Pain + The Vision Bleak + Dynazty + Billion Dollar Babies – 29 de Octubre ’16 – Sala Changó (Madrid)

Ya hacía años que Peter Tägtgren no se dejaba caer por nuestro país bajo el nombre de Pain. Si lo hizo hace menos con Hypocrisy, lo cual no quita para que hubiese unas ganas tremendas de ver su proyecto industrial. Además venían acompañados de buenas bandas, aunque alguna no pegara a priori en el cartel, que hicieron una gran labor y nos hicieron disfrutar de la tarde noche desde el primer momento.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López


A las 18:45 la céntrica sala madrileña, que nos sorprendió muy gratamente por su gran sonido, abría sus puertas, y escasos minutos después salían a escena lo suecos Billion Dollar Babies, con una estética muy hard rockera, pero cierto aire oscuro. Quizá sea casualidad que se llamen como uno de los grandes discos de Alice Cooper. Quizá.

Ante todavía poca gente, comenzaron avasallando con “I Want To See You Burn” y su sonido rockero, potente y sólido. Su buena presencia en escena, con movimiento constante y con unas palpables ganas de agradar, consiguió que según iba entrando la gente se anexaran a las filas delanteras del público, en vez de disgregarse por la sala en busca de cerveza, como ocurre normalmente. Con un inquietante olor a quemado, quizá porque a alguno sí que vieron arder, y sin tomarse ni un respiro, se adentraron en “The Junkies Ball”, que continuaba la senda del hard rock de potente factura, con una gran base rítmica y melodías pegadizas. Finalizaron el tema por todo lo alto, arrancando los aplausos de un público cada vez más numeroso.

Realmente ellos y sus compañeros de Dynazty, de los que luego hablaremos, no pegaban demasiado en el cartel, pero estaban gustando y gustándose, así que todos contentos. Tras un “All right Madrid! We are Billion Dollar Babies and we’ll kick your ass!!” siguieron con “The Game”. ¡Y vaya si nos patearon! Un corte que por momentos nos recordaba a Reckless Love o Crashdiet, y que tras una grandísima ejecución, con momentos en los que el guitarrista pulsaba los trastes del bajo y viceversa, se ganó una buena ovación.

Frankie Rich se mostró muy comunicativo en todo momento, y tras intercambiar unas frases con el público, presento otro de los temas de su primer y único disco hasta el momento: “President Payne”. Como nota curiosa, el bajista, Niklas Hovén, tuvo la amabilidad de escribirme en la libreta el set list al terminar el concierto, titulando a este tema “President PAIN”, en clara alusión a los cabezas de cartel de aquella noche. Un tema de corte algo más metalero, que finalizaron algo dubitativos.

“One”, con ciertos toques a Guns N Roses al principio, y “Everyone’s In Love With The Chemical God” cerraron un concierto corto pero realmente intenso, donde supieron sacar máximo partido a la escasa media hora de la que dispusieron, gustando a un público que quizá de primeras no fuese el más favorable para ellos. Habrá que seguirles la pista.

Tras unos minutos de espera les llegaba el turno a los también suecos Dynazty. Un grupo ya más conocido en general, pero que aún seguía pecando de lo mismo que sus compañeros: no pegaban demasiado en el cartel a priori. Pero como demostraron Billion Dollar Babies, poco importaba aquello, y fueron otros que salieron a comerse el escenario sin miramientos.

Tras sonar la archiconocida banda sonora de Terminator 2, comenzaron muy potentes con “The Human Paradox”, tema que también abre su último lanzamiento: “Titanic Mass”. Tirando por momentos más al heavy, pero con clara orientación ochentera, Dynazty pronto se echaron el público al bolsillo con sus melódicos estribillos, y aunque en este comienzo las guitarras estuvieron un poco altas, sobre todo en los solos, nada empañó su actuación. Nils Molin al micro y Love Magnusson y Mikael Laver a las guitarras no pararon un segundo, ofreciendo al público eso que tanto reclama últimamente: actitud.

