El Día de Todos los Santos fue el elegido por los promotores para programar uno de los eventos más interesantes del año, sin duda. Por muchos bautizada como la gira del año. No se si tanto, pero desde luego que, para los amantes del Thrash Metal, ver a Slayer y Anthrax compartiendo escenario es una auténtica delicia. Y aderezados por los noruegos Kvelertak. La cosa pintaba realmente bien y había muchas ganas en el ambiente.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

Con un poco de bajón anímico por la cancelación de última hora de nuestra entrevista programada con Paul Bostaph, nos dirigimos hacia la céntrica sala. El bajón se acrecentó cuando, debido a uno de esos maravillosos atascos que se forman cada dos por tres en la A3, llegamos ya empezado el concierto. Lo primero es lo primero, así que desde aquí pedir disculpas a Kvelertak por no hacerles una crónica completa y, claro está, a vosotros, que estáis leyendo esto y merecéis la mejor y más completa información.

También debo decir que a la hora de sentarme a escribir lo que dio de sí la noche me cuesta expresar mi contradicción de sentimientos en cuanto a las bandas que fui a ver. ¿Sabéis eso de la diferencia entre el corazón y la razón? Bien, pues algo parecido. Slayer y Anthrax son dos bandas que siempre, desde bien pequeño, me han encantado, pero que a la vez les he tenido más en cuenta sus, para mí, defectos, que a otras bandas que me encantan por igual. E iba a ver a Anthrax una vez más con Joey Belladona. Que si, que es el cantante clásico de la banda y todo lo que queráis, pero me parece indigno para Anthrax, y además prefiero la etapa John Bush de largo. Por si esto no fuera poco, Slayer me parece una de las bandas más sobrevaloradas del panorama y que tiene uno de los peores cantantes que se pueden tener. ¿Donde está el corazón y donde la razón en lo dicho? Pues no lo se, seguramente en ningún lado, pero desde la impopularidad de lo comentado repito que fui con muchas ganas a ver a dos bandas a las que amo desde pequeño. Dicen que a las personas se las quiere por sus defectos, ¿no?, pues a mi me debe pasar algo parecido con Anthrax y Slayer, porque con todos sus defectos los he disfrutado como un enano todas las veces que los he visto, y van unas cuantas.

Así pues accedíamos a la sala cuando Kvelertak estaban atronando a un ya nutrido público con Ulvetid. Los noruegos, con esa mezcla tan particular de Metal, Rock, incluso Punk por momentos, y sus letras basadas en la mitología nórdica y vikinga, estaban gustando, lo notamos nada más poner un pie en la sala. Ya asentados pudimos disfrutar al completo de Offernatt, de corte muy rockero, donde pudimos apreciar la absoluta entrega que derrochaban todos los componentes de la banda, muy activos en todo momento, sobre todo Erlend Hjelvik, su cantante, que no paraba quieto ni un momento. Tras un pequeño parón, dieron comienzo a Evig Vandrar, donde las guitarras hicieron un trabajo fino y enérgico acompañando perfectamente a la desgarradora voz de Erlend.

No nos daban mucho respiro, y enseguida echaron la vista a atrás para ofrecernos uno de sus cortes más destacados de su primer álbum: Blodtørst. De raíz punk rockera, y pese a que el sonido no era el más decente, funcionó muy bien, con el descamisado cantante desgañitándose sobre el entarimado. Una lástima que no llegásemos a verle aparecer en escena con esa máscara/sombrero con la que suele aparecer, que no es otra cosa que un búho disecado.

Tenía mis dudas acerca de la respuesta del público hacia esta banda, ya que el grueso de éste lo componían gente anclada musicalmente en los 80, pero la verdad es que Kvelertak tuvieron bastante atención, y aunque a veces la audiencia resultó algo fría, lo más seguro que por no ser capaces de cantar más de dos palabras en noruego en el mejor de los casos, si consiguieron conectar y gustar. Y es que son todo un torbellino, como demostraron con Bruane Brenny Undentro, muy hard rockera, esta última, hasta el punto de que alguien me pregunto si era una versión de Scorpions.

Terminaron un buen concierto con Snilepisky Kvelertak. Banda a seguir, sin duda, estos noruegos, que además de haber recibido ya varios premios de artista revelación, han fichado recientemente por Roadrunner.

