El mar de miles de fans vestidos con ponchos de lluvia, chubasqueros y otros atuendos para condiciones atmosféricas adversas parecían más la marina de Kiss que el ejército de Kiss en North Common, en Halifax, el Sábado.
Aun así el miedo a la oleosa pintura facial no detuvo a las docenas de fieles de transformarse ellos mismos en “Starchild”, “Demon”, “Space Ace” o “Cat Man” para la ocasión. Por lo que todo el mundo sabe, los auténticos Gene Simmons, Paul Stanley, Tommy Thayer y Eric Singer podían haber estado entre el público gritando que nadie los hubiera reconocido.

Yo no me sentí con ganas de ponerme la grasienta pintura, pero si tuviera una máquina del tiempo y pudiera volver a mediados de los 70 para preguntar a mi yo con 11 años que grupos le gustaría ver más, las 2 primeras opciones serían los Beatles y Kiss. Los Beatles llevaban ya unos años separados para entonces, y no había forma humana de que mis padres me dejaran ver de cerca a esos llamados “Caballeros al servicio de Satán” y sus legendarios conciertos en el Forum de Halifax.

3 décadas más tarde y en el espacio de una semana hemos tenido a Paul McCartney y a esas figuras del rock and roll (cuyo acronimo podría perfectamente ser “Keep It Spectacular, Stupid”, o “Haz que siga Espectacular, Estupido”) consiguiendo para mi entusiasta yo de 11 años de la época que el legendario cuarteto que tomaron el escenario el Sábado noche quedaran en empate con el ex-Beatle.
Por supuesto que no solo subieron al escenario; el cuarteto descendió de la plataforma de iluminación a otra en la que una pancarta gigante con el logotipo del grupo (tan distintivo como si de una marca comercial como Nike se tratara) cayó al suelo. Inmediatamente se metieron en el personaje, con Simmons a la caza como una vampiresa viuda, Stanley como una caricatura de un orgulloso Mick Jagger y Thayer acercándose al ex-guitarrista Ace Frehley, balanceándose en sus enormes botas plateadas de plataforma.

Como en otros conciertos de la gira, la primera parte del setlist muestra más o menos el listado de canciones del disco en directo “Alive”, el cuál celebra su 35 aniversario el año que viene, y Stanley prometió una noche con los clásicos más antiguos (sonidos de los 80 como “Lick it up” y “I love it loud” no sonaron hasta el final del show) con “Strutter”, y “Got to choose” propiciándose una oleada de gritos en los estribillos y los puños en alto, formando los cuernos en toda su endiablada gloria.

“Halifax! ¿Cómo lo estais pasando hasta ahora?” preguntó Stanley con ese tono loco y evangélico tan familiar de los discos en directo de Kiss."I got a feeeeeeeelin’! Whoaaaaaaaaoooh! We’re gonna make this place hotter than hell!" Acertadamente, el escenario se bañó de humo según entraron en la canción que daba título al álbum de 1974, completado con sirenas y Simmons haciendo algo de fuego soplando a una espada de fuego. Estos tíos no reescribieron hace años las reglas del libro del showman del rock por nada.
“Okay Halifax! Hemos tocado en Montreal! Hemos tocado en Ottawa! Hemos tocado en Sarnia! Hemos tocado en Quebec City!” exclamó Stanley, instando al público a abuchear cada nombre de cada sitio, excepto Sarnia que sólo se llevó malas caras.“Todos vosotros de Halifax, esta noche es vuestra noche para demostrarnos que Halifax es la número uno! Queremos volver, podemos volver?”

Se pudo oir un estruendoso rugido a la vez que hablaba sobre el disco que saldrá al 6 de Octubre a la venta.”Os prometo que será tan bueno como cualquier tema de los que oigáis esta noche! Lo juro por el ejército de Kiss!”
Es una dura promesa con la que vivir, dado que el clásico sonido de Kiss está fundado en una guitarra glam, tonos pop y un carguero de petróleo lleno de testosterona, como el garaje de rock con los amplificadores con las armonias de los Beatles de “Nothin’ to lose”.

Pero dada la dedicación del grupo en su setlist del Sábado noche, no hay ninguna duda de que saben lo que los fans tanto jóvenes como mayores quieren oir.
Los miembros más jóvenes del acompañamiento de Kiss también tuvieron sus momentos especiales, con Thayer haciendo un extenso solo en medio del mastodóntico tempo y el brutal erotismo por parte de Simmons en “She”, tocando tras su cabeza y provocando explosiones a lo largo del escenario.
Antes de volver de nuevo a la Tierra, el habilidoso Thayer mezcló el punteo de cuerdas en un sonido espacial y un fragmento de la quinta sinfonía de Beethoven.

Singer tuvo su oportunidad de agotar el equipo de la batería en “100,000 years”, y mientras él no ofrecía un popurrí de poliritmos, o incluso un exceso de cencerros, dejó una estela en el público, el cual irrumpió en vítores a la vez que ráfagas de fuego explotaron en la parte delantera del escenario y el resto del grupo regresaron con Stanley que estaba enrollando el cable del micro en su cuello y Simmons desplegaba las alas de murciélago de su armadura de batalla.

Lo mejor estaba aún por llegar, aún así, cuando Stanley pidió al público sugerencias de un tema para unir al mundo en estos tiempos tan revueltos, incluso tarareando un poco de “O Canada” en el proceso.
La respuesta que estaba buscando era “Rock and Roll all night”, cuyas letras fiesteras y pegadizas empezaban a salir pronto de cada boca que se podía divisar, mientras los cañones llenaban el aire con humo y confeti, y la pirotecnia explotaba sobre nuestras cabezas en el mayor ejemplo musical de shock y admiración desde el “1812 Overture” de Tchaikovsky.

Un montón de actos de apertura tuvieron la nada envidiable tarea de mantener a miles de empapadas almas ocupadas durante la lluvia de la tarde, empezando con los Frankie Whyte & the Dead Idols de Toronto, quienes jugaron un sonido de riffs heavies, completado con el grito de voz de lija de Whyte.

Fuente: TheChronicleHerald.ca
Traducción: Leticia Ballester