Desde algún lugar en California llega un grupo de los que llamaríamos dinosaurios del rock. Apodo que se tienen merecido en todas sus acepciones estos rangers de la noche. Son grandes, y también son de otra época.

Nunca fueron los más grandes, la verdad. Compartieron escena californiana con todos esos grupos de laca y pelo cardado que se vinieron a llamar de Glam Metal (no sé si llamarlo metal resulta muy acertado) y que competían con esa otra escena californiana que los veían como posers. El thrash metal que surgía como intento de mantener el estilo verdaderamente underground del heavy metal en sus inicios europeos.

Todo eso ya ha pasado, hace años que Metallica y Mötlye Crue son amigos. Y, como ellos, la mayoría de grupos de la época sigue en activo y sigue lanzando discos algunos de ellos, como éste, sorprendentemente bueno.

Night Ranger fue un grupo verdaderamente poser en ese sentido. De lo más puramente comercial en su sonido. Y de gran éxito comercial en cuanto a ventas y éxito. Como le suele pasar a muchos de estos grupos, el pelotazo comercial dio paso al olvido en el momento que los tiempo cambiaron y las ondas se cerraron a las guitarras distorsionadas. De hecho el parón momentáneo del grupo coincidió con la decadencia de este estilo; no sólo como música mainstream sino como manera de hacer rock.

Muchos los criticaban en su momento, como digo, por su sonido comercial, pero hablando de manera completamente imparcial y visto tras el cristal que deja el paso de unos cuantos años, suena fantásticamente bien. Y este disco, tantos años después, es un disco de una calidad altísima. Se trata de un disco que bien podría haber pertenecido a esa época dorada en la que Europe, Boston, Guns’n Roses, Kiss o Quiet Riot sonaban en las radios.

Nunca fueron los más grandes, pero tampoco fueron precisamente un grupo menor en su época.

Aunque a muchos os sonará a chino el nombre de esta banda, tendríais que saber primero que sus cinco primero discos -editados entre 1983 y 1988- vendieron más de diez millones de discos y colocaron unas cuantas canciones en los top de la época. (You Can Still) Rock in America y Sister Christian son ya himnos.

El sonido del disco es tal como te lo esperas. Unos estribillos con coros, unas melodías pegadizas y unos riffeos hard-rockeros que se pueden etiquetar directamente con la palabra comercial. Para los que nunca hayan oído nada -o apenas nada- de Night Ranger (que, presumo, serán la mayoría de jóvenes de mi generación), que se imaginen ese típico videoclip de Van Hallen o Dave Lee Roth subido a un deportivo rojo descapotable mientras circula por las calles cercanas a las playas de L.A. Suena tal que así.

El disco comienza con un la magnífica Growin’ Up California. Una canción que nos vale para dejarnos claro desde el primer momento de qué va esto. Un hit con un buen riffeo y unos teclados que se alternan con la segunda guitarra como el instrumento protagonista.

El disco está plagado de buenísimas melodías de teclado o guitarra que le dan al disco su sonido; un sonido, eso sí, ya muy manido; aunque, por otra parte, el disco no pretende otra cosa. Sigue con Lay It on Me, un tema que gira en torno a una poderosa y trabajadísima guitarra con unos aires muy heavies.

Con Follow Your Heart -la cuarta pista- vuelve a aparecer la melodía. Empieza una melodía de teclado, el cual se va alternando durante toda la canción con las guitarras para que éstas acaben punteando. Ya casi a mitad del disco nos encontramos una algo insulsa balada llamada Time of Our Lives. Aunque, como el resto de canciones del disco que no destacan por encima de las demás, ésta es una canción bastante bien hecha.

La melodía de guitarra y teclado es lo que le da al disco su salsa. Unos pegadizos y tremendamente bien ejecutados punteos de guitarra muy al estilo del Hard Rock, o que incluso recuerdan a los del heavy metal melódico, le dan al plástico otra dimensión que no tendría si se tratara de un mero disco de cancioncillas pegadizas pero sin una instrumentación bien trabajada.

Durante los cincuenta y ocho minutos nos encontramos con una buena retahíla de melodías punteadas y solos de guitarra (tal como en No Time to Lose Ya). Mientras, Jack Blades va dejando claro con cada canción lo bien que se puede mantener una voz a los cincuenta y pico años.

End of the Day es un temazo. No hay otra palabra. Un lujo compositivo en el que las guitarras se lucen desde un inicio pausado y melódico que da paso a un agudo punteo que es simplemente genial.

El tema resultante podríamos calificarlo como un medio tiempo de estribillo hímnico que se corona por encima del resto de canciones del disco sin desmerecerlas; pero, la verdad, es la mejor del disco y -una vez más- gracias a su guitarreo.

La última canción ya es algo magnífico. Casi me da pena que el lector se entere por estas lineas de lo que va a sonar porque una de las mejores cosas que ofrece es una grata sorpresa.

Después de todo un disco de canciones AOR que parecen competir por ver cuál es más radiable, nos encontramos de bruces con un temazo instrumental en el que dos guitarras acústicas ejecutan maravillosamente una outro que cierra un disco de manera sobresaliente; Elevando el nivel del disco a un plano nuevo al que no llegaría sin canción instrumental.

Alberto Guzmán Hernández

Temas:
01 – Growin’ Up In California
02 – Lay It On Me
03 – Bye Bye Baby (Not Tonight)
04 – Follow Your Heart
05 – Time Of Our Lives
06 – No Time To Lose Ya
07 – Live For Today
08 – It’s Not Over
09 – End Of The Day
10 – Rock N’ Roll Tonite
11 – Say It With Love
12 – L.A. No Name