Hacía tiempo que no veía un trabajo tan efectivo en el cambio de escenario, pero fue visto y no visto, y en pocos minutos estuvo todo preparado para la descarga de Anthrax. La sala ya estaba a reventar, incluso en la parte superior, así que la cosa prometía. No se anduvieron con demasiados preámbulos, se apagaron las luces y fueron saliendo entre vítores para arrasar desde un primer momento con Caught In A Mosh. La respuesta del público fue la esperada y los brazos en alto y los coros a un Belladona muy activo fueron una constante. El sonido era bueno, aunque bien es cierto que hacia atrás de la sala se echaba de menos un poco más de potencia, y ellos habían salido a darlo todo, con Scott Ian y Frank Bello incansables.

   

Todavía estaban sonando los aplausos cuando Frank encaró esa línea de bajo que todo el mundo conoce y que puso La Riviera en movimiento de arriba a abajo. Si, hablo de Got The Time. Mientras Bello era el auténtico protagonista, Belladona jugaba con el pie de micro y el público, y Ian cuando no estaba dando vueltas sobre sí mismo se encargaba de los coros a la perfección. Trallazo nada más comenzar, que mucha gente ya se lo otorga a Anthrax como propio cuando, recordemos, no deja de ser una versión de Joe Jackson.

La cosa había empezado con clásicos y así iba a seguir, pues Madhousefue la siguiente en caer. Lo que yo creía que caía era La Riviera, la gente lo estaba pasando en grande con unos Anthrax que destilaban energía y diversión por los cuatro costados. Y a pesar de mis reticencias hacia el señor Belladona hay que decir que estaba haciendo un gran trabajo, muy activo e interactuando constantemente con la audiencia. Y así siguió hasta el final. Por si no habíamos tenido suficiente con un comienzo como aquel llegó “Antisocial, otra de sus celebradas versiones que ya se asocian más a ellos que al grupo que las parió, en este caso los franceses Trust, aquella banda donde militó Nicko McBrain antes de recalar en Iron Maiden. La gente coreó el estribillo hasta la saciedad. Hasta el momento el concierto estaba siendo redondo.

   

Llegó el momento de presentar su nuevo single, y así nos lo hicieron saber. Evil Twins, adelanto del futuro disco, que la banda espera tener en la calle el próximo año, sonó muy bien, es un buen tema, pero enfrió algo el ambiente después de semejante comienzo. Cuando en 2011 lazaron al mercado Workship Musiccasi nadie esperaba que fuese a ser un álbum tan potable, y la verdad es que fue una grata sorpresa. Uno de sus cortes más destacados y coreables, como es Fight Em Till You Cantfue la siguiente en caer y recuperó a medias la entrega de la audiencia, la cual volvería a estar totalmente extasiada pocos minutos después cuando sonaron las primeras notas de Indians, otro de sus buques insignia.

Se produjo un ligero impasse con la interpretación del riff principal del March Of The S.O.D.de Stormtroopers Of Death mientras se prepara el homenaje que vendría a continuación, que no fue otro que In The End, donde colocaron telones a ambos lados del escenario, en uno Dimebag Darrell, en el otro Ronnie James Dio. Bonito y emotivo gesto que tuvo una grata acogida entre los allí presentes. Y para terminar, como no podía ser de otra manera, su clásico entre los clásicos: Among The Living. La sala patas arriba y disfrutando como enanos.

   

Anthrax se despedía habiendo ofrecido un auténtico conciertazo, y sobre todo le ponía muy caras las cosas al cabeza de cartel, a Slayer, que no tardarían en comparecer.

El cambio de escenario volvió a ser vertiginoso, aunque esta vez el comienzo se demoró algo más entre ajustes de sonido y demás.Cuando sonó “Thunderstruckde AC/DC a un volumen superior al resto de temas que amenizaban la espera supimos que había llegado el momento. No la dejaron terminar, y tras un coreado THUNDER!introdujeron Delusions Of Saviour, la intro que también abre su más reciente trabajo. Y tal cual sucede en el álbum, encadenaron, ya todos sobre el escenario, con Repentless. Sonido atronador y avasallador, como es costumbre en ellos, eso jamás se podrá discutir, así como la impecable interpretación de los temas. Y aunque la gente estaba encantada a mi algo no terminaba de cuadrarme.

