Corazones Eléctricos – 6 de Noviembre 2021 – Sala Rockville (Madrid)

Otro fin de semana largo en la capital, frío, más eventos culturales, fútbol… ¿todo vuelve como antes? De momento parece que sí.

Texto y fotos: David Aresté

Entre esos eventos culturales estaba el paso de la gira de Corazones Eléctricos por Madrid presentando su segundo disco “Arte y Oficio” de 2019 y que por la pandemia aún no pudieron presentar en la capital. Pecando de fans diremos que a falta de Uzzhuaïa, siempre estarán bien unos Corazones Eléctricos. Quizá es algo con lo que tengan lidiar durante un tiempo, o quizá ya no lo sufren… pero eso está ahí, o siempre estará ahí.

O a lo mejor sea un símil muy sui géneris y es lo primero que se piensa al hablar o tratar los dos grupos. Pero una vez te adentras en el mundo Eléctrico ves que no es así, sobre todo en directo como hemos podido ver en este show. Es como el Deep Purple de Coverdale se separó formando a Whitesnake… pues esto podría ser un poco lo mismo. Tuvimos a Uzzhuaïa y ahora una de sus ramas son Corazones Eléctricos, pudiendo disfrutar del legado de las dos bandas.

Dejando las divagaciones a un lado, lo que estaba claro es que teníamos una buena ración de música en directo y con eso nos quedamos para aprovecharlo. Lejos del horario habitual de apertura de puertas de la sala, para la ocasión se pasaba a la post-cena abriendo a las 21,30h para comenzar a las 22h. Esperando quizá que alguien dejase la primera parte del fútbol para unirse o que diera tiempo para cenar… quién sabe.

El grupo presentaba «Arte y Oficio» y a su nuevo bajista, Pete

Vamos a lo musical, ahora sí. En cuanto al repertorio, pocas sorpresas podíamos esperar de un grupo que solo tiene dos discos editados. Quizá serían todas “malas”… que tocasen poco, que inflasen el setlist con un porrón de versiones, que olvidasen más a un disco que a otro…

Pero la verdad es que no fue así, ya que confiaron desde un primer momento en su material y casi llegaron a la veintena de temas interpretando casi los dos discos enteros, ofreciéndonos un setlist que pasó la hora y media de duración.

El inicio fue arrollador, demasiado incluso… Nos encontramos en la cara y sin verlas venir a un “Por tí”, “Camino al sur” y un “Doble o nada” de infarto. Las podrían haber ido alternando, ya que el resto fueron del mismo estilo y la gente quedó un poco parada después de tal inicio. No sonaron mal, ni mucho menos… pero tanta “melodía” no siguió encendiendo al público a excepción de “Cama de faquir” que incluso la llegaron a cantar el público a pleno pulmón.

El grupo hizo un repaso completo a sus dos discos editados

Subimos de nuevo la intensidad y electricidad con “¿Quién salvará al RnR?” y “A contraluz” y se allanó de nuevo con “El coleccionista de fronteras” y “Volver a empezar ”. Llegaba la parte final del concierto con un vacilón “Rockawilly” recordando los sonidos crudos del rock más primigenio y “El monstruo” que según Pau hablaba sobre Haníbal Lécter.

En este punto llegó el momento más visceral, emocional, sentimental del concierto cuando Pau le dedicó “Sempiterno” a Manuel “Mart” de Estirpe que hacía unos días que nos había dejado. Conteniendo las lágrimas y la emoción, ancló el mini taburete que tenía en el teclado y se armó de valor para arrancarse con el tema.

Es curioso como la música sirve para expresar como nos sentimos en ese preciso momento, y eso es lo que vimos en Pau… toda esa emoción que intentó presentar antes del tema, mientras lo tocaba era un torrente desbocado de sentimientos que iba ladera abajo. Elegante y crudo al mismo tiempo. Pocos pueden hacer algo así. Momento que se ganó las ovaciones más largas de toda la noche.

El público con muchas ganas del grupo, core

Último despegue ahora así y “Contra las cuerdas” encendía el motor con su ritmo entre melódico y rockero con ese estribillo fácil de recordar. Si al inicio tuvimos tres ases, al final tuvimos una pareja como fueron “Fuera de si” y “Valentina”, con el grupo de nuevo dando todo por y para el público, era el final y eso se tenía que notar.

La sombra de Uzzhuaïa para el que escribe es muy alargada ya que son muchos años siguiendo la carrera de Pau, y la comparación iba a estar siempre ahí. Pero es de recibo decir que al ver en directo a este proyecto se ve a un Pau diferente del rol “cantante de Uzzhuaïa” como es lógico.

Vimos a un Pau más apasionado por cantar esos temas, y sobretodo con unas ganas tremendas de tocar la guitarra… muy punki a veces mezclado con esa crudeza y chulería de los riffs de la escuela de Chuck Berry y de los 50 en general. Para más inri, el bis que tocaron el “Johnny B.Good” de Berry confirmando (un poco) nuestra teoría y dinamitando lo que quedaba en pie de la sala siendo ahora sí el verdadero fin de fiesta.

Pau Monteagudo interpretó de una forma intensa y potente todos los temas a la guitarra y voz

Podríamos plantearnos el hecho de que el grupo ganaría más cuerpo y más potencia en sus temas con otro guitarra, pero es cierto que de momento no lo necesitan. Nos despeinaron en muchos momentos de la noche, en formato trio, crudo, sincero y a la cara, sin más.

Presentaron a Pete en sociedad como nuevo bajista del grupo, hizo un gran papel durante toda la noche como apoyo a Pau y como base rítmica con Quique, que desde el fondo aporto una gran dosis de técnica, cuerpo a los temas y pegada a los platos. Muy de la escuela “valenciana” y que nos recordaba en muchos momentos a Cachorro de los Zigarros.

Como se puede ver en todo el relato, entrábamos buscando una cosa y salimos viendo otra bien distinta… lo que verdaderamente supone algo como Corazones Eléctricos y en todo lo que se puede convertir. Esperamos estar ahí en cada paso de su carrera que se presenta sin límites.

 Texto y fotos: David Aresté