Ross the Boss: cofundador the Manowar junto con Joey DeMaio y ahora enemigos acérrimos. Pilar y fundador de la banda de proto-punk The Dictators, Ross cuenta en su historia personal con suficientes mimbres como para tomárselo mínimamente en serio, eso sin contar con el hecho de ser reputado guitarrista. Ser defensor del True Metal y esas fotos promocionales con la banda del.hombre de guerra, le resta un poco de credibilidad. Con Manowar esculpió en acero los mejores álbums de la banda hasta que finalizara la alianza allá por 1988, hace ni más ni menos que 30 años. Ross no ha parado quieto y, además, regenta una tienda de deportes en su Queens natal. Después de Death Dealer, retomar los Dictators y colaborar con otras bandas (entre ellas Hellacopters en su triumfal Payin’ the dues) todavia tiene energía, ganas y fuego metalero para promulgar el triumfo del acero.

En 2018 regresa con la banda Ross the Boss tras publicar dos discos (New Metal Leader y Hailstrom) y, para esta entrega, se hace acompañar por el bajista de Symphony X Mike Lepond, Marc Lopes en las voces y Lance Barnewold a la batería. Vistos los integrantes la cosa parece seria.

La portada del disco (guerrero en genuflexión tras victoria en la bayalla y un Ave Fénix levantando el vuelo tras de él) ya deja entrever que la orientación musical va a ser Power Metal bien sulfatado de esencias de Manowar. Y esto no tiene que ser malo, siempre que seas fan del metal épico y de la banda que se jactó durante años de ser los que más decibelios lanzaban en sus conciertos. Seguramente no aporten mucho para el resto.

El disco presenta varios problemas: uno de ellos es que Marc Lopes es capaz de dar buenos momentos y destrozar un tema entero lanzando agudos sin ton ni son. Queriendo emular al Metal God Halford (o lo que nos tememos: a Eric Adams). A nivell musical, la banda suena solvente, con buenos momentos de la sección rítmica, con especial mención al trabajo de Lepond, buenos solos de Ross pero los temas suenan a escuchados mil veces, a reivindicación de “yo soy Manowar” y poco más. Para muestra el último tema del álbum, la reinterpretación del Hail And Kill.

Los mejores momentos del disco son cuando la banda suena màs hard y menos épica. Así Among the Bones suena a puro hard old school, directa y guitarrera. El disco se había iniciado con el tema homónimo By Blood Sworn que ni despeina ni emociona y donde si tira para atrás, nada más empezar, los gorgoritos de Lopes. Los cortes se van sucediendo y uno busca desesperadamente algo a lo que agarrarse, como en un naufragio, y no hay demasiadas tablas de salvación. This is Vengeance empieza con un buen rasgado de guitarra que personalmente me suena a Judas de la época del Screaming For Vengeance. No es un mal tema pero de nuevo Lopes hunde los mejores momentos del tema. Aun así es uno de los más interesantes que nos encontramos en el plástico. Después de este momento nos hundimos poco a poco pero irremisiblemente.

We Are The Night resulta aburrida y sin gracia, parece grabada por y para lucimiento de Ross y poco más. Quiere ser demoníaca pero no llega, la producción, con susurros y gruñidos (de nuevo me suena a mala copia de Night Crawler de Judas Priest) intenta darle empaque pero no lo consigue.No puede faltar la balada-medio tiempo:Faith Of The Fallen. Es prescindible, aburrida y no aporta nada al disco. Es una sensación que se repite en toda la grabación y no es una excepción pues Devil’s Day padece del mismo mal. Cuando parece irremediable abandonar el disco, Lilith aporta una intro muy trabajada de Lepond conduce el corte hasta que se pierde en extraños giros. No logra acabar de crear la atmósfera oscura y aterradora que se nos antoja quiere transmitir. Los cambios de ritmo no ayudan, dejando el tema en intento fallido.

La banda sigue intentándolo pero no remata ninguno de los temas posteriores. Play Among The Godz es otro buen ejemplo, se acerca de nuevo a sonoridades más hard pero sin cuajar. Nos encontramos justo después con Circle Of Damnation que arranca con una intro muy Thin Lizzy para después desembocar en algo que quiere sonar festivo pero se enzarza y enreda dejando el corte en tierra de nadie. Aun así, de nuevo Lepond hace un gran trabajo muy bien secundado por Barnewold.

Fistful Of Hate cuenta con buen arranque de Barnewold para un tema muy power metal de vieja escuela, buen riff de Ross pero de nuevo deja un poco frío el resultado final. Sigue la tendencia power con The Oath y, seguimos sin recibir el puñetazo que nos mande a la lona. Seguimos aguantando y pasan los rounds, cada golpe lanzado por Ross se esquiva sin mucho problema. Los últimos ramalazos del disco son para Each Dawn I Die y Hail And Kill. La primera de ellas es otro tema de relleno ( y van…) y la última es una vieja conocida de todos los amantes de Manowar en la que Marc Lopes se deja el alma para tomar el control vocal de Eric Adams sin llegar el nivel de este. La banda suena solvente, es una buena revisión del clásico pero ahí se queda.

Este es un álbum que difícilmente enganche a los profanos del True Metal quizás aquellos desencantados con los últimos lanzamientos de Manowar encuentren en Ross The Boss algo mejor pero para un servidor nada más que un disco que pasa sin pena ni gloria aún contado con grandes músicos y buenos momentos pero, a veces, eso no es suficiente. Hay potencia en los temas, buenos riffs, buena sección rítmica pero al final no hay un tema que haga que este By Blood Sworn resulte interesante. Chicos, recojan sus espadas y abandonen la sala, hoy se ha perdido una batalla.

Marcel Palagós

Temas:

1. By Blood Sworn
2. Among The Bones
3. This Is Vengeance
4. We Are The Night
5. Faith Of The Fallen
6. Devil’s Day
7. Lilith
8. Play Among The Godz
9. Circle Of Damnation
10. Fistful Of Hate

11. The Oath
12. Each Dawn I Die
13. Hail And Kill



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