Tras dos años desde su espectacular Innuendo, los finlandeses Amberian Dawn rompen su silencio con Darkness of Eternity, un disco con una gran carga melódica y una sólida base rítmica

Sara J. Trigueros

Desde que en 2012 se reseñase en esta casa Circus Black, los prolíficos Amberian Dawn han ido cargando sobre sus espaldas otros cuatro discos. La última pieza, Darkness of Eternity, la colocaban el pasado 10 de noviembre. Como sus predecesores, este trabajo se caracteriza por atenerse lo suficiente al género del power sinfónico para ser reconocible sin dejar de experimentar dentro de los límites que el membrete autoimpone.

A lo largo de todo el disco predominan temas cortos, más o menos como en casi toda su discografía, y es difícil que alguno supere los cinco minutos de duración. El álbum se abre con la veloz y pegadiza «I’m the One», que marca el tono general, ligeramente melancólico pero brillante y coral, muy semejante al siguiente corte, «Sky Is Falling». En esta primera toma de contacto quedan bien asentados los elementos generales: una base rítmica rápida y cortante, un registro vocal bien delimitado y guitarras en segundo plano para destacar la rama más sinfónica de la banda. En el otro lado de la balanza caen los estribillos tan dulzones que rozan el pop y que no terminan de tener luz propia.

Con «Dragonflies» este Darkness of Eternity alcanza una primera cumbre. Más oscuro y complejo que los temas que le anteceden y siguen, aquí el trabajo de todos los músicos se complementa a la perfección, con unos riffs sombríos que pasan a un segundo plano a la hora de hacer entrada un solo de teclado que da paso a una sección central lenta y con mayor carga sentimental. «Maybe» sirve para descansar con una melodía pegadiza y previsible que va pasando por todos los instrumentos melódicos. El punto más épico del disco lo da «Golden Coins», un medio tiempo oscuro con un estribillo apoteósico como ya nos tienen acostumbrados.

«Luna My Darling» es otra vuelta a la calma, con una línea vocal más grave y, por fin, otro solo de teclado (el segundo y último). El final a las incursiones en otros estilos lo marca «Abyss», un corte de power metal de lo más clásico donde, sin embargo, Capri se luce menos de lo que es habitual. No obstante, es una buena manera de prepararse para uno de las pistas más flojas de todo el álbum: «Ghostwoman», excesivamente alegre e insulsa. «Breathe Again», en cambio, retoma los elementos sinfónicos y corales que cuaja en una balada idónea para dar paso al plato fuerte del disco, esa «Symphony Nr. 1, part 2» continuación de la homónima de Innuendo y que formará una trilogía que no veremos completa hasta el próximo trabajo. Es, sin duda, el corte más teatral de todos y que justifica la portada que tiene a la vocalista en primer plano.

Lo que, en definitiva, encontramos en este octavo álbum de los finlandeses son luces y sombras sin demasiada innovación ni riesgo pero que desembocan en un trabajo uniforme y bien elaborado. Yo no espero a estas alturas demasiada originalidad en un disco de power metal, pero en el caso de una banda de Finlandia sí espero oficio, y éstos lo tienen de sobra.

Sara J. Trigueros

Temas:

1. I’m the One
2. Sky Is Falling
3. Dragonflies
4. Maybe
5. Golden Coins
6. Luna My Darling
7. Abyss
8. Ghostwoman
9. Breathe Again
10. Symphony Nr. 1, part. 2 (Darkness of Eternity)
11. Anyone (bonus track)

Web oficial: http://amberiandawn.com/