El año pasado cumplía 15 años «Desde el silencio» de los valencianos Wurdalak… Para recordarlo lo añadimos  dentro de nuestra serie de retrospectivas de discos de metal nacional donde la propia banda  nos cuenta historias, anécdotas y recuerdos sobre lanzamiento y los conciertos que hicieron para presentarlo.


Corría el año 2004 cuando Wurdalak, tras la buena acogida a nivel local de su primer disco «la llamada», y haber subido por primera vez al escenario con algunas conocidas bandas de la escena nacional, se puso manos a la obra para grabar su siguiente trabajo de estudio.

Un trabajo que implicaba un cambio en el sonido de la banda, que dejaba un poco atrás el power metal épico para explorar por primera vez sonidos más propios del heavy metal clásico y el rock duro de los 70 y 80.

Todo pintaba muy bien: Buenos temas, elaborados arreglos orquestales (por aquel entonces, la banda contaba con un violonchelo y un violín como miembros fijos), un buen estudio de grabación y Enrique Soriano (insania) había accedido a producir el disco. Todo según los planes.

Unos meses antes de la grabación, comenzaron los problemas: Nuestro cantante y nuestra teclista, abandonaban la banda. Su trabajo empezaba a copar tanto su tiempo que era imposible conciliarlo con el grupo y mucho menos con una grabación seria y una gira. Muy a su pesar, debían dejarlo.

Por suerte Wurdalak siempre se ha rodeado de buenos amigos y amigas, y ahí estaba María José Romero, que había colaborado en algún proyecto paralelo de algunos miembros de la banda y que rápidamente accedió a cubrir el puesto de frontwoman. No fue fácil para ella. Se enfrentaba a unas líneas vocales compuestas para un cantante masculino y, pese a que se pudo cambiar el tono de alguna canción, desde luego la tesitura no era la más adecuada para ella.

Aún así, salvamos la situación, y ya por aquel entonces Mariajo dejó entrever el potencial que tenía y que se fue revelando en los siguientes discos de la banda, convirtiéndose en una de las mejores voces en directo del país.

 

También hubo suerte con los teclados. Iván Sánchez (teclista de Glassmoom en esa época) aceptó grabar los teclados del disco y hacer la gira de presentación, algo que se convertiría en poco tiempo en otro cambio permanente en la banda.

Parecía que todo estaba más o menos solucionado, nos acercábamos a la grabación, y en las próximas semanas entrábamos en el estudio. Justo entonces, la persona encargada del violonchelo y arreglista del grupo, abandonaba por sorpresa la banda.

En esta ocasión el que sufrió las consecuencias fue Iván. Los arreglos orquestales se habían quedado cojos, y las líneas de teclado, compuestas para acompañar y redondear la sección de cuerdas ya no servían.

El grupo en vivo

 

Tuvo que reestructurar las composiciones en cuestión de días, dejando incluso muchas líneas a merced de la improvisación en el estudio pero, de nuevo, pudimos salvar la situación con un resultado más que digno.

Seguíamos adelante. Ya teníamos un diseño de disco brutal, que transmitía toda la esencia de la banda y en lo que se estaba convirtiendo poco a poco: Un grupo de amigos. Una combinación de elementos que resultaba en un todo. Los símbolos de cada un@, unidos en el de Wurdalak.

Desde el silencio. Así se tituló el álbum.

El karma siempre equilibra las cosas, y te acaba devolviendo lo pagado de más. Ya estaba el disco editado. 1500 copias, que temíamos iba a acabar abarrotando nuestras estanterías y las de nuestros amigos y amigas. Pero no…

Un día sonó el teléfono: «Hola, soy Soriano, estoy buscando una banda para abrir el cartel de una serie de conciertos. Os he escuchado y me gustaría ir a oíros a vuestro local de ensayo».

Fueron dos años de actividad frenética para Wurdalak

 

Obviamente le invitamos a venir. Lo siguiente fue un videoclip profesional pagado por la agencia (en una época en la que aún eran caros y no todas las bandas emergentes podían permitírselo), decenas de miles de reproducciones en YouTube (un recién nacido YouTube), entrevistas en medios especializados, publicidad en revistas y nuestro nombre en los carteles de algunos de los festivales con los más grandes artistas nacionales e internacionales del momento: Deep Purple, Scorpions, Alice Cooper, Barón Rojo, Saratoga…

Fueron dos años de actividad frenética para una banda como nosotros. Siguieron llamándonos de otros festivales. Tocamos con WarCry, Sphinx, Saurom, Uzzhuaïa, Lujuria y un largo etc… Conseguíamos casi siempre una muy buena afluencia a nuestros conciertos y llenábamos las salas en nuestra Valencia natal. Vendimos las 1500 copias en meses, y tuvimos que hacer una segunda edición, que acabo agotándose también. Empezamos a vender discos en Sudamérica y en Japón. Estábamos literalmente flipando.

Pero todo eso no fue lo más importante. Lo más importante fue la relación personal que se fraguó entre los miembros de la nueva formación. Nos convertimos en hermanos y hermana. No nos planteábamos que iba a pasar después, pero teníamos claro que fuera el camino que fuera, lo íbamos a recorrer juntos.

Con Don Airey de Deep Purple y con Leo y Niko de Saratoga

 

Y el camino no fue fácil. Se acabó la gira, llegó ese vacío que inunda a las bandas cuando no hay conciertos a la vista, ni tienes un nuevo disco en marcha. Llegaron los problemas personales (algunos incluso dentro de la banda), las exigencias del trabajo, la madurez y sus responsabilidades… Pero no sólo lo superamos, si no que salimos de ello con más fuerza y con un mayor sentido de grupo. Wurdalak había dejado de ser el nombre de la banda, para convertirse en un ente en sí mismo, una superestructura que trascendía a la suma de sus miembros y a la que había que respetar y cuidar por lo que significaba a partir de ese momento.

Es increíble que algunas de esas composiciones sean ya mayores de edad y que sigamos disfrutando de todo lo que nos enseñaron.

Desde el Silencio fue especial por lo que supuso: Un aprendizaje. Aprendimos que los egos, el miedo, las inseguridades y otros sentimientos mueven a las personas, pero que también el amor, la fraternidad, el respeto, la solidaridad, son responsables, no sólo del movimiento de las personas, si no que son de hecho lo que mueve el mundo.

De todo ese aprendizaje surgieron nuevas melodías que se convirtieron en canciones, y esas canciones se hicieron disco de nuevo, pero eso… Eso ya es otra historia.