No parece irle nada mal al power metal en las últimas semanas. En lo que llevamos de año han saltado a la palestra varios títulos que tienen muchas posibilidades de destacar en el panorama general de un género trillado desde hace décadas. En medio de esa lucha por la distinción, los germanos Orden Ogan destacan por tener como líder al Rey Midas de la producción (Seeb) y una pequeña tradición de álbumes conceptuales por los que desfila una carismática mascota que protagoniza todas sus portadas. Final Days es su séptimo disco y con él continúan transitando por la misma oscuridad que hacían en Gunmen pero cambiando el escenario del western por uno post-apocalíptico, más acorde con los tiempos que vivimos.

Sara J. Trigueros

Si bien es innegablemente conceptual, Final Days es un trabajo algo sui generis en lo que respecta a la historia que nos cuenta, ya que se divide en temas clásicos de la ciencia ficción y otros con un carácter distópico y menos próximo a la ci-fi, pero que son los que dan carácter narrativo al álbum. De los primeros hay ejemplos abundantes, desde el cuestionamiento de la humanidad del androide que vemos en «Heart of the Android» (con reflexiones cercanas a las que se pueden encontrar en Blade Runner) al espacio exterior («Interestellar», «Black Hole», «It Is Over»).

Aparte de la temática, Orden Ogan han apostado por dejar claro de qué están hablando a través de efectos sonoros, tanto vocales como a través de samples y teclados (Nils Weise). El ambiente futurista lo encontraremos desde el comienzo del disco, con «Heart of the Android» y el corte que le sigue, «In the Dawn of the AI», exageradamente prolijo en arreglos a las teclas. Se trata en ambos casos de temas muy directos, rápidos y con muchísimo cuidado en los matices, no en vano han sido elegidos como cartas de presentación.

Orden Ogan – In the Dawn of AI

Tras los minutos iniciales, sigue un tema que recuerda a los Beast In Black de «Crazy, Mad, Insane». Así, «Inferno» le da una vuelta de tuerca al heavy metal más clásico para convertirlo en algo que instrumentado de otra forma podría sonar en una pista de baile. Dentro de que quizá es de lo más fácilmente escuchable que tiene el disco, creo que es uno de los grandes aciertos y cuya esencia, por suerte, no se agota aquí.

Algo similar sucederá mucho más adelante en «Black Hole», que también comparte una de las grandes virtudes de este trabajo: la atención que se le presta a los coros. Apenas se va a escuchar una voz limpia en 50 minutos: todas las líneas melódicas o vienen apuntaladas por coros grandiosos, o juegan consigo mismas, sobre todo en los estribillos y en las secciones inmediatamente anteriores a estos.

La creatividad, empero, no se agota aquí. Hay también cortes muy épicos como «Let the Fire Rain» o «Hollow», donde se potencia todavía más el efecto de los coros y destaca la sección rítmica de Orden Ogan (Dirk Meyer-Berhorn a las baquetas y Steven Wussow al bajo). No menos épico será el cierre del disco, «It Is Over», con más de 6 minutos para despedirse de La Tierra y emprender un viaje a Marte (eso sí, con un crescendo progresivo desde el piano a la incorporación del resto de voces).

Orden Ogan – Let the Fire Rain

Ahora bien, uno de los elementos que más atractivo harán este álbum son sus dos colaboraciones, que encontramos seguidas hacia la mitad. Por un lado, destaca por sí mismo el solo de Gus G. (Firewind) en «Interestellar», que solo se ve afeado por el excesivamente meloso estribillo cercano al folk. Por otro, en la balada «Alone in the Dark» nos topamos con una Ylva Eriksson (Brothers of Metal) que supone el contrapunto perfecto a Seed creando un efecto bastante extraordinario.

Con todos estos ingredientes, no se puede negar que Final Days es un disco notable, muy cercano al colosal debut que supuso Vale en 2008 y, hasta el momento, su trabajo que más me ha convencido, incluido este. La fuerza de la mayoría de sus canciones hacen que sea un must poder escucharlo en directo para apreciar en su totalidad su potencial. Esperemos que este sí sea el año de poder hacerlo.

Sara J. Trigueros
Temas

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