En los años noventa, lejanos ya gracias a Dios, los heavys vivieron una pesadilla de esas de las que se tarda un tiempo uno en recuperarse. La pesadilla se llamaba power metal. El power metal fue el género rey en aquellos, como decimos, ya lejanos años. Bandas que tenían pero muy poco que ver con lo que los metaleros habían encumbrado en sus gustos musicales en la década de los ochenta tomaron al asalto las listas de éxito, los pabellones y las portadas de las revistas. No vamos a nombrar ningún grupo de ese estilo de entonces por aquello de no faltar al respeto al respetable, pero más o menos aquí el paisanaje ya se puede hacer una idea de por dónde van los tiros.
Emilio Morote Esquivel
Nota:6/10  

A la moda del power metal le pasó lo que a todas las modas: fue a parar al saco del olvido. El personal empezó a recuperarse de la pesadilla y otros estilos y otras modas (algunas aún más nefastas para el metal) ocuparon el lugar que unos años acaparaban esos grupos de medio mogate.

Pero miren ustedes por dónde, la pesadilla da todavía algunos coletazos. Cuando menos nadie se lo esperaba aparece esta banda polaca hacedora de un power metal a la alemana, con gusto por las letras pseudomíticas y el heavy de brocha gorda que parecía ya, como se ha dicho, exilado a un oscuro rincón olvidado de todos.

Parece, por lo tanto, que aún queda público (y ganas) para este subestilo del heavy metal que aparece como una especie de sucedáneo de la música que más nos gusta. Si entramos a analizar el trabajo, bueno, se les está vendiendo como una especie de sucesores de los Helloween clásicos de los años ochenta, los de Kai Hansen y Michael Kiske (tal vez, una de las pocas bandas de power metal que de verdad merecieron la pena, y eso porque fueron los creadores del estilo, como quien dice). Y algún mérito han de tener estos polacos, por lo menos para los treintaañeros que todavía tienen ganas de echar una oída a los viejos clásicos de los años noventa.

Poniéndonos en la piel de un powermetalero de esa época, nos llaman la atención canciones como “Astral Geometry”, en la que justo es reconocer que la banda sabe tocar, los solos de guitarra son efectivos y la voz, bueno, tiene todos los tics de esos grupos grandilocuentes que triunfaron hace unos quince años.

Y sin andarnos más por las ramas, y nombrando al final a las bandas que decíamos más arriba que no íbamos a nombrar, este disco gustará a todos los seguidores de Rage, Stratovarius, Blind Guardian, Grave Digger y tal.

Emilio Morote Esquivel

Temas:

01. Follow The Light
02. Hellphoria

03. Astral Geometry
04. Of Fire and Thunder
05. Elemental
06. Left Behind
07. Dreamcraft
08. Another Day
09. Illumina
10. The Arrival
11. All Guts, No Glory
12. The Curtain Falls

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