Después de algunas idas y venidas, los ingleses Frost* han sacado a la luz su cuarto trabajo (al que preceden, si vamos bien en matemáticas, tres discos, pero también un EP que no habría que pasar por alto). Con este Day and Age, pues, consolidan una faceta más experimental y sosegada, quizá en detrimento de la esencia más progresiva de sus primeros discos, pero con una dirección e intencionalidad muy bien definidas.

Sara J. Trigueros

Una de las señas de identidad de la banda liderada por Jem Godfrey y John Mitchell es la carencia de un batería titular, lo que le ha permitido —y permite— contar con una variada paleta de percusionistas, algunos de la talla de Nick D’Virgilio (Spock’s Beard) o Craig Blundell (Steven Wilson).

Para un conjunto progresivo donde la pericia es bandera, esto no es baladí ni se debe pasar por alto la elección, que en este cuarto trabajo ha recaído sobre tres individuos: Pat Mastelotto (King Crimson, Stick Men), Kaz Rodriguez (The Disciples) y Darby Todd (que va por libre pero ha grabado para Protect the Beat y tocado junto a The Darkness).

El valor individual de cada uno de ellos (que no llegan a tocar juntos) se ve reforzado por la práctica ausencia de solos: ni guitarras ni teclados harán gala de virtuosismo pese a tratarse de un álbum bastante técnico. Esto imprime un temperamento muy peculiar, que será una de las características notables en un disco donde el correcto engranaje de cada una de las piezas será más importante que sus elementos aislados. Por ello tampoco las voces —a cargo de Jem Godfrey, aunque con cameo de Jason Isaacs (sí, Lucius Malfoy) en «The Boy Who Stood Still»— tendrán un gran protagonismo, prueba de lo cual es que tengamos una edición especial del lanzamiento en el que el segundo disco son los mismos ocho temas en versión instrumental… sin que la ausencia de vocalistas merme el resultado final. Todos estos elementos cristalizan desde el primer instante en el corte inicial, «Day and Age», más del doble de largo que el corte editado que salió en abril (es decir, dadle una escucha atenta, porque el metraje añadido merece la pena).

Frost* – Day and Age

De ahí pasamos a dos pistas que se complementan a la perfección: «Terrestrial», por un lado, tiene como punto fuerte el papel de Darby Todd, que está pletórico del primer al último compás. A continuación, en «Waiting for the Lie» oiremos casi todo el espectro vocal llevado al extremo y será constante el colchón atmosférico de los teclados, que, si bien queda a un segundo plano, es el eje sobre el que se añaden el resto de elementos musicales, donde de nuevo vuelve a destacar una sincopada batería que dará mucho juego.

Avanzaba más arriba la participación de Jason Isaacs en «The Boy Who Stood Still», el corte que viene a continuación. Musicalmente, desde mi punto de vista, no pasa del aprobado, pero el resto de músicos cumplen un papel más que decente, con un ambiente futurista y algo de funk en el diálogo entre bajo (Nathan King) y teclados, más las rupturas rítmicas a las que ya deberíamos estar acostumbrados llegados a este punto. Por otro lado, quizá lo más interesante es su componente narrativo, la historia que cuenta, con tintes de fantasía, y que justificaría, desde luego, la colaboración.

Frost* – Terrestrial

En la parte central del trabajo se encuentran las peculiares «Island Life» y «Skywards», el germen de Day and Age, mucho menos oscuras que el resto del álbum. Parece que la explicación hay que buscarla en que las condiciones meteorológicas de donde las compusieron fueron mucho menos adversas que en piezas como «Terrestrial». Sin embargo y paradójicamente, aquí será donde encontremos las letras más complejas, trabajadas con un punto irónico y en torno al desengaño, que hacen de contrapunto al buen rollo que despiertan desde un punto de vista musical.

Conforme nos acercamos al final, los cortes se van haciendo más intensos y con una luz diferente: en «Kill the Orchestra» el tempo es menos acelerado de lo que venía siendo en el resto del disco y parece que la melodía empieza a cobrar más importancia (si bien «Skywards» ya había anunciado esa tendencia), con una delicadeza casi cristalina. Es uno de los temas más largos y en él tiene espacio y cabida el despliegue melódico y vocal, junto a lo único que puede asemejarse a un solo (apenas un par de frases) que rápidamente obtienen respuesta por parte del resto de instrumentistas y desembocan en diferentes progresiones armónicas. Para cerrar, «Repeat to Fade» continúa las líneas abiertas en esta segunda parte del álbum, con estructuras un poco más matemáticas y complejas, pero sin llegar a los puntos álgidos de la primera parte (que, en cambio, cojeaba un poco en los aspectos melódicos).

Enjoy yourselves! Everything is OK

Hay un esfuerzo considerable en este trabajo por crear una unidad, tanto temática como musical. Y, si bien en ambos planos hay elementos que ayudan a crear esta sensación (del musical vengo hablando ya un rato y del lírico las vueltas que se dan al concepto del disfrute y del que este pequeño epígrafe intenta dar muestra también son un buen ejemplo), hay algo que no termina de permitir que se cierre el círculo. El conjunto formado por pequeñas piezas minimalistas, algo de intensidad introspectiva y diferentes elementos técnicos salpimentando el conjunto no llega a formar una unidad, y la intuición o mi experiencia como oyente (o el gusto personal) me llevan a pensar que un trabajo más centrado en uno de esos elementos hubiera tenido más valor artístico, aunque hubiera sido en detrimento de esa sensación de unidad y armonía que, a fin de cuentas, quizá no sea tan importante.

Sara J. Trigueros

Temas

1. Day and Age
2. Terrestrial
3. Waiting for the Lie
4. The Boy Who Stood Still
5. Island Life
6. Skywards
7. Kill the Orchestra
8. Repeat to Fade