Decir el nombre de Amanda Somerville, viene acompañado de pensar en bandas conocidas como Epica, After Forever, Edguy, Kamelot o Avantasia (por nombrar sólo unos pocos). Esta cantante, pianista y escritora norteamericana lleva casi 15 años colaborando activamente en la escena metalera sobre todo con grupos holandeses y alemanes, y tras haber dado algunos pasos en solitario, acaba de lanzar su propio disco dentro del género, el tercero en su propia carrera, un proyecto llamado Trillium que deja un tanto frío a quien lo escuche.

Con una carta de presentación y un currículum como el de Amanda, poco más se puede añadir: colaboradora habitual del gran Sascha Paeth (reputado productor musical), profesora de canto de Simone Simons de Epica e integrante habitual del coro del mismo grupo, creadora de la ópera metal Aina (en la cual llegó incluso a inventar el idioma usado por los personajes, el Ainae, como si de un escritor conocido como J.R.R. Tolkien se tratara)… Y por ello es de esperar que un trabajo suyo en solitario que no sea de pop rock pueda dar mucho de sí (aún más cuando los arreglos vienen de mano de Miro, colaborador habitual de Sascha, teclista y productor musical). Lástima que no sea así.

El redondo empieza con “Machine Gun”, un tema en el cual ya se vislumbra lo que nos espera a lo largo de las doce canciones que conforman este trabajo. Con las guitarras de Sascha y del ex–guitarrista de After Forever Sander Gommans da comienzo cerca de cinco minutos de música en los que vemos que Amanda, a pesar de una técnica vocal impecable y unos compañeros de lujo, no acaba de sacar el jugo a todo el potencial que la canción presenta de primeras.

Habiendo salido el videoclip del single “Coward” semanas antes del lanzamiento del disco, y teniendo en cuenta que siempre el single suele ser de los cortes más flojos del conjunto, todo pintaba muy bien. Este segundo tema es pegadizo, por supuesto, oscuro, como promete una portada agresiva y misteriosa como la que se puede ver en el frontal, incluso la letra indica que hay mucha rabia por descargar. Pero llega “Purge”, con un ritmo un poco más rápido y Amanda cantando casi en un susurro, para ir cogiendo fuerza a medida que avanzamos al estribillo, y vemos que de nuevo el conjunto se queda a medio gas. Eso sí, los solos de guitarra tienen una gran presencia hacia la mitad del corte, lo cual es de agradecer.

“Utter Descension” empieza como si fuera una balada acompañada la voz de la fémina por la guitarra acústica de Olaf Reitmeier (también productor musical), pero según nos adentramos en el primer estribillo descubrimos un corte que merece la pena tener en cuenta, con su pegadizo estribillo y la presente batería de Robert Hunecke-Rizzo. Más rápida y contundente llega “Bow to the Ego”, que también se queda en la mente durante un tiempo, pero de nuevo, todos los instrumentos podrían sonar mucho más rotundos, o la voz de Amanda debiera transmitir algo más de emoción y rabia.

“Mistaken” da prioridad en su inicio a los teclados de Simon Oberender y Amanda por primera vez en el disco parece que tiene ganas de lucirse, aunque sabemos que puede dar mucho más de sí. Llegamos al ecuador del disco. Érase una vez que se era, en un país muy muy lejano, una princesita paseaba por los jardines del reino, pero de pronto… el comienzo de “Scream it” parece una narración sacada de aquel “Aina – Days of Rising Doom”. A dúo con el cantante noruego Jorn Lande (quien no necesita presentación), vemos que él arriesga vocalmente mucho más que Amanda. Desgraciadamente, Lande cantaba mucho mejor en el proyecto de Arjen Lucassen Ayreon a dúo con la polifacética Floor Jansen o con Anneke van Giersbergen que con la cantante de Trillium. Un buen tema pero con los deberes hechos a última hora.

En un tono parecido al que llevamos hasta ahora y sin grandes cambios nos encontramos con “Justifiable Casualty”, pero hay que admitir que este corte suena elegante y es destacable por el conjunto instrumental, muy acorde y en sintonía con la voz de Amanda, y con unos solos de guitarra más que destacables. “Path of Least Resistance” comienza casi con miedo, andando de puntillas los instrumentos y la voz para coger fuerza en el estribillo y dejar ver (al fin) algunos de los mejores tonos de Amanda. Pegadiza, podría ser considerada como single.

De las pocas destacables, “Into the Dissonance” tiene un principio muy misterioso, seguido de un estribillo que sin ser apoteósico resulta pegadizo y contundente tanto musicalmente como a nivel de letras, y terminando con un final que cierra como comenzó. La balada “Slow it down” ejerce como tal, es lenta, bonita de escuchar, con letra melancólica… pero le falta algo, a pesar de ir introduciendo poco a poco instrumentos. Quizá Amanda debió meterse un poco más en el papel para terminar de transmitir sentimientos que sólo podemos intuir, y sacar más partido en los segundos finales. Incluso podríamos decir que tiene un ligero aire a “My Own” de Mariah Carey. Y para rematar la faena, el bonus track “Love is an Illusion” que aún siguiendo la línea de todo lo ya comentado, podría haber sido sustituta de alguna otra en el conjunto, conteniendo esta unas guitarras más interesantes y una batería más presente.

Siendo conocedora de lo que Amanda Somerville puede hacer a nivel vocal y creativo, me decepciona un poco ver que no ha sabido aprovechar todas las posibilidades que estas grandes colaboraciones le podían aportar. Si, “Alloy” se deja escuchar, no es un disco complicado, y tiene canciones que se salvan o incluso que se quedarán entre las favoritas del personal, pero parece que desde que hizo aquel Kiske-Somerville (con el ex–vocalista de Helloween Michael Kiske) hace ya dos años se ha quedado un poco estancada.

Leticia Ballester

Temas:
01 – Machine Gun
02 – Coward
03 – Purge
04 – Utter Descension
05 – Bow to the Ego
06 – Mistaken
07 – Scream it
08 – Justifiable Casualty
09 – Path of Least Resistance
10 – Into the Dissonance
11 – Slow it down
12 – Love is an Illusion (bonus track)