Otro punto a favor fue el exquisito trato recibido por parte de las bandas.
Cada una de las bandas se entregó hasta el final e intento contactar con el
público y agradecer, una vez más, el esfuerzo y la entrega que estábamos teniendo
por verles a pesar de las inclemencias del tiempo.

Excelente también la puntualidad de los conciertos y el dinamismo que otorga
a un festival el hecho de contar con 4 escenarios ya que nunca te quedas «parado»
a la espera de que toque alguien y así el festival transcurre con mucho más
ritmo y agilidad.

A destacar el buen estado de los sanitarios que durante la jornada eran limpiados
varias veces garantizando unas mínimas condiciones de sanidad y también la cantidad
que había ya que así las colas iban bastante rapidito (aunque muchos tipos acabaron
buscando vallas donde sacársela y liquidar rapidito en vez de esperar)

Un cero, eso sí, a la organización por la falta de previsión del diluvio que
se anunciaba durante muchos días atrás. Recuerdo que el año pasado también llovió
en Gernika, en el Metalway, sobretodo la primera noche, y al día siguiente pudimos
comprobar como la organización se encargó de cubrir todo el campo de fútbol
de paja para evitar posibles lodazales y cómo dejó acceder al público a las
gradas del recinto para poder estar bajo cobijo. También recuerdo que Metalway
tenía instaladas varias carpas donde poder refugiarse en caso de lluvia. Lamentablemente,
Viñarock, siendo mucho más grande, condenó al público a quedarse tirados bajo
la lluvia sin un triste lugar donde poder sentarse o resguardarse.

También resultó muy triste ver que en medio de los 100 litros de agua que estaban
cayendo la organización no fue capaz de organizar una evacuación del recinto
en condiciones obligando a la gente a pasar por un auténtico río de agua donde
solamente fue el espíritu humano del personal de seguridad el que hizo que tiraran
palés y vallas al suelo para que hicieran las veces de «isletas» por donde pasar
en medio del río.

Muy triste el cachondeo que tuvieron con el personal acreditado y las vueltas
que nos hicieron dar para, finalmente, poder acceder al festival y el trato
tan impersonal que se nos ofreció (nada que ver con el exquisito mimo que nos
ofrece cada año Metalway). Nadie, en ningún momento, nos preguntó ni quien éramos
ni si necesitábamos algo ni nos ofreció alternativa alguna a la catastrófica
situación que se estaba viviendo allí. Aun recuerdo la desconfianza de la única
«encargada» de prensa que con cara de estupor cuestionaba nuestro interés acerca
de los conciertos suspendidos con aquel «¿y esto quien lo pregunta?». Querida,
allí fuera había más de 40.000 personas a las que se les suspendían 6 actuaciones
de golpe sin dar ningún tipo de explicación ¿te parece eso poca pregunta?.

De todos modo, reiteramos que la experiencia, pese a todo, fue positiva y que
la epopeya que pasamos hizo que se convirtiera en una edición histórica.

No quisiéramos cerrar esta crónica sin agradecer, eso sí, la compañía de Rebeca
y Núria y su inacabable paciencia para con la situación meteorológica.
Su optimismo y entusiasmo nos ayudó a no desfallecer. Ah, y por supuesto, a
los cachis de fresca cerveza que, pese a acabar aguados con tanto chubasco,
buena compañía nos hicieron a a toda la expedición al completo.

Un abrazo.

Vicente Ramírez
Marcel·lí Dreamevil