ha florecido tras la pandemia, ¿Habría alguna posibilidad de poder veros en alguno?

Ojalá, pero creo que será difícil, creo que los pocos promotores que nos conocen creen que se nos ha pasado el arroz, que somos una banda muerta y, en realidad, han estado a punto de tener razón. Llevamos más de 3 años y medio sin tocar, yo no nos contrataría, desde luego, pero si conseguís entre todos engañar a algún festi, hasta puede que se lleven una sorpresa.

M.S.: Por cierto, además de Noah Histeria sabemos que estás también en otros proyectos, Kai Mars (junto a Ana Mars), Compare Llop (junto a Xavier Llàcer)… ¿Qué nos puedes contar sobre ellos?

Pues que no he podido disfrutar más de KAI, junto a mi compañera de vida y a tres tíos espectaculares con los que creo que he hecho música de muy alto nivel. El Natural Senses y el VEDA son para mí dos joyitas, y lo digo como alguien que los escucha sin ser consciente de que ha formado parte de la banda. Creo que KAI ha merecido mucha más repercusión, más altavoz, estoy seguro de que hay gente que no conoce la banda que quedaría fascinada con su música, pero está claro que eso no me corresponde decirlo a mí. El proyecto con Xavi es un cajón de sastre en el que vamos a ir metiendo cosas que no cabían en KAI. Es curioso, digámoslo así, y a mí me gusta.

M.S.: Juan, muchísimas gracias por habernos dedicado este tiempo, enhorabuena a Noah Histeria por otro gran disco y esperamos veros pronto en directo. Si quieres dejar un mensaje a nuestros lectores, este es el momento.

Pues quiero poner en valor que en estos tiempos de prisas y stories, todavía hay gente como tú, Toni, que echarás más horas que un tonto a esto que tanto amas sólo por amor al arte, y yo respeto y admiro eso, porque es exactamente lo que hacemos en Noah. Has desgranado con paciencia el disco, se nota, tengo la sensación de que tu percepción de él ha ido cambiando desde que hiciste la reseña, y te has currado unas preguntas clínicas que me han obligado a mirarme en el espejo (nunca mejor dicho) para volver a recordar y desentrañar el sustrato de un disco que, como ya he dicho, me ha quitado vida, pero que ha crecido y va a seguir creciendo en mí. Sé que mucha gente verá que es menos accesible, menos lustroso que el Hautefaye, que era un disco con una belleza más evidente, más a flor de piel. Ojepse es distinto, es un cisne negro, pero os pediría a los que hayáis leído hasta aquí (que mira que tenéis valor) que le dierais una vuelta más, que confiarais en nosotros, que hay mucho de esa lírica y esa luz del Hautefaye, pero no se ve a simple vista, está dentro, hay que escarbar. Pero vosotros no sois de los que buscáis música mascadita y enlatada, vosotros formáis parte de la resistencia, como nosotros. Vosotros no consumís música, la escucháis, la paladeáis. No quedamos muchos, pero es un placer encontrarnos.

Toni Marchante