   

Postmortemde su celebérrimo Reign In Bloodfue la siguiente, y los primeros pogos y movimientos intensos se desataron en las primeras filas, a la vez que otros intentaban sobrevivir a ello grabando con su teléfono móvil. Nunca entenderé esta moda, que a veces resulta bastante molesta.

Siguieron a piñón fijo con Hate Worlwide, Discipley God Send Death, tres cortes de los más modernos, que enfriaron un tanto el ambiente. Y es que allí había otro problema: Tom Araya no es ni de lejos la sombra de lo que fue. Bien es cierto que desde el año 2010 arrastra graves dolencias cervicales, pero aun así puedes destilar otra actitud. Y lo que a mí me llegaba era la sensación de un tío paseándose por el salón de su casa mientras toca el bajo. No es que haya sido la alegría de la huerta nunca, pero si no puede prácticamente moverte tendrás que suplir esa carencia con interpretación, interacción con el público y demás. Y lo único que el bueno de Tomás Enrique transmitió fue apatía.

   

La siempre bien recibida War Ensemble, de aquel magnífico Seasons In The Abyss, devolvió las cosas a su lugar y al público a su ser, a dar botes, levantar puños y corear estribillos. Slayer estaba funcionando como la apisonadora que es, y siempre ha sido, en directo, pero con la terna anterior había perdido un poco de conexión con la audiencia. Un tanto estáticos, con un Kerry King a lo suyo, moviendo su cuello inexistente y poco más, era casi Gary Holt, el miembro más reciente, quien mantenía, en lo visual, algo más allá de lo común. When The Stillness Comesy Vicesterminaban, por el momento, con el repaso a sus más recientes lanzamientos y daba el pistoletazo de salida para una buena ristra de clásicos que fueron más que bien recibidos. El primero de ellos en caer fue Mandatory Suicide. El público se desgañitaba junto a Tom Araya a la voz de SUICIDE!!y, tristemente, se empezaba a echar realmente de menos a Jeff Hanneman en este tipo de temas donde el adquiría mucho más peso específico.

Chemical Warfarey Die By The Swordfueron claros ejemplos, en los que los solos de Kerry King, tan sucios e ininteligibles como siempre, hicieron que Gary Holt cobrara más protagonismo y le comiese la tostada por completo, haciéndonos recordar el contrapunto que ponía Jeff con respecto a Kerry, que rítmicamente seguramente no tenga discusión, pero en cuanto a solistaAún así, dos cortes que sonaron tremendos y que hicieron las delicias de la audiencia, a la que si es cierto noté menos entusiasta que con Anthrax, cosa que me extrañó sobre manera. Y es que salvo el tercio de la sala más próximo al escenario, el resto del público estaba bastante más estático que con sus predecesores.

   

Black Magic, también de su primer álbum, contrastó claramente con la novedosa Implode, última concesión que harían aquella noche a su más reciente lanzamiento.Los tres siguientes temas pusieron otra vez La Riviera boca abajo, y no fue para menos: Seasons In The Abyss, Hell Awaitsy Dead Skin Maskson títulos que hablan por sí solos. Historia viva del Thrash Metal. Si obviamos los aspectos negativos anteriormente comentados, ya que no variaron en ningún momento, y así lo hicimos, fue uno de los grandes momentos de la noche.

Con un muy buen Wolrd Painted Blooddaban por cerrada su actuación momentáneamente. Sin ni siquiera retirarse del escenario y tras algún vacile en castellano por parte de Araya (¿si habla perfectamente en castellano porqué no jugó más esa baza para conectar más con la audiencia?), iban a encarar la traca final en forma de bises. ¡Y que traca!. Las habremos oído y visto hasta la saciedad, si, sin duda, pero escuchar en directo, del tirón, South Of Heaven, Raining Bloody Angel Of Deathes un placer pocas veces comparable.

   

Sin grandes aspavientos, solo con su música, como llegaron se fueron, y si bien dieron un gran concierto, como es costumbre, quizá sea de las veces que menos me han gustado, y salí de allí con el firme convencimiento de que Anthrax, con su energía y diversión habían ganado la partida. A día de hoy sigo pensando lo mismo.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López