Al escuchar la palabra “turbo” por defecto aparece ante mí el disco de 1986 de Judas Priest, el controvertido Turbo. A estos finlandeses otrora paladines del Hard, Glam e incluso del Cockrock más heredero de Sunset Strip probablemente también hayan sentido la llamada que el mismo Halford y sus predicadores escucharon en su día. 32 años de separan ambos discos pero la sensación es algo parecida. Una rotura en la línea sonora de las dos bandas y, por supuesto, se esperan acaloradas críticas.

Marcel Palagós

Para este ejercicio transformista la banda ha hecho un restiling completo. Empezando por la portada del disco, el logo e incluso el dress code: toda una declaración de intenciones. Las referencias a la película icónica Tron (Steven Lisberger, 1982) son clarísimas en el arte de portada y el reformulado logo tampoco deja lugar a dudas todo hace referencia a la década ochentera más reconocible.

La nostalgia vende, eso es un hecho véase si no el éxito de series como Stranger Things, la vuelta de las cintas de cassette, San Junipero en Black Mirror, incluso la mítica revista Gigantes del Basket sacó un número especial dónde se analizaba el baloncesto de ésa década.

Los 80 siguen siendo icónicos y la nueva ola musical con el sync wave parece abonar el terreno para que las propuestas musicales se imbuyan en el ser y estar del espíritu de los años dorados del sintetizador.

Obviamente si hablamos de los 80’s hablamos de exceso y así es como se inicia Turborider. Este es el nombre del tema que da nombre al disco y a mi parecer el hit definitivo. Una amalgama de synth, voces y guitarrazos que rememoran, como comentábamos, Turbo de Judas Priest, teclados sencillamente espectaculares y la guitarra de Pepe Reckless marcándose un tratado hace que este tema te arranque del sueño más profundo, la depresión más honda. Bailar, bailar y bailar.

Sencillamente por este tema vale la pena que escuches el resto del disco. El estribillo te atrapa como una anaconda y no te dejará hasta que hayas sudado la vida por cada poro. Esto es una auténtica maravilla. Todo en su sitio, el single perfecto.

Turborider – El single perfecto

Con esta carta de presentación uno puede intuir qué depara el disco y, si se te ha atragantado el resto ya no va a entrar. Turborider, Prodigal Sons, la versión de Bark At The Moon e incluso Kids of Arcade forman lo mejor de este disco que, sin olvidar la base Hard Rock esta envuelto en una newstálgica sonoridad.

Cómo decíamos todo, todo en este disco hace referencia a clásicos de los 80. El fenómeno slasher tuvo en esos años una explosión enorme y el tema Eyes Of a Maniac rinde homenaje a ello, incluso al hit Maniac de Micheal Sembello (versionada por Leo Moracchioli en lo que sería una aproximación a este sonido de Reckless).

A los más cuarentones el nombre Outrun les despertará recuerdos de la máquina de arcade que fue tremendamente popular y que consistía en pilotar un Ferrari en una carrera de coches de lujo por las carreteras californianas. Este podría ser la perfecta banda sonora, aun así, no estamos ante un tema acelerado más bien el contrario. Más reposado y meloso, puro divertimento.

Este sonido fresco se extiende hasta Kids Of The Arcade, de nuevo referencias a las máquinas recreativas que constituían un auténtico paraíso para la juventud de los ochenta. El riff es terriblemente infeccioso y amenaza con ser un auténtico trallazo en directo. Este disco juega a atraparte en los estribillos. En gran medida son los responsables de engancharte a los temas. Perfectamente construidos y sazonados de guitarras limpias y afiladas como katanas.

Outurn – gas a fondo all night long

Quedan aún un par de golosinas: Bark At The Moon que, sin alejarse demasiado de la original si que tiene impreso el estilo del sonido que caracteriza el disco haciéndolo bailable y disfrutable a partes iguales. No pasará a la historia como una de las grandes versiones, pero no desentona con el pulso del disco en absoluto.

Llegamos al punto de corte del disco ya que Prelude (Flight of the Cobra) es la pieza instrumental que actúa como bisagra del disco. Si bien esta primera parte rockea duro bajo todas las capas de maquillaje una vez pasado este punto nos encontramos con los finlandeses más desatados dando más cuenta del AOR, los sintetizadores y las melodías más azucaradas.

Like a Cobra, For The Love of good times y ‘89 Sparkle, Future Lover Boy. Se permiten ahondar más en la experimentación que inunda todo el disco.

Eyes Of A Manic – El homenaje a los slashers y serial killers

For the love of good times es ramalazo AOR que pasado el ecuador del disco resulta menos interesante en el global del disco pero que escuchado de forma separada del resto del disco funciona bien con un riff absolutamente catchy. Y en 89 sparkle la banda toma al asalto los mandados sónicos de los franceses Daft Punk y, de nuevo un estribillo que es de lo más pegadizo. Con eso el resultado final es más que correcto.

El circulo se cierra con otra de las composiciones más duras del disco: Prodigal Sons cuenta de nuevo con guitarrazos, esencia AOR y revestimiento Hard Rock. Una buena despedida para un disco que probablemente levante alguna ampolla entre los seguidores de la banda y del género. Pero como rezaba ese eslogan que tan a cuento viene: No Pain No Gain.

La grandeza de este disco reside en la inmediatez, en 35 minutos Turborider te lanza a la pista de baile de la manera más desaforada, con luces de neón deslumbrantes, pomposidad, ritmos ultra boombásticos, sintetizadores y baterías electrónicas. Lo tomas o lo dejas. Reckless Love ha dado una pirueta arriesgada pero el mundo es de este tipo de gente. Un regreso al futuro ochentero en toda regla.

More electric than before

A rotten hybrid to the core

n feeding on eternal fire.

Marcel Palagós
Temas:

1 -Turborider
2 – Eyes Of A Maniac
3 – Outrun
4 – Kids Of The Arcade
5 – Bark At The Moon
6 – Prelude (Flight Of The Cobra)
7 – Like A Cobra
8 – For The Love Of Good Times
9 – ’89 Sparkle
10 – Future Lover Boy
11 – Prodigal Sons