Ya hemos vuelto. Todavía con ecos de melodías increíbles resonando en nuestros oídos y algo de polvo en los zapatos, aterrizamos poco a poco en la realidad y despertamos de un sueño que muchos quisiéramos que no acabara nunca. Pero es la realidad, y hay que despertar, y la parte buena de ello es que así ansías cada año con más fuerza que lleguen esos 4 ó 5 días y volver a disfrutar de algo nada comparable a cualquier otra experiencia musical que podamos tener dentro de nuestras fronteras.
Susana Manzanares

El Sweden Rock Festival es más que un festival, cuando llevas ya unos cuantos años asistiendo, un buen día de repente te das cuenta de algo y te dices… ‘las bandas? las bandas es lo de menos…’ Obviamente, y sin caer en el fanatismo, por supuesto que las bandas son importantes, de hecho el cartel es lo más importante en un festival, pero también es cierto que este tipo de festival es muy difícil que defraude a nadie y no me refiero sólo a la elección de las bandas estrictamente. Hay cientos de aspectos positivos del SRF que es difícil encontrar en otros festivales, y si tuviera que resumir todos ellos en una sola palabra, esa palabra sería CALIDAD, así, con mayúsculas.

En los tiempos que corren en los que nuestras economías no van lo que se dice precisamente sobradas, te tiene que compensar mucho y gustarte mucho esto, para desplazarte durante un mínimo 5 días a 3000 km y asumir todos los gastos que conlleva.  Pero si después de todo ese esfuerzo y algún que otro sacrificio, cuando llegas te das cuenta de que a cambio tienes más pros que contras, entonces sabes con certeza que has hecho bien, que ha merecido la pena.

El SRF tiene la habilidad, o la virtud, o como lo quieras llamar, de encontrar todos los años algo que no puedes ver en ningún otro sitio a no ser que te desplaces más lejos todavía. Este año esa ‘golosina’ ha sido RUSH, banda tremendamente difícil de ver y con el aliciente de ir acompañada de un montaje espectacular y casi 3 horas de show. O Survivor… ver a Survivor es todo un lujo, otro gran reclamo que ha hecho desplazarse hasta tierras suecas a gente de todas partes y tener incluso la oportunidad de que una de las bandas más emblemáticas del AOR te firmen sus discos.

Otra de esas golosinas, para mí ha sido Thunder, banda que es una de mis debilidades desde siempre y en la edición de este año he podido sacarme la espinita de verlos por fin en directo… Seguro que todos tenemos una banda, una canción, un momento que llevas toda la vida esperando y cuando lo tienes delante, la sensación es indescriptible… ya me comprendéis verdad? A ninguna de estas 3 bandas, por poner un ejemplo, se tiene la oportunidad de ver todos los días, en España por lo menos.

Aparte del plano estrictamente musical, del que os pondremos crónica en breve, antes vamos a ponernos en situación y os damos a conocer un poquito los entresijos de este festival.

Ubicado en el sur de Suecia, a pocos kilómetros de la localidad de Sölvesborg, en Norje, lo que empezó en 1992 como un pequeño festival local de un día, se ha convertido 21 años después en uno de los festivales más importantes de Europa, de 4 días de duración, más de 70 bandas y una afluencia este año de 33.000 personas venidas de todas partes. Cada vez somos más españoles los que acudimos año tras año y, según tengo entendido, para esta edición se vendieron cerca de 200 entradas en España…

Esa es otra, el buen rollo y la armonía que reina entre todos los que allí nos encontramos cada año, sólo es una vez al año, pero como si nos hubiéramos visto dos semanas antes… si, el Sweden también une, amigos… Charlas infinitas hasta las tantas de la madrugada comentando los conciertos vistos ese día, planificando los del día siguiente, repasando las carreras, discografías, conciertos de nuestras bandas favoritas… Hasta ahí podría ser algo común para cualquier otro festival, pero ¿qué tiene éste que lo hace tan diferente? Cada cual lo vivirá a su manera, pero en lo que sí creo que estamos todos de acuerdo es en esos pequeños detalles que parece que no, pero pueden cambiar completamente la percepción de un festival.

Este es un festival en donde TODO funciona, y funciona bien. No hay banda que suene mal, no hay un minuto de retraso en ninguna de las actuaciones, la organización es impecable, una maquinaria perfectamente engranada donde cada pieza está perfectamente colocada para que no falle nada.

¿Qué se puede echar de menos? Este año, en un intento de desidealizarlo y objetivarlo, me he pasado los días buscando algún aspecto mejorable, algo que pueda decir que sí, todo muy bien pero quizás si hicieran esto… o esto otro… Pues no fui capaz de encontrarlo, si hasta los baños están siempre limpios… señores… jabón y papel!! Parece un detalle sin importancia, pero en un festival de tantos días y cuando llevas unas cuantas horas concierto tras concierto de un escenario para otro, un poco de aseo no tiene precio…

Este año, además el tiempo ha acompañado y ha lucido un sol espléndido todos los días, lo cual ha permitido disfrutar de cada concierto en unas condiciones envidiables, eso de tumbarte a la sombra, o al sol, según los gustos, en la hierba mientras ves una banda estupenda cervecita en mano…

Por desgracia, no siempre es así, también hemos vivido años lluviosos en los que hemos visto grandísimas bandas aguantando el chaparrón… y aun así nos dio igual! Estamos locos o qué? Porque ni la lluvia ni el frío pueden hacer que dejemos de ir. Con la nariz quemada y la marca del reloj en la muñeca, este año hemos regresado con más ganas de volver que nunca, ya nos han puesto la miel en los labios con las primeras confirmaciones, un detalle habitual (otro más) de la organización el anunciar las primeras bandas de la siguiente edición mientras esperas para los cabezas de cartel… cómo nos conocen… Saben que volveremos el año que viene a ver a Phenomena, Transatlantic, WASP, Sodom y Monster Magnet… y esto es sólo el principio…

En breve tendréis la crónica y fotos de las bandas que pudimos ver y disfrutar este año, así que… Stay tuned!!

Susana Manzanares