Batushka + Noctem – 22 De Septiembre’18 – Sala Bóveda (Barcelona)

Aunque no era domingo, el 22 de septiembre asistimos a una auténtica misa, un tanto excéntrica y poco común, pero seguro que más real que las que nos ofrecen en las iglesias. Para esta ocasión el templo fue la sala Bóveda de Barcelona, y los oficiadores, uno de los grupos revelación del momento, los polacos Batushka.

Texto y fotos: Quim Torres

Al entrar, ambos lados del escenario estaban ya decorados con unas banderolas con la imagen de una Theotokos con las caras emborronadas -el tétrico recuerdo de la iconoclastia ortodoxa que presentan también en la portada de su primer y único disco-, dos cruces ortodoxas y, al fondo, una representación de un gran retablo bizantino, todo dispuesto para empezar a crear el ambiente para el ritual.

Pero antes de Batushka, tocaba ver a los teloneros Noctem, unos casi veteranos y, para algunos, una referencia del metal extremo en este país. Los valencianos descargaron su Black/Death directo y cañero, que sirvió para caldear el ambiente e incluso crear algún pogo. Cabe destacar su batería, Voor, que como siempre, es impecable y la actitud de Beleth encima del escenario, que, aunque no se le entienda demasiado al hablar (que no al cantar), consigue empatizar con el público, algo difícil en el mundo del Black Metal, en el que se suele ser más distante, algo que puede tener sus detractores y defensores.

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Noctem hicieron un buen directo de 45 minutos y ahora el escenario se preparaba para la liturgia de los polacos. Las entradas se habían agotado hacía horas y, durante la media hora de cambio, me pareció que casi nadie se movía para no perder su sitio delante del escenario, así que nos quedamos observando cómo montaban un lúgubre altar en él, algo que hubiera mejorado el efecto si lo hubieran tapado con un telón y nos hubieran guardado el misterio hasta el inicio del concierto, pero en esta sala no se podía pedir más.

A las diez en punto empezaron a sonar cánticos y un encapuchado encendía las velas del altar. Fueron subiendo los ocho músicos para iniciar la misa con la primera canción que abre su Litourgiya, mientras en el vocalista principal se paseaba descalzo sobre un escenario que se les quedaba pequeño, balanceando su incensario, invadiendo el ambiente de un olor particular y místico. Cabe decir que el sonido era impecable, el hecho de llevar capuchas les permite pasar los instrumentos por línea a través de los auriculares, de manera que no les hace falta usar speakers que ensucien el sonido general.

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Las letanías (yekteniya) se sucedieron en el orden conceptual que presenta el disco, sin pausa, conservando el ambiente único entre canción y canción, un ambiente que, sin embargo, se vio turbado en varias ocasiones por un buen número de asistentes irrespetuosos que intentaban hacer gracias o simplemente charlar en momentos de silencio, rompiendo la magia que Batushka había trabajado para crear, hasta el punto que el cantante, en una ocasión, tubo que hacer gestos para mandar callar al público. Esperemos que no se ofendieran demasiado, ya que creo que Batushka no se toman esto como un simple entretenimiento, sino que es algo real, y es bien seguro que, con el respeto a la música que se muestra en los países del norte de Europa, pocas veces se habrán encontrado con este vergonzoso panorama.

No obstante, las impertinencias de la pista se nos marchaban de la cabeza al volver la atención arriba, pues Batushka consiguen, más aún que en el disco, penetrar en la percepción y la sensibilidad del espectador. Se me hace difícil destacar algún tema, ya que todos son magníficos y tienen su propio lugar dentro del conjunto, consiguiendo transmitir una gran cantidad de sensaciones, que se acentúan con la gran puesta en escena, estática pero contundente, a la par que terrorífica, y con un juego de luces perfectamente coordinado.

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Todos estos elementos hicieron que este no fuera un simple concierto, sino que es una obra total que nos acerca al ritual y a la experiencia religiosa, de la que utiliza, sobre todo, el temor que la cristiandad ha utilizado a lo largo de los siglos para dominar a sus seguidores.

Este ha sido para mi el mejor directo que he visto en lo que va de año, y seguro que muchos de los que asistimos nos quedamos con ganas de verlos en mejores condiciones, es decir, en un escenario que les haga justicia y con un público a la altura; así que esperemos que pronto nos deleiten con un nuevo disco que les haga volver a girar por el continente.

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Texto y fotos: Quim Torres