El sonido mejoró ostensiblemente para “The Northern End”, perteneciente a “Renatus”, su anterior disco de 2014. Momentos muy hard rockeros, se mezclaban con otros más heavys, e incluso powers, en una fiesta de guitarras dobladas que finalizaron sublimemente. Con un beat típicamente rockero y la sala dando palmas y levantando los puños al ritmo de los “Ey! Ey!” que venían desde el escenario, dio comienzo “Raise Your Hands”, el que fuera tema estrella de su segundo álbum. Los aplausos al final del tema se juntaron con las palmas, que reclamadas desde el entarimado fueron dadas con gusto para animar el comienzo de “Incarnation”. Otra vez los dejes power estuvieron presentes en ciertos momentos, y el solo de bajo hacia el final del tema hizo las delicias de los asistentes, que parecían estar disfrutando de lo lindo.

Ellos tampoco iban a tener mucho tiempo más, y lo sabíamos. Lo que no conocíamos era que iban a cerrar su concierto de manera tan sublime y con un aire tan heavy. “Titanic Mass” y “Starlight” sonaron apabullantemente bien, jugando con los riffs y las guitarras dobladas y engarzando buenas melodías, tan importantes en un estilo como el suyo. En cuanto a la actitud… De eso fueron sobrados durante todo el show, haciendo partícipe a toda la sala del buen rollo que se respiraba en el escenario. Buen concierto de una banda que poco a poco se va asentando en los escenarios europeos, y cada vez en citas más importantes.

En principio, los germanos The Vision Blake, eran el grupo más acorde con el plato fuerte de la noche, que no era otro que Peter Tägtgren y sus Pain, y como tal, congregó ya a toda la audiencia disponible delante del escenario minutos antes de que saliesen a escena la pareja clave en este grupo, que no son otros que Ulf Theodor Schwadorf y Alin B. Konstanz. Ellos son el grupo, el resto siempre han sido músicos de sesión. En esta gira estaban contando con el reputado Fursy Teyssier como bajista, pero, por razones que desconocemos, por nuestro país no apareció, llevando así todos los bajos, además de los teclados y las orquestaciones, disparados, algo que siempre quita realismo al asunto, y que por lo general no gusta.

Por las fechas en las que nos encontrábamos su temática era más que apropiada, ya que basan sus canciones en los textos de H.P. Lovecraft, Edgar Allan Poe o en los filmes de George A. Romero o John Carpenter.

Caracterizados, y tras una breve intro, comenzaron con “From Wolf To Peacock”, quizá el corte más diferencial de todos los que sonaron esa noche. Algo más heavy y no tan oscuro como el resto que se nos venía encima. Y es que el resto de su concierto se basó en un rock gótico de tintes industriales que, si bien era lo esperado y estuvo magistralmente ejecutado… Dejo a una buena parte de la audiencia demasiado fría. Tan fría y estática como estuvieron ellos en el escenario. Como digo, musicalmente estuvieron muy bien, aun habiendo poca variación entre sus temas, pero se puede ir de gótico, de oscuro, e interpretar e interactuar mínimamente con el público, y que cuando lo haces no parezca que es mayor esfuerzo de tu vida.

“The Night Of The Living Dead” y “Carpathia” fueron las siguientes, y pese a cantar en inglés, el regusto a grupos como Rammstein u Oomph! era inevitable. “Into The Unknown”, “Kutulu” o “Wolfmoon” fueron otros nombres en caer, en un repertorio algo más extenso que el de sus predecesores y en el que abarcaron prácticamente toda su discografía. Como digo… Bien, pero enfriaron más que calentaron. Aunque no hicieron falta muchas estufas para caldear el ambiente según pasaban los minutos y se acercaba la hora de Pain.

Y llegó, con algo de retraso, pero llegó el momento en que los focos centrales nos cegaron y empezaron a soltar humo como si no hubiese mañana, mientras los miembros de Pain, encabezados por Sebastian Tägtgren, hijo de Peter y que con unos insultantes 17 años ya está acompañando a su padre en gira, iban saliendo uno a uno, con lentitud exasperante, hasta que apareció la auténtica estrella de la noche, ataviado con su ya clásica camisa de fuerza, y dieron comienzo a “Design To Piss You Off”, corte que también abre su reciente “Coming Home”, álbum que venían presentando. Me gustó muchísimo más en directo que en su versión de estudio y ya nos demostró que venían a por todas, con un gran sonido, una gran potencia y con la duda de la voz de Peter resuelta: estaba en plena forma. Y es que a veces él es su peor enemigo, cantando de manera poco convincente. Pero no fue el caso. Además André Skaug al bajo y Greger Andersson a la guitarra, a parte del ya mencionado Sebastian, ofrecían dinamismo y contundencia a partes iguales.

La primera sorpresa, para el que no conociese el setlist de antemano, llegó pronto en forma de “Suicide Machine”, de su ya lejano “Rebirth”. El público entusiasmado coreaba a Peter en perfecta sincronía, y la sala, aunque no llegó a llenarse del todo, presentaba un aspecto estupendo.

“The Great Pretender” puso a la gente a botar y fue también bastante coreado, como todos los temas en realidad, ya que otra cosa no, pero desde que Tägtgren padre decidió comenzar con Pain como un mero pasatiempo, su facilidad para fabricar temas que enganchan y que se te quedan a la primera ha quedado sobradamente demostrada.

Tocaba volver al presente y presentar otro de los temas de su nuevo lanzamiento: “A Wannabe”. Como con “Design To Piss You Off”, diré que mejoró con respecto a la versión de estudio, aun así este no me terminó de convencer, ni en casa ni en la Changó. Y creo que no fui el único al que le pasó, pero en seguida le pusieron remedio con una buena dosis de temas que la gente estaba deseando oír. En un momento, y prácticamente sin darnos cuenta de lo que allí estaba sucediendo, pero a la vez disfrutándolo al máximo, sonaron casi sin respiro “Zombie Slam”, “Monkey Business”, “End Of The Line” y “It’s Only Them. Con las dos primeras demostraron la faceta más cañera y guitarrera del grupo, y pusieron la sala patas arriba, mientras que con las dos siguientes, performance incluida de un par de asistentes que salieron también con camisas de fuerza, mostraron la cara más industrial y festiva de la banda.

Después de esta auténtica descarga de adrenalina, Pain quizás llevó el concierto a terrenos irregulares por momento debido a, para mí, una mala distribución del setlist. Una opinión completamente personal, ya que la sala no dio muestras de bajón en ningún momento.

Con la excepción de la cañera “I’m Going In”, se centraron durante un buen rato en exclusiva en su nuevo lanzamiento. Resulta lógico que cuando vienes presentando un disco, toques varios temas de éste, pero cuando la mayoría de ellos van del tirón… La cosa no suele funcionar tan bien, a no ser que haya sido un disco majestuoso con un bagaje ya considerable, y no era el caso, ni de lo uno ni de lo otro. Pero allá que fueron con “Pain In The Ass”, “Coming Home”, con acústica incluida y resultando bastante aburrida, “Black Knight Satellite”, “Call Me” y “Starseed”. Cabe destacar que sobre la pantalla de LED’s tras el escenario iban proyectando imágenes relacionadas con las canciones y, sobre todo, la anécdota ocurrida con “Call Me”, tema en el cual colabora Joakim Brodén, cantante de Sabaton, en una estrofa entera. Bien, pues Peter no cantó está estrofa, si no que sacaron el guiñol de Joakim que aparece en el video clip y soltaron la pista grabada con su voz. Curioso fue.

El final se acercaba y lo encararon con un tema casi hard rockero como es “Dirty Woman”, anunciando que era la última. Obviamente no podía ser así, por mucho que se retirasen, todavía quedaban dos bombazos como “Same Old Song” y “Shut Your Mouth”, dos temas por los que ya prácticamente habría pagado la entrada. Pues bien, me quede con las ganas al 50%, ya que en su retorno al escenario solo interpretaron “Shut You Mouth”. Impresionante se queda corto para lo que fue el cierre del concierto, con Peter por los suelos y la banda y la sala dándolo todo con el que seguramente sea el buque insignia de la banda.Fueron 75 minutos de reloj, bien es cierto que a piñón, sin apenas respiro, y con una más que notable actuación. Pero me fui con un sabor ligeramente agridulce, por esos altibajos en la segunda parte del concierto y por la ausencia de temas tan importantes como “Same Old Song”, “On And On”, “Crashed” o “Injected Paradise”.

Aun así… Un placer, Mr. Tägtgren.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López